Un porcentaje sustancial de la población está mortificada, invalidada e incomprendida por síntomas diversos a los que los profesionales no encuentran una explicación (“Síntomas sin explicación médica”). La etiqueta (migraña, fibromialgia, dolor crónico, etc) no es una explicación (falacia nominal) ni abre el camino a la solución. Más bien, todo lo contrario:
– Usted padece una enfermedad crónica, misteriosa. No le va a matar, pero le acompañará de por vida. Tiene que aceptarlo y sobrellevarlo con dignidad. Le ayudaremos con diversas terapias multidisciplinares, clásicas y alternativas.
Todo vale, si funciona (falacia post hoc ergo propter hoc).
El proceso del paciente mortificado sin explicación contiene los ingredientes descritos por Franz Kafka en su novela El proceso expuestos con crudeza en su famoso inicio:
Alguien debió de haber calumniado a Josef K., porque sin haber hecho nada malo, una mañana fue detenido
El proceso, Franz Kafka
Los pacientes con síntomas y sin explicación están sometidos a un proceso que busca una patología que no aparece. El proceso se va enredando en la burocracia sanitaria. Lo único cierto es el encarcelamiento, los síntomas. No hay evidencia de delito. Sólo su presunción en base a esos síntomas.
“Algo habrá hecho usted para estar encarcelado, digo yo…”
o, peor, más kafkiano:
“Algo habré hecho yo, para estar en la cárcel, digo yo.”
El subsistema inmune kafkiano
La referencia kafkiana se comprende y acepta cuando el subsistema inmune es el que calumnia:
“Alguien debió haber calumniado a las células renales, pues sin haber hecho nada malo, una mañana fueron eliminadas.”
El subsistema inmune ha evaluado peligro o incompetencia en las células del riñón y ha activado el programa de muerte (apoptosis), con o sin despliegue inflamatorio (necroptosis), tratándolas como si fueran cancerosas o estuvieran infectadas. Eran un peligro imaginado, pero el subsistema inmune actúa desde sus temores, sin atender a razones.
El subsistema neuronal kafkiano
Si kafkiano puede ser el subsistema inmune, ¡qué podemos decir de su compinche, el subsistema neuronal!
No elimina células sanas y eficientes, pero obliga a trabajar en condiciones de estrés a las células y al propio individuo. Sus evaluaciones temerosas, incluso fóbicas, se expresan en la conciencia como síntomas, sin cadáveres celulares de por medio. No mata, pero mortifica e invalida.
Los síntomas son contenidos de conciencia y la conciencia es ese espacio misterioso en el que la información que opera en el sistema neuroinmune, en cada escenario y escena, se expresa.
El que calumnia al organismo es el sistema neuroinmune. Evalúa amenaza sin haberla y, en vez de corregir el error, lo cronifica y complica (sesgo de confirmación).
La información es el problema. Hay materia saludable, células sanas y competentes. No falta energía para la actividad de esas células. Sólo queda la información como agente sospechoso.
¿Los genes, dice?
Ese es el componente informativo congénito, validado por la evolución, tras unos pocos miles de millones de años de error-ensayo-error.
Hablamos del componente adquirido, fruto de la interacción continuada del organismo, en sus diversos estados, y el entorno.
¿Tienen los demás animales síntomas sin explicación veterinaria?
¿Padecen migraña la hormiga o el elefante, de cervicales las jirafas o las palomas, reuma los peces o fatiga crónica los herbívoros migratorios acechados por el león?
Realmente, no lo sabemos. No hablan ni comprenden las explicaciones de los veterinarios.
El subsistema inmune animal genera errores, alergia y enfermedades autoinmunes. No sorprende. Debe evaluar el medio ambiente modificado por la cultura, sus miles de moléculas artificiales, los cambios de los ecosistemas, la flora bacteriana intestinal, etc.
Otra cosa es el subsistema neuronal. Aquí ya entra el lenguaje y la información de expertos.
Podemos crear modelos experimentales de migraña, fibromialgia, fatiga crónica, en animales, pero para conseguirlo tenemos que abrir el cráneo y aplicar mediadores inflamatorios en las meninges, vaciar los depósitos de serotonina, obligarles a vivir en un entorno estresante, es decir, privarles de la libertad y confundir a su sistema neuroinmune.
