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Estímulos nocivos

No. No insista. Grábeselo a fuego en su mente. No existen estímulos que segregan dolor cuando contactan con los tejidos.

¿Qué existe, en realidad?

Lo real siempre está constituído por agregados cambiantes de materia y energía en un espacio tiempo. Para los tejidos biológicos y también para los objetos hay realidades nocivas e inocuas.

Un estímulo nocivo, en el ámbito físico es, por tanto, un agregado de materia y energía que tiene la cualidad de lesionar un tejido o un objeto. Tiene la potencialidad de resultar nocivo (Perogrullo).

La nocividad no sólo depende de la condición de materia-energía del estímulo, sino también del estado del tejido. Este puede encontrarse en un estado variable de fragilidad-vulnerabilidad. Un estímulo inocuo para un tejido normal puede resultar nocivo para ese mismo tejido en una condición vulnerable.

También influye el tiempo de persistencia del estímulo. La nocividad puede generarse en corto, medio o largo plazo. Un estímulo con alta carga de nocividad destruye inmediatamente el tejido: por ejemplo el fuego, un traumatismo, un ácido. Otro puede lesionar en corto plazo, pero no inmediatamente: por ejemplo:un objeto caliente o frío, que sólo será nocivo si persiste en el tiempo. Una quemadura solar, la congelación, un estiramiento sostenido que acaba en desgarro…

El organismo, a través de la red neuronal defensiva, detecta los estímulos nocivos de efecto inmediato: térmicos, mecánicos, químicos. Las neuronas que nos protegen disponen en su membrana de un conjunto de sensores (receptores) sensibles a los estímulos nocivos. Cuando esos estímulos contactan con los sensores la neurona “pita” pi-pi-pi-pi-pi… con pequeñas señales eléctricas que codifican la presencia de nocividad y viajan hacia los centros que procesarán y actuarán en consecuencia para evitar o minimizar la nocividad detectada.

O sea:

Un agregado de materia-energía-tiempo con potencial de nocividad inmediata será detectado por neuronas especializadas en detectarlo: las neuronas nociceptivas o nociceptores.

– O sea que el dolor no se produce en los tejidos lesionados, sino en esas neuronas, los nociceptores, que convierten en dolor esa materia-energía-tiempo nociva…

– ¡¡¡Noooorrrr!!!

El estímulo nocivo no produce dolor allí donde actúa. Produce daño. Ese daño, o el estímulo que puede producirlo, es detectado por las neuronas vigilantes (nociceptores) que codifican el suceso en forma de un tren de señales electroquímicas que viaja hacia los centros de procesamiento…

– Donde y cuando usted siente el dolor puede haber daño o no haberlo. En el edificio en el que ha saltado la alarma puede haber sucedido algo nocivo o no. El sonido de la alarma no se produce en la ventana forzada, sino en el dispositivo central que recibe los datos de los sensores ubicados en la ventana. A veces no ha sucedido nada nocivo, pero los centros que valoran los datos activan el dispositivo sin necesidad. Falsa alarma…

– ¿O sea que la alarma es psicológica?

– Depende de lo que se entienda por “psicológico”. No nos precipitemos. De momento quédese con el concepto de nocividad: temperaturas extremas, energía mecánica (compresión, desgarro) ácidos… y quítese de la cabeza la idea de que el dolor se produce allí donde usted siente el dolor. Líbrese también del calificativo “psicológico” para hablar de dolor. El dolor es dolor y punto. El sonido de la alarma es el sonido de la alarma. Suena o no suena, a más o menos volumen, con un sonido siempre insufrible y acuciante que puede variar, pero eso no es lo importante. La cuestión está en si hay nocividad o no allá donde usted siente el dolor…

Olvídese también de la nocividad a largo plazo a la hora de evaluar el dolor. Usted puede tener la tensión arterial alta. Esa variable puede condicionar que a largo plazo se rompa una arteria o se obstruya. En ese momento se produce el suceso nocivo, el daño, y en ese momento los nociceptores pitarán.

– ¿Quiere decir que la tensión alta no duele?

– Eso mismo.

Continuará…


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