La fiebre molesta pero forma parte de las respuestas defensivas frente a la destrucción de tejidos. El aumento de la temperatura corporal, en condiciones de normalidad de los circuitos encargados de regularla, es una estrategia del organismo que ayuda a defender e iniciar la reparación de los tejidos dañados.
Lo que defiende molesta. A Homo sapiens (ma non troppo) no le gusta que se le moleste. Menos aún si el incordiante es su propio organismo. ¿Fiebre? No, gracias.