Que yo sepa, no hay enfermedades autoneuronales en animales, inducidas por errores de evaluación, ni información de expertos dirigidas al paciente.
El componente informativo adquirido
El encuentro entre pacientes y profesionales, una vez descartada la lesión-enfermedad, tiene o tendría que tener como objetivo analizar la información acumulada por el componente informativo adquirido y sanearla, recuperar la autoestima somática. Neutralizar todas las calumnias vertidas sobre el organismo, su eje vertebrado (columna), su aparato digestivo… y sobre el usuario, el individuo y sus modos psicológicos de estar en el mundo físico y social.
A eso me he dedicado la segunda mitad de mi carrera profesional y a eso me sigo dedicando, escribiendo en el blog y en mis libros y proponiendo lo que pienso en cursos a pacientes y profesionales.
Liberar a alguien del proceso kafkiano es posible. A veces resulta fácil. Otras se fracasa. La información adquirida se hace fuerte en forma de creencias-dogma y los intentos de desactivarlas sólo consiguen fortificarlas (disonancia cognitiva).
Muchos pacientes se benefician de la intervención informativa y expresan el cambio como una LIBERACIÓN, no una cura.
La libertad es algo que debe conquistarse, pero primero hay que hacerse con ella, cuando está requisada.
¡Hala! ¡Está usted libre! ¡A vivir! ¡Tenga cuidado y no deje que le procesen otra vez, salvo que haya cometido un delito!
Si vuelven a encerrarle sin motivo, si vuelven a calumniar a su organismo o a usted mismo, defiéndase, con el conocimiento y con la acción. Haga lo que tenía pensado, si es razonable.
Know pain, no pain
No se conforme con la explicación profesional. Conozca la biología, los peligros del sistema neuroinmune.
¡LIBÉRESE!
Arturo, cada vez que te leo más convencida estoy del estado de surrealismo kafkiano (también podría ser daliniano) que sufre el organismo por la información recibida y creencias adoptadas. Agradezco cada entrada tuya y de esta en especial agradezco una frase “liberadora”:
“Muchos pacientes se benefician de la intervención informativa y expresan el cambio como una LIBERACIÓN, no una cura”.
Y es que, la palabra “cura” cuando no hay “enfermedad” no deja de ser otra “etiqueta” que puede dar lugar a un “sesgo” de idealización que puede confundir más que ayudar y que entra en el saco de las “infoxicaciones”que corren por ahí… Hoy día, todo se “cura” con la misma facilidad que se “aprende inglés en 15 días” o te hacen desaparecer las arrugas faciales en dos sesiones…..Los “curanderos” express están alzándose en una nueva modalidad de estafa global usando y abusando de la buena fe y desesperanza de las personas que viven mortificadas… Podríamos llamarla “estafa kafkiana”.
He llegado a leer que tu propuesta, tus estudios, tus enseñanzas, tu dedicación, tu facultad de médico experto y experimentado, no son más que habladurías “vendehumos”, que hace que se te incluya en el “saco” de los autènticos “vendehumos profesionales”. A mi me sabe muy mal, porque te conozco y sé que todo aquello que explicas tiene detrás mucho esfuerzo y horas de estudio y trabajo. Y sé que no es así. Por eso, es tan importante la labor que haces de llamar a las cosas por su nombre, entrada tras entrada, desmitificando mitos y creencias inútiles, desdramatizando todo el “drama” que los mass-media nos intenta vender y aportando una forma más amable y real de hablar y hablarnos.
Lamento todo el rollo…. creo que necesitaba desahogarme… Y también todas las “comillas”, aunque creo que eran necesarias para explicarme
KNOW PAIN, LOOSE PAIN.
Mil gracias y un fuerte abrazo,
Susana
Susana: como siempre, agradezco tu comentario. Me gusta la extensión de la trama kafkiana a la “cura”, a la “estafa” terapéutica, no necesariamente intencionada. El proceso kafkiano da para mucho. Desgraciadamente en demasiadas ocasiones caba como acaba el pobre Joseph en la novela.
Un abrazo