El organismo o, más bien, el sistema neuroinmune, hace cosas que nos pueden sacar de quicio. Parece haberse vuelto loco.
Nos inflama las mucosas cuando el aire contiene polen, nos destruye las células que producen insulina, nos cierra la glotis sin motivo, nos activa un estado salvaje de alerta-protección de la cabeza porque ha salido viento sur o es fin de semana, nos quita las ganas y la fuerza necesaria para levantarnos de la cama y afrontar el día a día, no nos duerme, nos obliga a comer todo lo que pillemos (aún cuando nos sobren varios kilos), a aspirar el humo tóxico del tabaco… y un largo y creciente etcétera de despropósitos.
El sistema neuroinmune es el que gobierna el organismo y puede convertir la vida en un infierno absurdo, injustificado.
La cuestión es:
¿Por qué? ¿Qué sentido evolutivo tiene? ¿Qué es lo que falla?
Para empezar, debemos ser conscientes de que un organismo es un sistema complejo, compuesto por muchos componentes que interactúan de modo complejo, bidireccional e impredecible. Por si no fuera suficiente complejidad, el organismo tiene que lidiar con un entorno también complejo, impredecible, dando lugar a interacciones complejas e impredecibles cuyo objetivo es la supervivencia individual y colectiva.
La cultura experta de organismo ha mejorado la expectativa de vida, ha cumplido con el objetivo biológico de la supervivencia, pero las estadísticas dicen que ese plus de supervivencia es de años de mortificación e invalidez injustificadas. Vivimos mal, pero no mejor (en términos subjetivos). Tenemos de todo y más, pero nos sentimos fatal, doloridos, cansados, desmotivados, insommes y desconcentrados.
Dicen los expertos que influyen muchos factores: genes, estreses, hormonas, mala calidad ambiental, mala alimentación, estilos sedentarios de vida o los contrarios, excesivamente movidos.
Hay veces que la mortificación queda bien explicada y justificada por la enfermedad, pero es mucho más frecuente que el sistema neuroinmune nos agüe la fiesta de la vida con su proceder descabellado.
No soy experto en inmunidad y prefiero permanecer callado, sin opinar, pero mi limitado conocimiento del proceder neuronal defensivo me permite proponer la hipótesis de la iatrogenia inducida por la cultura experta. El subsistema neuronal defensivo nos crea más problemas de los que resuelve, no por una genética determinística ni por una mala conducta del individuo, sino porque la información experta induce al modo de alerta-protección innecesariamente.
Si pudiéramos preguntar al subsistema neuronal defensivo por qué hace lo que hace, contestaría que es por la supervivencia.
– ¿Por qué una crisis de migraña?
– Pues porque los fines de semana la cabeza corre riesgo de destruirse.
– ¿Estás loco?
– Es lo que me han contado. Yo no entiendo de biología. Me limito a aplicar la información recibida. Lo que compruebo es que los fines de semana hay movida y eso me hace pensar que algo pasa.
Realmente, el subsistema neuronal defensivo no sabe biología. Se la han contado los expertos y actuará en función de la información recibida, cuando no puede contrarrestar esa información con la experiencia. Es más, la experiencia facilitará el sesgo de confirmación, cronificando el absurdo.
– ¡Cuidado con la cabeza!
– Dolor, naúseas, intolerancia sensorial…
– Migraña. Cerebro anormal, genético.
– Refuércese la vigilancia y protección de la cabeza…
El subsistema neuronal llega a creerse sus desvaríos, su historia, su idea de cabeza vulnerable. Intentará que el individuo cumpla con lo que le han dicho debe cumplir: las terapias, los consejos saludables…
– ¡Tómate el calmante! ¡Al cuarto oscuro!
No se me ocurre otra cosa para desactivar este proceso kafkiano que poner en entredicho la información experta y darle un revolcón. No por capricho, sino porque tenemos nuevo conocimiento biológico que nos autoriza a contar otras cosas al subsistema neuronal.
En esta cuestión de los “síntomas (mortificación e invalidez) sin explicación médica” creo que debemos aportar explicaciones biológicas que puedan desbaratar toda la información experta previa.
La cultura es biología. La narrativa es la función biológica más importante en la gestión neuroinmune. La cultura crea a veces monstruos, delirios, alucinaciones, fobias, adicciones…
Know pain, no pain.
Buenas Arturo, es posible que uno esté trabajando bien en la reprogramación cerebral pero el ciclo de la medicación impida los progresos??
José: cuando se simultanean dos estrategias contrapuestas (fármacos versus educación) aparece la disonancia cognitiva y puede que una de las opciones triunfe e impida el cambio de creencias. En ocasiones se puede aceptar el uso de fármacos, pero como apoyo a la transición o consumo ocasional cuando uno no consigue controlar el dolor. Para aprender a flotar se pueden utilizar ayudas (incluso pastillas para flotar-placebos), pero el objetivo es el de conseguir la convicción de flotabilidad.