Al dolor le salen muchas novias con posibles terapéuticos. Los sabuesos de las «moléculas del dolor», esas malditas moléculas que la evolución ha puesto en los tejidos para fastidiar, para que se inflamen y duelan, van identificándolas y poniéndolas a disposición de los Laboratorios para que estos vean el modo de neutralizarlas consiguiendo así el ancestral objetivo de evitar molestias al proceso de sobrevivir.
Las moléculas del dolor son, en realidad, inocentes mensajeras de todo lo que sucede en la vida y muerte celular. Se limitan a obedecer. Cuando algo sucede en los tejidos se movilizan todo tipo de señales que ponen en marcha diversas respuestas. Cuando el suceso ocasiona muerte celular violenta (necrosis), se movilizan moléculas mensajeras portadoras de malas noticias. Esas moléculas son las responsables de movilizar leucocitos que acuden al lugar del desastre. Los leucocitos lo ponen todo hecho un asco lo mismo que los albañiles en una reparación doméstica. Además de movilizar leucocitos hay moléculas que promueven la proliferación vascular, la inflamación…
Un tejido inflamado duele, tiene que doler. Una inflamación indolora no sirve para gran cosa. Tampoco sirve para nada una inflamación que no abre los pequeños vasos locales o los poros capilares. Una inflamación sin dolor, sin hinchazón ni enrojecimiento es cómoda, llevadera, pero no está cumpliendo con su razón de ser: proteger e iniciar la reparación de los tejidos.
Los investigadores de moléculas diseñan estudios que desvelan cuestiones complejas. Por ejemplo: dado que una quemadura por radiación ultravioleta, por supuesto, duele, la provocan en voluntarios humanos e involuntarios roedores, recogen muestras del tejido doliente inflamado y buscan correlación entre las moléculas presentes y presuntas y el dolor o las conductas de evitación. Una vez han desvelado las potenciales responsabilidades moleculares manipulan los genes de los roedores para ver si eliminando la producción de esa molécula antaño presente-presunta y ahora ausente el bicho deja de aparentar dolor cuando se le produce la quemadura.
¡Exito! La CXCL5, una quimiocina responsable de la movida inflamatoria es una molécula del dolor. Con CXCL5 una quemadura duele. El ratón sin genética de CXCL5 se comporta como si la quemadura no doliera.
¡Noticia! Descubren una molécula, la CXCL5, responsable del dolor en las quemaduras. Ello abre la puerta a posibles nuevos fármacos contra el dolor inflamatorio…
La CXCL5 también interviene en la movilización de recursos de revascularización de miocardios con problemas. Un miocardio con CXCL5 revasculariza mejor.
¡Noticia! Descubren una molécula que previene el infarto…
Claro que una molécula que aviva la vascularización en el miocardio en apuros también puede promover la vascularización de un tumor y facilitar su difusión. La CXCL5 no es ni buena ni mala. Depende…
A la CXCL5 también se le ha responsabilizado de la generación de diabetes tipo II desde un tejido adiposo excesivo (obesidad)…
La CXCL5 es una de las muchas moléculas mensajeras que mueven los procesos biológicos. No tiene sentido clasificarlas en buenas o malas. Depende de muchos factores de regulación.
Para los padecientes de dolor crónico estas noticias ya no les despiertan esperanzas. Las han oído muchas veces, demasiadas… Saben que no es oro todo lo que reluce… Ya no confían tanto en los fármacos del dolor, ni en los presentes ni en los futuros…
¡Investigadores consiguen la inflamación sin dolor, calor ni hinchazón..! ni, por supuesto… ¡rubor..!
