El Sistema Neuroinmune nos defiende, detectando amenazas y neutralizándolas.
Hay amenazas biológicas (gérmenes, las propias células del organismo) y amenazas físicoquímicas (temperaturas extremas, energías mecánicas límite, ácidos…).
Hay amenazas biológicas y físicoquímicas perfectamente detectables por el Sistema Neuroinmune, ya que dispone congénitamente de la capacidad de detectarlas. Otras están ahí y hay que aprender a catalogarlas como amenazas. El aprendizaje contiene incertidumbre y errores.
No siempre el Sistema Neuroinmune detecta el peligro. Hay falsos negativos.
A veces el Sistema Neuroinmune ve peligro donde no hay. Falsos positivos.