Años perdidos
No es una terapia. No damos pautas, remedios ni consejos. Quitamos vendas y animamos a abrir los ojos a la Biología. Visibilizamos lo invisible.
No es una terapia. No damos pautas, remedios ni consejos. Quitamos vendas y animamos a abrir los ojos a la Biología. Visibilizamos lo invisible.
Para ver hay que creer, no por un acto de fe, sino a golpe de conocimiento de la biología neuroinmune, del aprendizaje, de la informaciónde los expertos, de las creencias y expectativas, de los sesgos de confirmación, de la esperanza en nuevas terapias.
Ya son muchos años los que llevamos con este enfoque. Explicamos biología, no publicidad médica. El paciente acepta el rol de alumno. Atiende. Medita sobre lo explicado. Actúa. Verifica. Aprende. El bucle se disuelve.
¿Es posible que el virus siga ahí agazapado, distorsionando todo el trabajo evaluativo del sistema neuroinmune, aun cuando no haya evidencia de que siga matando células?
¿Es posible que el virus ya esté neutralizado y, sin que haya dejado heridas de guerra, persista innecesariamente el estado de alerta-protección-ahorro de energía?
Cuentan los padres a sus hijos que por estas fechas unos señores dotados de superpoderes vienen desde oriente a llenar de regalos a los niños.
Sólo se necesita rellenar una carta con las peticiones correspondientes. Recibirán lo que piden, de noche.
Sólo se exige una condición: que sean buenos y no fisgoneen mientras colocan los juguetes bajo el árbol.
Negar la existencia del proceso evaluativo y su dependencia de la información de expertos es ponerse una venda para no querer ver.