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Como robots somos una chapuza

Ya sé que no somos robots, pero en cierto sentido podríamos analizarnos como tales. Tenemos sensores para detectar el estado interno y el entorno en el que nos movemos y seleccionamos una acción con un objetivo, valorando costes y beneficios. Eso pueden hacerlo los robots siempre que el escenario sea manejable, predecible, y el objetivo factible.

Desde la perspectiva de la robótica, no daríamos la talla. No porque la evolución no haya resuelto los innumerables problemas que plantea el tratar de sobrevivir en un entorno incierto y peligroso sino porque, inexplicablemente, aún disponiendo de todo tipo de prestaciones biológicas para cumplir con las tareas, presentamos, inexplicablemente, todo tipo de problemas.

En muchas ocasiones, nos falta energía o actuamos como si faltara. Otras, nos bloqueamos y agarrotamos. Nos movemos de modo torpe, sin gracia, como si tuviéramos miedo a dañar los delicados mecanismos de nuestra maquinaria.

Cuando nos llevan al taller, los mecánicos no encuentran motivo para un rendimiento tan deplorable. Todas las piezas son normales. No falta energía. Los engranajes y motores están perfectos. Parece como si no quisiéramos hacer la labor o temiéramos que al intentarlo fracasásemos o nos lastimáramos.

Somos robots desmotivados, cansados, doloridos, incomprendidos, desesperanzados. Quizás nos falta convicción y nos sobra miedo. La autoestima anda por los suelos a pesar del dictamen de los técnicos.

Las piezas de nuestro robot humano son las mismas que las de otros animales. Sin embargo parece que padecieran algún mal específico que impide su normal funcionamiento.

Los técnicos han propuesto etiquetas varias para describir esos extraños males que impiden una actividad normal estando todo en orden.

Migraña, fibromialgia, dolor músculoesquelético, contracturas, sensibilización central…

Son específicas, exclusivas de nuestro robot.

Las hipótesis apuntan al sistema nervioso, un sistema que acumula información sobre los estados internos y las consecuencias posibles de la interacción con el entorno y construye un relato o narrativa de todo ello.

Puede que lo que falle es eso: la narrativa, la idea que se hace el robot de su fragilidad y los riesgos de una actividad normal: el miedo a la libertad, la exploración, el juego.

¿Qué hace que el robot humano pierda impulso, gana de vivir (moverse)?

En mi opinión, es la narrativa que construye la información recibida. Es un robot escolarizado, domesticado, instruído en la convicción de vulnerabilidad.

¿Cómo llega a esa condición de falta de libertad?

Dicen los expertos que hay muchos robots que salen así de fábrica (genes) y que poco se puede hacer para que cumplan con sus tareas. También sugieren que han llevado mala vida y que hacen lo que no deben.

Ya, ya sé que no somos robots pero, si se nos hiciera una auditoría como simples robots, alguien tendría que rendir cuentas por las chapuzas.

En GoiGroup pensamos que somos robots chapuceros porque la información que recibimos, sin poder contrastarla, hace que nos comportemos chapuceramente.

Con la alta tecnología biológica que disponemos podríamos actuar de modo mucho más efectivo, con ganas, con alegría y cumpliendo con los objetivos cada vez mejor.

Los robots actuales aprenden, con y sin instructor. Si diseñáramos robots con una instrucción similar a la que recibimos los robots humanos por parte de los expertos en robots humanos, nos encontraríamos con la misma lamentable situación: robots normales inhabilitados por etiquetas misteriosas…

Hay investigación en dolor, emociones, sentimientos, en robots no biológicos. Creo que podrían diseñarse robots con migraña, fibromialgia, dolor crónico… Bastaría con instruirlos con información experta adecuada, sensibilizadora, catastrofista, hipervigilante, amedrentadora.

Es cuestión de investigar simulaciones en redes que aprenden con un instructor que reproduce lo que habitualmente escuchan los robots humanos.

La Medicina necesita el aporte de ingenieros, especialistas en aprendizaje de robots, expertos en información.

Know pain, no pain.

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2 comentarios en «Como robots somos una chapuza»

  1. Gracias Arturo!!!!
    Es un placer leerte.
    Aunque yo no tengo migraña (me diagnosticaron un trastorno bipolar hace muchos años)
    Despues de darme muchas pastillas mi estado no ha ido a mejor.
    Cuando leo lo que escrives me siento mejor.
    Nunca lo habia pensado desde este punto de vista.
    Hoy me siento mejor que ayer.
    Y espero tu siguiente articulo , como un gato antes de que le den de comer.

  2. Buena Analogía.

    El mundo de la electrónica de comunicación y la neurociencia pueden ser muy similares.

    Si nos imaginamos que fuesemos similares a robots estoy seguro de que un día a un robot le fallaría una mano y como sería un elemento reemplazable se le pondría una mano nueva…..y lo mismo seguiría fallando, bueno pues le cambio el brazo …..y seguiría igual……podemos cambiar más cables, más placas, más módulos,etc pero lo mismo falla el Software y no el Hardware.

    Voy a contaros una relación que tengo con mi coche, que puede ser ilustrativa. Mi coche va a ser equivalente a mí cuerpo y yo mismo mi cerebro pensante. Desde hace dos años el sensor de refrigerante me avisa de que el líquido está bajo y al ppio pues nada a rellenar….pero está lleno. Visita al taller y cambio de sensor….y 6 meses bien, pero desde hace un año otra vez el mensajito. Un año preocupado con que el coche se le pegue un calentón….que así no puedo estar….hasta que tras revisar 100 veces que no pierde agua, el conductor ( yo mismo) asume que hay un chivato erróneo y que el depósito de refrigerante no pierde….hay un chivato muy miedoso….. noooooo!!!! mejor una centralita que se alarma si motivo .

    Saludos..

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