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Inteligencia emocional y dolor

Aun cuando resulte complicado definir la inteligencia todos tenemos claro que nuestras decisiones pueden ser más o menos inteligentes una vez que comprobamos el resultado.

El dolor es una respuesta del organismo, proyectada al misterioso salpicadero de la conciencia como resultado de un proceso evaluativo más o menos inteligente.

Un dolor inteligente es aquél que informa de un daño consumado o inminente.

Un dolor no inteligente sería el que aparece en la conciencia sin que nada amenace en ese momento la integridad física de la zona sobre la que se proyecta. La responsabilidad recaería sobre el proceso evaluativo de amenaza que lo genera.

Sostienen los neurólogos que las crisis de migraña surgen de un «eje trigéminovascular» hipersensible, casi epiléptico, tocado por una condición genética de hiperexcitabilidad. El dolor surgiría de las terminales del nervio anómalo. Un borbotón enloquecido y sostenido (espontáneo o desencadenado por el queso o el chocolate) de chispazos de dolor llegaría al cerebro, sede de las inteligencias (emocionales y racionales).

El tornado de señales sobrepasaría la capacidad emocional y racional de las áreas evaluativas. El dolor trigeminal impondría su ley.

El cerebro no sería sino un receptor pasivo e impotente. Recibiría falsa información de daño y no tendría ninguna capacidad de ignorar esa información. No sólo eso: se dejaría embaucar, amedrentar por los mensajes aunque fueran falsos y amplificaría esas señales dolorosas como si se tragara el bulo.

– ¡Soy idiota! ¡Soy idiota!

Una de las alumnas del último curso captó perfectamente la estupidez implícita de las respuestas emocionales del dolor migrañoso y tras la confesión (tal como relaté en la entrada anterior) pasó a la acción inteligente correctora: se deshizo de los fármacos, se tomó unos gin-tonics y se apuntó a danza del vientre.

«Pongo a Dios por testigo que nunca volveré… a tener migrañas»

La falta de inteligencia emocional de la migraña, el miedo desbordado al daño (organismo) y al dolor (individuo padeciente) nace de un aprendizaje sensibilizador que construye una conectividad neuronal de alerta a todo, incapaz de catalogar como inofensivo e irrelevante lo que, realmente, lo es.

El miedo implícito en la migraña se facilita y alimenta con explicaciones que señalan la condición como genética, misteriosa e irreversible.

No hay lugar para el aprendizaje y la racionalidad biológica en las teorías y prácticas oficiales. Sólo explicaciones y consejos que promueven la tiranía del miedo no inteligente al daño.

– ¿Cómo quito el miedo de mis neuronas?

Con inteligencia racional.

– ¿Y lo emocional?

Al miedo ni agua.

Gin-tonic y danza del vientre.

 

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3 comentarios en «Inteligencia emocional y dolor»

  1. Bienvenido el maravilloso efecto Ajá! como el de la padeciente del curso de migrañas.
    A mi me cambió la vida, de modo que, aunque tengo alguna crisis de vez en cuando, ya no me preocupan y sigo mi actividad sin problema alguno. 4 años sin ninguna medicación! Seguro que se la cambia a ella también, ya que su actitud así lo refleja.
    Saludos Arturo.

  2. Enric: me alegra tener buenas noticias tuyas. Efectivamente el sentir el efecto ajá! es un signo de buen pronóstico. Gracias por tu testimonio y por confiar en las propuestas del blog.

    Un abrazo

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