Continuación de La biología medicalizada I.
La conciencia es un ámbito misterioso en el que el organismo se expresa en forma de percepciones, pensamientos y decisiones.
La conciencia es privada. Si alguien se interesa por lo que otro siente, piensa y decide, tiene que preguntar.
– ¿Cómo se siente? ¿Qué piensa? ¿Qué ha decidido hacer?
Síntomas
Los médicos denominan a los contenidos de la conciencia “síntomas”.
En muchas ocasiones los pacientes se sienten enfermos, con “síntomas” de enfermedad.
– Me duele todo. Estoy cansado. No me concentro. No tengo ánimos para hacer nada.
A pesar de las apariencias, el médico opina que el organismo está sano.
– Es todo normal. Tendría que estar asintomático, sentirse sano, convencerse de que lo está y hacer vida normal.
Puede, incluso, que el médico dude de la realidad de los síntomas. El paciente se los inventa. Son síntomas falsos. El paciente miente.
Para evitar una acusación tan severa, los médicos echan mano de un eufemismo: “psicológico”.
– Los síntomas son psicológicos. Le pido una consulta con Psiquiatría.
El doctor piensa que los síntomas son imaginarios, irreales, falsos o, incluso, malintencionados.
Un síntoma falso es el que no existe en la conciencia. El paciente se lo inventa, miente.
Puede ser así en algún caso. Mentir está al alcance de todos nosotros, pero creo que sería una excepción. Los síntomas son, habitualmente, reales. El paciente dice la verdad. Aparecen en la conciencia. Mortifican, preocupan e invalidan.
Hay muchos ciudadanos que se sienten sanos, asintomáticos. A pesar de ello acuden al médico a hacerse una revisión.
– Me encuentro perfectamente. No tengo ningún síntoma. No pienso en enfermedades y me comería el mundo.
La ausencia de síntomas puede ser engañosa.
– Tiene usted un cáncer.
A nadie se le ocurre pensar que el recién estrenado paciente había mentido. Por supuesto, tampoco cabe esa hipótesis en la mente del médico ni se le ocurre solicitar una consulta a Psiquiatría.
– No me creo que no tenga usted síntomas. Le envío a Psiquiatría.
No hay que confundir los síntomas con los signos de enfermedad
La palidez o la ictericia son signos de enfermedad. Uno no se siente pálido o amarillo. Lo está. Es objetivable.
Ante los síntomas el médico debe buscar signos de enfermedad, en la exploración y en las pruebas complementarias. Si no aparecen, la hipótesis más plausible es que el organismo está sano, pero trabaja en modo “enfermedad” potencial, en alerta-protección.
Lo que se debe hacer, en estos casos, es catalogar la situación como un error evaluativo del sistema neuroinmune y procurar subsanarlo, recuperar el estado “salud”, desactivar la alerta-protección.
Sin embargo, los médicos prefieren etiquetar estos estados biológicos de error evaluativo neuroinmune como enfermedades misteriosas: “migraña”, “fibromialgia”… por citar sólo las más nombradas.
Los organismos que trabajan innecesariamente en estado de alerta-protección imaginan enfermedad potencial. No mienten ni engañan. Están equivocados.
El cáncer es un error evaluativo del subsistema inmune.
La migraña es un error evaluativo del subsistema neuronal.
Los síntomas siempre son reales. Ni mienten ni engañan.
El médico debe juzgar sobre la base de los síntomas y los signos si hay o no enfermedad.
Ni los pacientes ni los médicos mienten o engañan.
A veces aciertan y, otras, se equivocan.
Hay muchos síntomas sin explicación médica, pero todos tienen una explicación biológica. Esa explicación está en el sistema neuroinmune, no en la mente malintencionada o fantasiosa del paciente.
Know pain, no pain.