De lo que se cree se cría y de lo que se cría se cree.
Lo que creemos está influido por la realidad y por lo que opinamos de ella.
El dolor es sensible a las expectativas y creencias. Realmente expresa lo que en cada momento, lugar y circunstancia el cerebro teme, unas veces con razón (con una realidad de daño consumado o inminente) y otras sin ella (sin ninguna probabilidad razonable de que se produzca daño inmediato).
El ciudadano tiene más dolor del que debiera porque cree cosas increíbles sobre su organismo.
– ¿Por qué cree usted que le duele?