Algo es nocivo cuando tiene la propiedad de generar perjuicio. Puede hacerlo de modo agudo, en un breve instante de tiempo, o lentamente (factor de riesgo, que a la larga podría inducir un evento agudo nocivo).
El subsistema neuronal defensivo está habilitado para detectar la presencia de estados físico-químicos nocivos. Sus células vigilantes contienen en su membrana sensores (proteínas transmembrana) que los detectan. Los sensores convierten (transducen) la energía mecánica, térmica o química nociva en un tren de señales eléctricas que se conduce hacia distintos centros de recepción-respuesta. La nocicepción es la función o capacidad de detectar nocividad aguda.
Un sistema de alarma señala incidentes puntuales de nocividad. No salta de modo crónico o, al menos, no debería hacerlo. Sería, en ese caso, un sistema absurdo, del tipo del gracioso Pedro y el lobo: “que viene el lobo, que viene el lobo, ja, ja, ja”. Imagine la alarma de su casa saltando cada dos por tres o en modo continuo. Es lo que desearían los ladrones. Ese sistema sería aún más absurdo si en todos esos años que lleva sonando, sólo en un porcentaje mínimo de casos (incidentes puntuales de nocividad) se ha producido un incidente de robo. En ese caso excepcional, además, el propietario lo interpretó como una falsa alarma más (otra vez el bobo de Pedro haciendo la gracieta) y no pudo proteger su casa.
Un sistema de detección de nocividad no debería activarse para indicarle que pueden robar en cualquier momento o para recordarle que existen los robos y debe estar en alerta. Por supuesto, sería absurdo si se dejara llevar por supersticiones: los días nublados, cuando toma el propietario café o anda con problemas con la pareja, o cualquier otra variable inofensiva. La nocividad no la provoca el usuario. Nadie entra a su casa a robar. Nadie quema sus muebles o los despedaza a martillazos. La nocividad deviene accidentalmente por algo imprevisto claramente perjudicial.
Los nociceptores también se activan cuando contactan con estados de energía mecánica, térmica o química próximos a la nocividad. Son muy informativos, pues señalan a los centros evaluativos la frontera de lo peligroso. De ese modo, el subsistema neuronal puede generar programas seguros. No hace saltar la alarma. No duelen.
El dolor es la expresión en la conciencia de un estado de alerta-protección aplicado a un escenario. Indica que se está produciendo un evento de nocividad agudo o, en su defecto, que el subsistema neuronal actúa desde una evaluación que contempla la posibilidad de que se produzca dicho evento, aun cuando la probabilidad sea muy baja.
En el dolor no justificado, en todas sus múltiples etiquetas diagnósticas, los expertos sostienen la hipótesis de la sensibilización, tanto de los sensores periféricos como de los centros de procesamiento.
Los neurólogos afirman que esas falsas alarmas se explican por un estado de excitabilidad anormal, genético. “En la migraña se produce una activación persistente del sistema trigéminovascular, un sistema periférico de percepción del dolor. Pasa a percibir dolor incluso en ausencia de una causa que produzca dolor” (oído a un significado colega hace unos días)… ¿¿¿???
Al parecer, el dolor se produce en las terminales del trigémino, incluso en ausencia de una causa. Todo ello por el estado de hipermegasupersensibilización del trigémino.
La tesis oficial es que dado que “el cerebro es un órgano excitable que recibe estímulos sensoriales, los procesa y genera respuestas motoras” y que ha salido hiperexcitable de la fábrica de los genes, cualquier estímulo inofensivo produce esas respuestas (¿motoras?). Confieso que no entiendo nada. ¿El dolor es un estímulo, una energía físicoquímica nociva, incluso cuando no hay nocividad?
Hay un consenso sólido en Neurociencia para considerar al dolor como un output, una respuesta, y no un estímulo que entra a los centros de procesamiento. También hay un sólido consenso en Neurociencia para considerar al cerebro como un órgano predictivo, no reactivo, como sostiene la Neurología en el tema del dolor.
El subsistema neuronal defensivo sueña, imagina amenaza. A veces, se produce el incidente nocivo y salta la alarma. Los nociceptores han detectado esos estados de energía térmica, mecánica y química nocivos. Si el individuo ha sentido dolor, es que los centros evaluativos han hecho la transición al estado de alerta-protección.
No hace falta que haya nocividad ni nocicepción para que el sistema predictivo haga la transición al estado de alerta-protección.
Existe el aprendizaje, el adoctrinamiento, el sesgo de confirmación con cada falsa alarma.
En fin. Es lo que hay.
Know pain, no pain.