La IASP (Asociación Internacional para el Estudio del Dolor) ha declarado este año 2018 como el año de la “excelencia en la educación del dolor”.
La proclamación expresa la necesidad de señalar y corregir las flagrantes carencias en la instrucción experta. No hay programas de calidad en la formación de expertos. Parece que el dolor sea algo que se puede afrontar sin demasiadas complicaciones ni adiestramiento. Se descarta una lesión-enfermedad y se procede a combatirlo con una escala de analgésicos de potencia creciente. Si no se consigue la analgesia se consideran factores psicológicos y se deriva al Psicólogo, o músculoesqueléticos y se deriva al Fisioterapeuta. Si tampoco se consigue nada acaba el paciente en la Unidad del dolor y si tampoco eso basta, en brazos de las propuestas “alternativas”.
El paciente con dolor pero sin daño recibe en todo este peregrinaje todo tipo de terapias, pero, en pocos casos una explicación del por qué de su dolor. No hay asomo de Educación en dolor” pero sí adoctrinamiento en alarmismo e indefensión.
Dicen ahora que el dolor es un output cerebral, algo que sale del cerebro, no algo que entra (input).
Algo tan cierto y perogrullesco como eso (similar a la afirmación de que la orina es un output del riñón) no ha calado en el kit de creencias básicas sobre dolor. La propuesta genera rechazo.
– Ja, ja, o sea que el dolor no existe…
“El dolor es algo que sale de los músculos”. Se acepta por legos y muchos expertos músculoesqueléticos.
El dolor es algo que puede ser explicado por las emociones, el estrés… proclaman legos y expertos en emociones.
“Podemos controlar eficazmente el dolor con los recursos actuales en la mayoría de los casos”, aseguran los creyentes en el poder de las moléculas, ablaciones y modulaciones electromagnéticas. Si no es así en algunos casos es porque el paciente ofrece resistencia desde sus condiciones psicológicas desfavorables.
No hemos avanzado nada en el control del dolor huérfano de un daño que lo legitime biológicamente.
Realmente el panorama del dolor (sin daño relevante) es pavoroso. Más frecuente y más invalidante cada vez.
Medra el dolor pero no la formación de expertos. No se hace nada para combatir la red de creencias y expectativas negativas y falsas que crecen al calor de la desidia académica.
Los expertos dedican sus afanes a complicar el etiquetado en tipos, subtipos y sub-subtipos en congresos esponsorizados por fondos privados, con el consentimiento de los responsables públicos, ya que así evitan tener que ocuparse ellos de los costos de la formación continuada y la investigación.
No espero gran cosa de este año. Puede que se difunda aún más la información oficial mayoritaria, que se soliciten más fondos para lo que ya se ofrece, más dinero para lo multidisciplinar, para estructuras complejas y caras de atención al dolorido.
Pienso, como botón de muestra, en la migraña.
2018. ¡Año de la excelencia en Educación en la migraña!
Se designa un comité de expertos que diseñan un plan de formación intensiva a médicos de atención primaria y pacientes:
“La migraña es una enfermedad cerebral genética, misteriosa e irreversible. Vida ordenada, fármacos. Exija una consulta con el neurólogo.
Gracias a la IASP sabemos ahora que si no hay asomo de daño que legitime biológicamente el dolor, este puede ser “nociplástico”, es decir, originado en una red neuronal que procesa inadecuadamente las señales sensoriales, vaya usted a saber por qué, puede que tras un evento de daño físico ya resuelto o un revés biográfico o un conjunto de factores en el que todo cabe si es negativo.
La red neuronal es plástica lo cual no quiere decir que sea estúpida y vulnerable sino que responde a lo que la realidad ofrece. El problema reside en que existe una realidad real y otra imaginada y ambas mueven esa plasticidad. La adaptación al mundo real (principio de realidad) va de la mano del error-ensayo-error. La adaptación al mundo imaginado va de la mano de lo que los expertos dan por cierto.
2018 debiera ser un buen año, como otro cualquiera, para resolver el drama del dolor innecesario e improductivo.
¿Quiénes van a gestionar el reto educativo? Qué nos van a contar de nuevo, o de viejo?
Pienso que ya existe un colectivo de profesionales que lleva años no proclamados dedicándose a educarse y educar en los nuevos paradigmas del dolor. Son los Fisioterapeutas.
Lamentablemente no se les reconoce la capacidad para aplicar su conocimiento y disposición para colaborar en la resolución del problema.
2018 será un buen año para dar impulso a la excelencia en educación en dolor si se da a los Fisioterapeutas la oportunidad de formar parte importante en los programas.
Si no es así, se habrá desperdiciado un potencial humano que ya se ha puesto las pilas hace años, sin necesidad de proclamaciones solemnes.
¿Tiene dolor? ¿Nadie le comprende? ¿No le encuentran nada?
Consulte a un Fisio capacitado para explicarle de modo excelente el por qué de su infierno.
Merece la pena.
Desde mi punto de vista pienso que el peso de la labor pedagogica del dolor deberia recaer sobre todo en el colectivo de medicos. Los fisios deberiamos tener los conocimientos suficientes en dolor para reconocer a estos pacientes y no meter más la pata con nuestros tratamientos.
Hay fisios que se forman en este campo cada vez más pero no son mayoria.Tampoco creo que actualmente se tenga todavia muy encuenta en las universidades la educación en el dolor.
Yo creo que los pacientes esperan de nosotros tecnicas manuales, ejercicios y si nos metemos en temas de educación del dolor mejor dominarlo a fondo para no cofundir más al paciente.
Por otra parte me parece mal que no se de más importancia a la educación para el dolor, pero esto no quita para que se investigen en otros campos ya que las neuronas no solo estan envueltas en la cultura sino que hay otros factores que nos rodean y pueden estar influyendo.
Solo queria dar mi opinión desde mi ignorancia supina. Seguro que luego me arrepìento de haber escrito.
Manuel: lamentablemente no todo el colectivo de fisios está interesado en los cambios de paradigmas, pero es el único colectivo que está abierto a hacer el cambio y que se esfuerza en conocerlo y aplicarlo. Creo que la capacitación no depende de la clase profesional sino del interés e implicación que cada uno ofrezca.
No tienes que arrepentirte de nada, hombre…