La muerte violenta celular (necrosis) implica, además de la pérdida de individuos celulares, un peligro público en el organismo. En la necrosis se pierde la integridad de la membrana y se vierten moléculas letales que necrosan a las células vecinas, desencadenando una reacción en cadena, letal para el individuo. La necrosis debe ser evitada o minimizada a toda costa: desgarros, machacamientos, quemaduras, temperaturas extremas, falta de oxígeno, gérmenes… generan necrosis. Células necróticas la extienden.