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Escuelas de dolor

 

Tanto el Sistema Inmune como el Sistema Nervioso completan un proceso de aprendizaje en el que deben catalogar todo tipo de señales que contengan información sobre agentes y estados peligrosos, nocivos. El Sistema Inmune cataloga moléculas y el Sistema Nervioso cualquier fuente (sensorial, cultural). El Sistema Inmune cataloga las moléculas que contactan con el organismo y el Sistema Nervioso añade su capacidad para sensar el peligro a distancia. El Sistema Inmune evalúa sucesos propios y el Sistema Nervioso saca provecho, además, de lo ajeno.

El Sistema Inmune aprende a detectar señales moleculares de gérmenes no catalogadas en el genoma. Para ello debe contactar con el mundo real o atenuado (vacunas) de los microrganismos patógenos, aprender del ensayo-error, equivocándose siempre pero cada vez en menor medida. De esa relación con lo peligroso emerge la inmunidad, la convivencia protegida con el mundo real. Es un proceso de endurecimiento inmunitario, de desarrollar sensibilidad extrema al peligro y tolerancia e indiferencia a lo irrelevante.

La cultura ha promovido, para proteger a sus criaturas, el modelo burbuja, los lavabos sin gérmenes, los desinfectantes, los lavados obsesivos de manos, los colutorios, los antibióticos contra todo, los alimentos garantizados. La cultura de la higiene extrema y alarmada puede que haya olvidado el freno de la sensatez, la regulación.

El Sistema Nervioso aprende a detectar peligro experimentando sucesos de lesión y enfermedad pero también lo hace observando el sufrimiento ajeno y prestando atención a los instructores. De todo este proceso surgen programas de vigilancia hacia lo potencialmente nocivo,

La cultura ha promovido también todo tipo de protecciones para evitar las incidencias de daño. Todavía no consigo ver, sin asombro, las escenas de niños en triciclo con casco y coderas, circulando en un parque con su progenitor al lado.

A lo largo de la infancia y adolescencia el Sistema Nervioso catalogará el peligro proyectando la alerta con todo tipo de avisos perceptivos. El dolor es el más conocido. Una infancia-adolescencia en universo burbuja, con temperatura externa constante o inversa (calor en invierno y frío en verano) con una instrucción que define el dolor como prueba concluyente de que algo se ha violado y no como posible error de evaluación condena a muchas criaturas al dolor erróneo, excesivo.

La vida es una escuela, un aprendizaje incierto, guiado por la imitación y la cultura. El dolor, en ausencia de daño-disfunción relevante, no deja de ser un exponente de ese proceso de ensayo-error. Ese ensayo error no se limita a sufrir episodios nocivos sino que se extiende también al ensayo error con las doctrinas. Estamos condenados, si se nos respeta la libertad de hacerlo, a contactar con todo tipo de ofertas doctrinales. El cerebro debe evaluarlas y seleccionar la que considere más acertada. Puede confundirse, especialmente si los expertos proclaman nocividad en lo irrelevante o describen nuevas enfermedades que no son tales.

Sigo impactado por la inciativa de la ONG leridana de destapar fibromialgia en las aulas. La epidemia del dolor no ha hecho sino iniciar su despegue. Todos los vectores de difusión juegan a su favor: profesionales, asociaciones, medios de comunicación, políticos, farmaindustria, productos naturales, alternativos… Todos encuentran beneficio.

El padeciente debe confrontar su dolor con el muestrario de doctrinas. Su cerebro seleccionará aquella que genere más consonancia con las creencias que en ese momento tenga validadas. Probablemente triunfará la tesis de la enfermedad misteriosa.

Migraña, fibromialgia, fatiga crónica infantil.

