Proclama la OMS que “el goce del grado máximo de salud que se pueda lograr es uno de los derechos fundamentales de todo ser humano”.
Define previamente la OMS la salud como «un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades».
Se entiende, en función de ambas premisas, que toda ciudadana y ciudadano tiene derecho a disfrutar del estado de salud… si se dan las condiciones necesarias. Evidentemente, si uno está enfermo, no puede estar sano ni sentirse como tal.
Tenemos un problema de salud
El problema se plantea con los “síntomas sin explicación médica” y con las etiquetas diagnósticas referidas a enfermedades cuyo origen no está suficientemente aclarado.
Un porcentaje sustancial de la población no goza de buena salud. Está mortificada e invalidada por síntomas y, lo que es peor, se siente desatendida e incomprendida, por no decir cuestionada.
-Es todo normal. Le pido una consulta con Psiquiatría.
¿Se ha hecho todo lo que se puede hacer?
¿Qué es lo que falla? ¿Los profesionales? ¿El paciente? ¿La gestión de los recursos?
No basta la etiqueta
En general, los pacientes náufragos, con y sin etiqueta diagnóstica, disponen de múltiples informes de especialistas con todo tipo de pruebas de análisis e imagen. Todo normal. Parece que se han puesto todos los medios disponibles para descartar una enfermedad.
Sin embargo, lo que pudiera y debiera ser una buena noticia no lo es. Quien se siente enfermo no acepta el veredicto y preferiría que le encuentren esa enfermedad. La etiqueta cumple, al cabo de unos años, el deseo: tiene usted fibromialgia, migraña, dolor crónico, sensibilización central, PPPD (mareo)… y abre las puertas, si no a la resolución de los síntomas, sí a su reconocimiento.
-Haremos todo lo que esté a nuestro alcance. Fármacos, fisioterapia, psicoterapia. Es un problema complejo y exige un abordaje multidisciplinar.
Desde la perspectiva del mandato de la OMS se cumple con lo exigido en el derecho a la salud, aunque no se consiga recuperar lo más importante: sentirse sano.
A la hora de emitir un juicio sobre el proceso, parece que los profesionales no han cumplido con lo que se les exige. Han tardado en diagnosticar y, sobre todo, han cuestionado el relato de los síntomas. El paciente queda, por fin, exculpado.
La propuesta del error evaluativo
Algunos pensamos que no se hace todo lo que se puede y debe hacer. Defendemos la hipótesis de las enfermedades autoneuroinmunes, un nutrido grupo de padecimientos caracterizado por un error de evaluación sobre el estado del organismo por parte del sistema neuroinmune.
El cáncer, las alergias y las enfermedades autoinmunes corresponden a errores de evaluación de amenaza por parte del componente inmune.
Los síntomas sin explicación médica, con y sin etiqueta, forman parte del equivalente neuronal. El organismo trabaja en modo alerta-protección-ahorro de energía por coherencia con una evaluación (errónea) de enfermedad.
La hipótesis del error evaluativo neuroinmune sólo se acepta para el componente inmune, pero se rechaza de plano para el componente neuronal. Sólo se admite la referencia a las neuronas periféricas y al mal llamado sistema nervioso autónomo (el menos autónomo de todo el sistema nervioso).
Se acepta que las neuronas centrales procesan mal los datos sensoriales, se resienten de traumas físicos y psicoemocionales, se vuelven “disfuncionales”. Puede que también contribuya lo que comemos, el desequilibrio de la flora intestinal. El cerebro está ahora en las tripas. Somos lo que comemos… dicen los defensores de la microbiota.
El cerebro descerebrado
Las neuronas están en horas bajas. La información (el contenido) no cuenta. Es el continente. Las citoquinas, la inflamación de bajo grado. La modernidad, la sobre-estimulación, las prisas.
Las células de la glía, hasta hace poco consideradas como las sirvientas de las nobles neuronas, son ahora las que controlan lo que se cuece en la red. El dolor se cronifica por culpa de una glía descontrolada, hiperactiva.
Las mitocondrias, las centrales de energía de la célula, están en modo hibernado. No aportan la energía necesaria para afrontar la carga cotidiana.
La biología es compleja y puede que todo ello sea cierto y explique los padecimientos misteriosos.
Sin embargo…
Información saludable
Todo está integrado como corresponde a un sistema complejo adaptativo y, en nuestra especie, la información sobre organismo influye poderosamente en la gestión del sistema neuroinmune. Basta con reflexionar con rigor en el llamado efecto placebo-nocebo, es decir, el efecto “significado” (Daniel Moerman).
Puede que el mandato de la OMS nos obligue a cuidar también lo que los profesionales forzamos a creer. Hay mucho conocimiento nuevo que aún no se ha incorporado a la información habitual de las consultas, los programas de formación de las Universidades y los medios de comunicación.
Siguen vivos el modelo cartesiano dualista, el lineal unidireccional de la percepción-cognición-acción, el localizacionismo y otros muchos. Apenas se habla del aprendizaje, de la cognición social, la lógica emocional, la retroalimentación positiva, los sesgos de confirmación, el sistema de motivaciona, el yo, la imaginación. La hormonas, los mensajeros, tienen más relevancia que los centros que las liberan para cumplir con las exigencias de los estados evaluativos.
Hay mucho para informar, a veces, para liberar a los pacientes de informaciones previas no sustentadas por la evidencia y otras para que interioricen, por ejemplo, la presencia de un sistema neuroinmune equivocado en vez de un aparato locomotor “degenerado” por culpa de la mala vida.
