En el siglo I antes de Cristo, el médico romano Celso, describió los cuatro “signos” inflamatorios: rubor, tumor calor… y dolor.
Evidentemente la inflamación genera calor, tumor y rubor en la zona inflamada, siempre objetivables , pero el dolor no es una cuestión de los tejidos inflamados sino del cerebro. Las neuronas sanas e hipersensibilizadas que rodean la zona inflamada generan señales informativas del proceso. Esa información llega al cerebro y, en función de muchos factores, aparecerá (o no) en la conciencia el sentimiento de dolor. Lo percibiremos en la zona inflamada pero no se genera allí, sino en el cerebro… cuando se genera.
No siempre que hay inflamación hay dolor, aunque generalmente es así, pues la zona dañada e inflamada es vulnerable y debe protegerse. El dolor se encarga de garantizar la conducta de protección del individuo, solicitada por el cerebro. Si el individuo se encuentra en una situación de riesgo que activa la conducta de lucha-huída, es posible que haya heridas con inflamación que, sin embargo, no se acompañan de dolor, mientras persista la situación de peligro.
Menos aún debemos decir que si sentimos dolor en una zona, está inflamada. En la mayoría de las zonas doloridas, una vez descartada una lesión reciente, activa, no existe rastro de inflamación.
¿No hay rubor, calor e hinchazón en la zona doliente? pues no hay signos, evidencia de inflamación.
¿Hay dolor? Hay que objetivar los signos inflamatorios. Si no están, no podemos ni debemos mentar a la inflamación.
A la inflamación y al dolor lo que corresponde a cada uno de ellos.
La inflamación es una respuesta local protectora y reparadora de los tejidos dañados.
El dolor es la expresión en la conciencia de un estado evaluativo de amenaza, influido por múltiples factores, no sólo la información sensorial de la zona dañada.
Hay inflamaciones buenas y malas, comedidas y desmedidas.
La respuesta inflamatoria local se enciende y se autoapaga, según va reparándose la zona.
Hay una tendencia actual a equiparar dolor crónico con inflamación (de bajo grado) crónica.
Si queremos llamar inflamación a un proceso definido por el estado de alerta neuroinmune, no acompañado de los cambios vasculares y celulares que definen a la inflamación clásica y que producen los tres signos tradicionales: rubor, tumor y calor, sólo generamos confusión.
Los ciudadanos tienden a dar por sentado que lo que duele es porque está inflamado y aceptan de buen grado el ibuprofeno.
No estaría de más un poco de rigor con los términos.
Necesitamos clarificar muchas cuestiones. Una de ellas es la inflamación. Qué es y no es.
El dolor no es discutible. Si el paciente lo relata es porque lo siente. No sucede lo mismo con la presunción de inflamación.
Probablemente no haya tal inflamación y, si la hay, habría que valorar si debe respetarse (si es comedida) o neutralizarse, si es desmedida.
¿Cómo saberlo?
No lo sé. La Biología es muy compleja.
También se toma ibuprofeno porque es l9 que mandan los doctores cuando duele algo de tipo articular. Y muchas veces no hay tanta seguridad de que esta todo bien porque no mandan las pruebas debidas, ya que no se pasa muchas veces de la radiografía y ahi hay tejidos que no se ven. O si te mandan otras pruebas tardan mucho en hacerlo. Puede que seis meses o un año
También hay diferente criterio entre los médicos de que es inflamación, no todos están de acuerdo con qué sea que está la zona roja y caliente, algunos lo consideran solo con la hinchazon
Dacil: en cualquier caso,el dolor no es un signo local sino una construcción central.
Hola Arturo,
Te adjunto un enlace de un vídeo sobre migraña realizada en el marco de la conferencia sobre el dolor más grande de EE.UU. Le llaman “PAINWeek” donde han acudido médicos de primera línea con interés en el tratamiento del dolor.
https://youtu.be/Sh6f_dG2HXA
Un saludo,
Julián