Si padeces dolor u otros síntomas podemos ayudarte en GoiGroup, la nueva plataforma que hemos creado con Arturo Goicoechea dedicada a pacientes y profesionales.


El modelo bicameral

No tenemos ni idea de cómo se construye el misterioso ámbito de la conciencia, ese universo en el que aparecemos percatándonos de que estamos ahí, en ese soporte corporal con el que interactuamos con el mundo.

Para explicar ese misterio las mentes pensantes sobre el hecho de pensarse han sugerido distintos modelos. Dejándose llevar de la evidencia de un diálogo de uno con otra voz interna que nos indica lo que debe o no debe hacerse, hay quien organiza su vida sobre la base de una entidad de ámbito superior al de uno mismo, un ámbito al que el individuo se debe. Habría una cámara mental en la que reside el individuo y otra ocupada por esa entidad de rango superior. Entre las dos cámaras se organizaría un diálogo continuo que repasaría el pasado, presente y futuro desde la perspectiva de los hechos consumados, pero también desde la opinión de la cámara superior (Pepito Grillo) que sugiere lo que debió hacerse u omitirse y lo que deberá ser tenido en cuenta en el futuro a la hora de tomar decisiones.

La cámara superior estaría ocupada por dioses, patrias, reyes o entidades abstractas como la salud, la economía, la justicia, o concretas como el colesterol, la dieta, el ejercicio, o cosas así. El individuo actuaría desde la referencia a esos ámbitos, con más o menos acatamiento o con más o menos hipocresía, cuidando la apariencia en sociedad.

La salud y su contrario, la enfermedad, ocupan un lugar preferente en esa supuesta cámara de rango superior. En ocasiones se producen eventos catastróficos internos y aparecen los síntomas y los signos (evidencias). No es la entidad superior la que genera esos síntomas sino la información de los tejidos, recogida y conducida hasta la conciencia, como respuesta integrada de múltiples áreas de procesamiento.

Otras veces aun cuando no sucede nada catastrófico en los tejidos, la cámara de rango superior proyecta sus presagios en el formato de los síntomas. Puede que el individuo pique el anzuelo y actúe siguiendo los mandatos de la “voz de su amo” contribuyendo a generar un bucle de retroalimentación positiva que lleva a los síntomas hasta el nivel de su saturación.

La cámara de rango superior, para bien y para mal y como ya habrá deducido, está ocupada en el tema de salud por la información de los expertos, sean tradicionales o alternativos. Habrá incluso quien siga considerando que esa cámara la ocupan los dioses siempre insatisfechos y airados con nuestra conducta, pero se lleva ahora más lo terrenal (sin desdeñar, para muchos, la influencia astral).

La teoría de la mente bicameral la formuló el psicólogo Julian Jaynes en 1976 en un exitoso y controvertido libro: El origen de la conciencia en la ruptura de la mente bicameral.

Como modelo pedagógico y para entendernos puede servir para acercarnos al mundillo de la conciencia. Todos, como individuos, mantenemos ese diálogo con otro ámbito que puede ser, simplemente, nuestra historia, nuestra narrativa. Los investigadores denominan a ese ámbito “redes en reposo”. Cuando es la salud el tema, el ronroneo mental desde la otra cámara, está ocupado por la cultura experta, la Medicina o cualquier otro ámbito de conocimiento más o menos científico.

Lamentablemente los inquilinos del ámbito superior en muchas ocasiones tiran la piedra y esconden la mano. Calientan los cascos de la imaginación con sus augurios haciendo que el sistema neuroinmune construya una idea catastrofista del organismo que debe vigilar y proteger.

Los malos presagios de la alta cámara se fundamentan en la idea de organismo vulnerable e individuo con tendencia pecaminosa. Tarde o temprano, los síntomas aparecerán, promoviendo la consulta a los expertos.

– Me siento fatal. Me duele todo y no puedo con mi alma.

– No tienes nada. Es todo normal. El organismo está bien. Eres tú “lo” que no funciona. Te mando al psicólogo.

Cuide la otra cámara. A veces sólo es una camarilla. Ese es el problema.

know pain, no pain.