Somos una especie castigada por el dolor y el mareo.
Dicen que lo que nos duelen son los huesos, articulaciones y músculos y que el evolucionar de cuadrúpedos a bípedos, aun cuando nos permitió mejorar la exploración visual y las manualidades, nos pasa factura, pues no es lo mismo dos soportes que cuatro. La carga acumulada hace mella, sobre todo si uno coge pesos de malas maneras. Lumbalgia.
El bipedismo nos hizo mirones o la curiosidad despegó el apoyo anterior. Palpamos el mundo con los ojos. Nada se nos escapa. Todo son estímulos móviles (coches, ciclistas…) que atraen la mirada. Tanto meneo cefálico puede volvernos tarumbas. No sorprende el mareo. Necesitaríamos curas de reposo con un collar rígido que mantuviera la cabeza en su sitio, apoyada sobre el artilugio.
La tecnología ha centrado la mirada en pantallas de ordenador y televisión, libros o tareas estáticas. La musculatura cervical mete horas extra manteniendo la cabeza en extensión para sostener la mirada al frente. Dolor.
Una cabeza más quieta podría explicar el dolor por la sobrecarga muscular pero no el mareo.
– Ando mareado. El médico me ha dicho que son las cervicales. Me ha mandado al fisio.