Dolor neuronal

 

Dolor muscular, dolor de estómago, dolor de muelas…

No son los músculos, estómagos ni muelas los que duelen.

Son las neuronas que se pre-ocupan y ocupan de su seguridad física las que generan el dolor. En todos los casos.

La pre-ocupación neuronal puede proyectar el sentimiento doloroso a la conciencia sin que nada suceda. De hecho es la causa más frecuente.

– Siento dolor por la zona lumbar. Mis neuronas están pre-ocupadas.

Las neuronas también se ocupan de la seguridad física cuando algo destructivo se ha consumado o está a punto de hacerlo si no se hace algo.

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El día de la bestia

 

Ayer fué el Día Internacional de la migraña, el día de la bestia.

Una crisis de migraña es bestial: dolor insufrible, vómitos, intolerancia a cualquier estímulo. Así durante horas, reiteradamente a lo largo de los años.

Todo eso surge del organismo. Quiere que el individuo permanezca recluído en un cuarto oscuro, inmóvil, que nadie le hable, que vomite lo que ha comido.

¿Por qué? ¿Para qué? Nada amenaza la integridad física de la cabeza. No hay peligro en lo comido. No hay riesgo en salir al exterior y hacer una vida normal.

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Dolor injustificado

 

Hay dolores comprensibles y justificados.

Los odiamos porque nos mortifican e invalidan pero, aun a regañadientes, los aceptamos. Sin ellos, estaríamos desprotegidos.

El dolor de la angina de pecho, de la claudicación intermitente, nos avisa de que el músculo cardíaco o los de las piernas están en peligro, por no recibir suficiente sangre ante el esfuerzo requerido. Hay que pararse. Alejado el peligro, el dolor se va.

Otras veces el dolor se comprende y justifica ante un evento de destrucción (necrosis) consumada. No es más que un síntoma de un evento superficial conocido (quemadura, herida, infección) o interno, que nos obliga a indagar en el interior.

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Dolor justificado

 

Para el individuo todos los dolores son malos. Preocupan, mortifican e invalidan. Puede que reconozcamos y aceptemos la función positiva de aviso de que algo anda mal pero deseamos que desaparezca de nuestra pantalla consciente cuanto antes.

Para el organismo existen dolores buenos y malos, necesarios o superfluos. El dolor bueno informa y protege. El beneficio justifica el coste. El malo sólo aporta estrés improductivo, restricción, activación innecesaria de recursos. El costo es alto (para el organismo y el individuo) y el beneficio, nulo.

El dolor se justifica cuando emerge en la conciencia como resultado de un evento de amenaza consumada de daño o por la presencia de un agente o estado amenazante que debe evitarse inmediatamente.

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Nocividad y dolor

Algo es nocivo cuando contiene la propiedad de generar perjuicio, daño.

El tabaco es nocivo. Una temperatura de 60º es nociva.

Sherrington describió unas neuronas capaces de detectar algunas condiciones de nocividad: estímulos térmicos, mecánicos y químicos. Las denominó: nociceptores (detectores de nocividad).

Gracias a estas neuronas podemos detectar parte de los agentes y estados nocivos y actuar para evitar la exposición a la amenaza que contienen.

Los nociceptores no detectan todos los estados y agentes nocivos. Sólo aquellos que destruyen los tejidos de modo inmediato si no son evitados.

Los nociceptores no detectan, por ejemplo, la nocividad del tabaco.

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Psicoterapias

 

En el dolor crónico, en ausencia de una causa que lo explique y justifique, las terapias físicas para aliviarlo resultan poco eficaces. Los fármacos y las terapias manuales aportan un beneficio escaso o cuestionable.

El fracaso de las terapias físicas abre el camino a la intervención psicológica.

Dos cuestiones:

1) ¿La ausencia de una causa física y la falta de respuesta a las terapias físicas (farmacológicas y manuales) sugieren un origen psicológico?

2) ¿El dolor crónico contiene siempre disfunciones psicológicas que pueden y deben ser corregidas con algún tipo de Psicoterapia?

Quizás una tercera cuestión:

¿Qué tipo de Psicoterapia ofrece mejores expectativas de alivio?

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