El mandato de la OMS sigue vigente, pero debiera incluir algo tan importante como la información: los profesionales tenemos la obligación de actualizar continuamente el conocimiento sobre organismo y adaptar nuestras explicaciones y consejos a esa nueva información, una vez haya sido validada por las comprobaciones pertinentes.
Somos lo que comemos, lo que hemos vivido, lo que nos contamos (O.Vilarroya) … pero también lo que nos han contado, muchas veces sin darnos cuenta de ello, los profesionales, directa o indirectamente.
Know pain, no pain.
Para sentirse sano cuando se está sano.
Hola, ¿Cuando hay fallo inmune (enfermedad autoinmune) no hay nada que podamos hacer a nivel de aprendizaje verdad? Sólo con fallo neuronal… entiendo… Gracias a todos.
Nerea: se puede minimizar el impacto amplificador del componente neuronal, pero la evaluación de amenaza de los propios tejidos, apoyada en identificación de moléculas, es una competencia de los centros inmunes. Las neuronas no disponen de recursos para identificar amenazas celulares. Sin embargo ambos componentes están fuertemente integrados.
Entonces ¿cómo consigues eliminar el dolor si dichos centros inmunes no son capaces de ser modificados por la buena información que vas aprendiendo, que es del aprendizaje que tú hablas? Me refiero de quitar el dolor no de no tenerle miedo pero éste seguirá ahí insistentemente, machaconamente. Salu2.
bykike: entiendo que una cosa es el ataque inmune, y otra el dolor. Puedes conseguir eliminar el dolor aunque la respuesta inmune no sea modificada. El ataque inmune surge en las células, el dolor en el cerebro.
Hola Arturo, al leer el mensaje hasta la frase final he entendido que la respuesta es claramente NO, que el error autoinmune no se puede corregir conscientemente, pero tengo que reconocer que tu última frase “Sin embargo ambos componentes están fuertemente integrados” me ha vuelto a generar dudas, incluso crear esperanzas 🙂
De hecho, esta integración de componentes nervioso e inmune me ha hecho recordar cierta teoría que he leído (no sé si incorrecta y superficial) sobre el nervio vago -sistema nervioso parasimpático- que al inervar por ejemplo el timo -‘centro de entrenamiento’ de células inmunes-, podría ocasionar una incorrecta respuesta inmune. Pero insisto, es una teoría que he leído, no quiero decir que sea cierta.
Nerea: nos movemos en la cuestión que planteas con especulaciones. Teóricamente podemos inducir cambios en las respuestas inmunes a través de la información explícita. De hecho, el efecto placebo también aparece en esas respuestas, pero el impacto de la información a través del lenguaje o la imitación de modelos es menos predecible y abordable. Lo mejor que podemos hacer es minimizar la amplificación neuronal innecesaria, los estados de alerta, interiorizar los conceptos aprendidos, tantear on prudencia y no en todos los casos la exposición gradual a algunos alergenos, siempre que no conlleve riesgos. Una red neuronal bien informada y razonable puede influir positivamente en las respuestas inmunes. Lo contrario es más evidente: un estado neuronal de hiperalerta facilitará los errores inmunes.
Muy interesante… Yo noto que me va muy bien en general minimizar los estados de alerta e incluso exponerme con prudencia a estresores haciendo ver a mi cuerpo (¿cerebro?) que no pasa nada… Tratando de crear, como dices, una red neuronal bien informada y razonable que pueda influir positivamente tanto a nivel de dolor como a nivel inmunitario.
He encontrado este artículo de la BBC, Peter Trimmer, biólogo de la Universidad de Bristol, donde habla de la relación entre los sistemas de alerta del entorno y la activación/ desactivación inmune, incluyendo el concepto del placebo. Me parecía oportuno compartirlo. Dejo más abajo parte del texto para quien quiera leer parte aquí mismo.
Un saludo!
https://www.bbc.com/mundo/noticias/2012/09/120907_evolucion_efecto_placebo_il
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Existen animales que tienen una respuesta inmunológica mayor o menor a infecciones, dependiendo de la época del año de la que se trate. Un ejemplo es el hamster siberiano.
Estos roedores no hacen mucho por luchar contra una infección cuando las luces de sus jaulas simulan los días cortos y las noches largas de invierno. Mientras que si se les hace creer que es verano, su respuesta inmunológica se invierte.
Según Trimmer la explicación es simple: “Es mejor curarse en verano, cuando uno sabe que no le va a faltar comida. Y es por eso que la respuesta inmunológica de los hamster siberianos es más fuerte en verano que en invierno”.
El modelo reveló que en medios ambientes difíciles (estado neuronal hiperalerta) los animales vivían más y se reproducían mejor si soportaban infecciones sin provocar una respuesta inmune. En cambio, en medios ambientes más favorables, era mejor impulsar una respuesta inmunológica y recuperar un estado saludable lo antes posible.
“Si te rompes un pié, normalmente pones todo tu esfuerzo en el sistema inmunológico para curarte cuanto antes. Pero si ves que se te está acercando un depredador -un león por ejemplo- es mejor no concentrar tus esfuerzos en curarte sino en escapar”, explicó el científico.
“Hoy en día, cuando alguien te ofrece una pastilla que te asegura que va a ayudar a curarte, no sólo importan los efectos curativos de la medicina, sino también el contexto que nos rodea. Es fundamental el hecho de que te encuentras en un sitio seguro, rodeado de gente que te apoya y te dice que este es el momento para sanarte. Tampoco tenemos que preocuparnos de depredadores o de buscar comida”, señaló Trimmer, “eso ayuda a que encendamos el interruptor del sistema inmunológico”.