Dolor y daño. Algo no cuadra
A mediados del siglo pasado, saltó la cuestión de la falta de correlación entre el daño y el dolor. Había grandes heridas de guerra con poco o ningún dolor y las mismas heridas producían distinto dolor según afectaran a civiles en su ciudad o soldados en el campo de batalla.
Los tejidos no eran la única cuestión a considerar.
Se abre una puerta…
Ronald Melzack y Patrick Wall propusieron una hipótesis: las señales de las neuronas nociceptivas (detectoras de nocividad) liberaban sus mensajes en la entrada a la médula espinal, pero esa primera estación de relevo podía estar abierta o cerrada. En función de ello, aparecería ante el mismo daño distinto dolor.
¿Puerta abierta? Vía abierta a las “señales de dolor” para que lleguen hasta el cerebro, es decir, a la conciencia.
¿Puerta cerrada? Las señales no pueden pasar la frontera medular y el cerebro no recibe la información de que algo está doliendo.
¿Qué abría y cerraba la puerta?
El tacto es la clave
En todos los rincones del organismo existen neuronas que recogen datos sobre variables físicoquímicas. En condiciones normales, podemos diferenciar dos tipos:
- Las neuronas que recogen estados de energía inofensiva. Son neuronas gruesas con un axón grueso y una vaina de aislante (mielina) también gruesa. Digamos que son las neuronas del tacto no afectivo. Neuronas A beta. Gracias a ellas, podemos palpar los objetos y categorizarlos, incluso con ojos cerrados (percepción háptica).
- Las que detectan estados de energía potencialmente nociva. Hay dos subtipos. A delta: neuronas con axón menos grueso y con menos aislante que las A beta que conducen las señales a una velocidad intermedia y C: neuronas con axón fino, sin aislante que conducen las señales con menos velocidad.
Melzack y Wall propusieron, basándose en el dato subjetivo de que al frotarnos una zona dolorida duele menos, que las señales que viajaban por las neuronas de axon grueso inhibían la transmisión de la señal de las intermedias (A delta y C), es decir, las de la nocividad. Las neuronas gruesas del tacto bloqueaban (cerraban la puerta) la transmisión de la señal de las A delta y C… mientras uno se frota la zona.
Era la única hipótesis disponible y fué aceptada.
El cerebro tiene algo que decir
Tres años más tarde, Melzack y Wall completaron la propuesta sacando a escena la vía descendente moduladora, una vía de neuronas proveniente de las altas esferas que podía también abrir o cerrar la compuerta de las “señales de dolor”.
El dolor, propusieron Melzack y Wall, es una experiencia subjetiva compleja que integra datos sensoriales de los tejidos (señales eléctricas) con cogniciones, impacto emocional y sanción social.
De la época del dogma “the tissue is the issue” (la cuestión del dolor es una cuestión de tejidos dañados) se pasó a la de “no brain, no pain” (el dolor es una cuestión de cerebro).
La tecnología de imagen permitió certificar que, si alguien dice que siente dolor, una red de áreas cerebrales (“neuromatriz del dolor”) se habrá activado. El dolor es real. La tecnología fue progresando y la Neurociencia siguió objetivando patrones de actividad cerebral que acompañaban al efecto placebo, la hipnosis, la meditación, la empatía, la información verbal y un largo etcétera de variables y estados.
¿Qué me duele cuando me duele?
El programa de La 2 (¿Qué duele cuando me duele?) refleja todo ello: si aplicamos un estímulo mecánico de suficiente intensidad, podemos registrar el chisporroteo de las señales eléctricas que transcurren por la neurona. Si practicamos una resonancia magnética funcional al voluntario mientras le aplicamos un estímulo potencialmente nocivo, la imagen mostrará en colores las zonas activadas de la “neuromatriz del dolor”.
Las propuestas de Melzack y Wall abrieron la puerta al cambio de paradigma respecto al dolor y otras cuestiones. Cada cual arrimamos el ascua a nuestra sardina y hemos intentado situarnos en un marco teórico acorde con el nuevo conocimiento, con el objetivo puesto en solucionar el drama creciente y no resuelto del dolor crónico inexplicado.
El colectivo de fisioterapeutas ha sido el más interesado en aceptar los nuevos paradigmas y aportar modelos teóricos y prácticos que están ayudando a salir del infierno del dolor inexplicado a muchos pacientes. La Educación terapéutica en Neurociencia y el Ejercicio terapéutico son las nuevas armas, una vez se ha descartado una patología que explique y justifique el dolor.
La propuesta es sencilla:
- Se explica a los pacientes la biología básica del dolor (Educación terapéutica en Neurociencia)
- Una vez descartada la patología que explica y justifica el dolor, se trabaja para quitar el miedo al movimiento (Ejercicio terapéutico).
Desde finales del siglo pasado, hay mucha investigación y evidencia que valida el cambio.
El programa no reflejó esta corriente innovadora. Hubiera sido pertinente la presencia de un fisioterapeuta versado en la cuestión.
La teoría de la puerta de entrada ha dado pie a la estimulación eléctrica de las neuronas de axon grueso y mielinizado. Se introduce un electrodo y se coloca cerca de la columna. Un dispositivo (“marcapaso”) genera el impulso eléctrico que activa esas neuronas. Es el equivalente a frotarse la zona. Las “fibras del tacto” bloquean las “fibras del dolor”.
Hoy sabemos que la integración de datos sensoriales de los tejidos en la médula espinal es mucho más compleja e inabordable que lo que sugirieron Melzack y Wall en 1965. Incluso se experimentan estrategias de estimulación de las “fibras” con complejidad creciente (Scrambler therapy), ya con componentes de redes neuronales simples.
En el dolor sin daño no tiene sentido bloquear nada en la periferia ni estimular con una corriente la zona donde sentimos el dolor. El problema está arriba, en los componentes cognitivos, emocionales y sociales.
No sólo hay una puerta de entrada en la médula. También está la puerta de entrada a la información. Se cierra y se abre en función de lo que se ha instruído al sistema.
Continuará.
Know pain, no pain.
Partes anteriores de este análisis:
Arturo, tu planteamiento alternativo y complementario a lo que se comentó en el documental está fabulosamente explicado a falta de ese “continuará”. No dejes de transmitir tus conocimientos porque somos muchos los que los tenemos en cuenta y valoramos la validez de los mismos. Salu2 y cuídate.
Gracias Arturo por transmitir tanto conocimiento. Aquí estamos esperando la continuación…..
Un abrazo