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7 comentarios en «Escuelas de dolor»

  1. Buena entrada, muy claro todo lo que dices !!!.
    Creo que todos los afiliados a este blog, guiados formidablemente por su autor, estamos sensibilizados con este tema porque en mayor o menor medida hemos sido víctimas de la mala información (la migraña en mi caso).
    Se hace camino al andar……. y en la medida en que vayan apareciendo nuevos caminantes atraidos por la mala información y el efecto de sus neuronas espejo….. más concurrido, largo y difícil será desandarlo.
    Una vez más, el remedio de este nuevo abordaje va a ser peor que la enfermedad.
    No olvidemos que vivimos en la era de la Información y también de la «incultura informativa» que no es poca, se vende bien, es mediática, interesada… y eso, nos guste o no, va a pesar mucho!!!
    ¿Que podemos hacer ?…. Parece que la verdad no es cosa de minorias …… sino más bien de espacios cibernéticos influyentes y globalizados que venden muy bien sus productos y aun mejor la información….!!! Fumata blanca para ellos….pero Negra para nosotros!!!

    Un saludo

  2. Carlos: he dedicado muchos años de mi carrera profesional a propagar doctrina oficial y a culpabilizar a los migrañosos de sus crisis. Genes, desánimos, hábitos… Yo, desde luego, no estoy libre de pecado

  3. Joaquinwct: creo que la Neurobiología del dolor se irá imponiendo, sin prisa pero sin pausa o, al menos, será respetada. Abunda la divulgación espectacular sobre cerebro. Están de moda las páginas web sobre cerebro pero nada de lo que se difunde parece tener que ver con la actividad cotidiana del cerebro como gestor alarmista de la seguridad de los tejidos.

  4. He estado desaparecida durante unos días y al leer las últimas entradas ,en esta en concreto he encontrado una frase …» Todavía no consigo ver, sin asombro, las escenas de niños en triciclo con casco y coderas, circulando en un parque con su progenitor al lado.», que me ha recordado un artículo que leí recientemente en una publicación de psicología.
    En este artículo citan al escritor Eduardo Galeano que señala que vivimos en tiempos de miedo global: «los que trabajan tienen miedo a perder el trabajo. Los que no trabajan tienen miedo de no encontrar nunca trabajo. Quien no tiene miedo al hambre tiene miedo a la comida. Los automovilistas tienen miedo de andar y los peatones a ser atropellados.La democracia tiene miedo a recordar y el lenguaje tiene miedo a decir. Los civiles tienen miedo a los militares , los militares tienen miedo a la falta de armas, las armas tienen miedo a la falta de guerras. Es tiempo de miedo. Miedo de la mujer a la violencia del hombre y miedo del hombre a la mujer sin miedo. Miedo a los ladrones y miedo a la policía. Miedo a la puerta sin valla, al tiempo sin relojes, al niño sin tlelevisor. Miedo a la noche sin pastillas para dormir y miedo al día sin pastillas para despertar. Miedo a la multitud, miedo a la soledad por aquello que uno ha sido.Miedo a morir, miedo a vivir».
    El artículo añade: El pánico, una emoción primaria que nos hace primarios, se ha convertido en un marco de lenguaje dominante que refleja y explica muchas de las cosas que están pasando.
    Todo esto me ha recordado el fuerte componente de miedo en la migraña y el como ha ido calando en todos nosotros (incluidos los neurólogos que lo repiten una y otra vez como un mantra) el lenguaje atemorizante, las recomendaciones de protección, de encierro, las pinceladas de culpabilidad, la sensación asfixiante del «témelo todo». Desnudarse de eso es verdaderamente complicado pero no nos olvidemos ,el cerebro va aprendiendo, va entendiendo ,recompone creencias, se desensibiliza, aprende un nuevo lenguaje.
    Perdón por la extensión pero creo que merecía la pena.
    Un abrazo.

  5. Sol del Val: empezaba a tener signos de abstinencia. Me alegra saber que andas por ahí. Efectivamente el miedo define esta época y supongo que las anteriores y posteriores. El miedo permite ofrecer cualquier tipo de doctrina y solución. Todo será aceptado por si acaso suena la flauta. El miedo facilita todo tipo de negocios y liderazgos.

    Seguiremos denunciándolo.

    Un abrazo

  6. Sigo ahí. No abandonaría este blog por nada del mundo. Me recuerda siempre lo aprendido y me hace sentir afortunada por haberlo encontrado. Ni te imaginas lo que con este aprendizaje he cambiado mi forma de ver y mis creencias con respecto a la migraña y otros desaguisados cerebrales.
    Un abrazo.

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