Sobre Neurobiología del dolor hemos sabido más bien poco hasta finales del siglo pasado. No sólo no se sabía gran cosa sino que lo que se afirmaba era falso. Por ejemplo, se decía que el cerebro no intervenía en la génesis del dolor ya que al estimularlo con el paciente despierto no se conseguía generar esa percepción. Más adelante se demostró que no se estimulaba la zona correcta, el lóbulo de la ínsula, oculto en las profundidades de la cisura de Silvio. Hoy sabemos que el dolor necesariamente surge del cerebro, de la activación conjunta de múltiples áreas.
Profesionales y padecientes sitúan el origen del dolor allí donde se siente. Surgiría de la mortificación de los tejidos, lesionados o sometidos a múltiples y variopintas condiciones de adversidad. Así, la humedad ambiente generaría dolor articular por alguna acción negativa sobre las articulaciones. Elemental.