No brain, no pain
El cerebro está de moda. Lo que antes correspondía al alma, el espíritu, la psique o la mente se ha concentrado en él. Todo es cerebral.
El dolor (y otros síntomas) también son una cuestión de cerebro. No brain, no pain.
Indudablemente el cerebro existe y sin él no tendríamos conciencia, percepciones, emociones, reflexiones, decisiones, acciones…
El cerebro no es un zombi
Sin cerebro no hay dolor, pero no es un órgano zombi, aislado en sus ensimismamientos. Es una parte de un todo sistémico, complejo, adaptativo.
Desde hace unos años, me refiero al cerebro lo menos que puedo y en su lugar cito al sistema neuroinmune, el encargado de evaluar, predecir amenazas a la integridad física y funcional del organismo y actuar (a poder ser, preventivamente) para minimizar el daño.
Mi hija Maite me informa de un tweet en el que se critica mi identificación (sustitución) de “cerebro” con “sistema neuroinmune”:
El cerebro sólo es una parte del sistema neuroinmune
Para mí es importante referirme al “sistema neuroinmune” en vez de al cerebro. Intentaré explicarme.
Evidentemente, no identifico una parte (cerebro) con el todo (sistema neuroinmune). Ni siquiera el sistema neuroinmune es el todo. Sólo es una parte del organismo y este tampoco es el todo definitivo, ya que está insertado en el mundo, en su soporte material e informativo.
Hoy en día, se acepta que la red inmune y la neuronal son subsistemas altamente integrados, con mensajeros comunes. Cada uno tiene sus competencias a la hora de detectar amenazas: la red inmune evalúa moléculas señal, tratando de detectar gérmenes patógenos y células propias poco fiables y la red neuronal complementa la vigilancia con sensores de energía peligrosa térmica, mecánica y química. La respuesta defensiva está integrada. La información fluye siempre entre ambos subsistemas.
Filogenia y ontogenia neuroinmune
Los dos subsistemas vienen al mundo con bastante aprendido (componente congénito), pero deben aprender del error y tratar de minimizarlo (componente adquirido).
La información de lo que sucede en los tejidos la provee la red periférica vigilante de células inmunes y neurales y la memoria predictiva de los sucesos se cocina en los centros correspondientes inmunes y neurales.
Existe una jerarquía descendente, tanto en el subsistema inmune como en el neuronal, que deja constancia de la evolución de nuestra especie (filogenia) y como individuos (ontogenia).
El sistema neuroinmune no manda. Integra información
No se trata de una cuestión de poder, sino de disponibilidad de información integrada, de conocer de antemano lo que cada nivel del sistema hace si se le deja.
El nivel periférico sólo entiende del presente y se limita a responder de modo reflejo a los sucesos (inflamación frente a la necrosis; reflejos de evitación de nocividad). A medida que la información sobre los sucesos de los tejidos asciende hacia los centros de procesamiento, la respuesta es más global, pero sigue siendo refleja o automatizada, rápida (el tiempo es oro).
El circuito córticotalámico, la capa superior de procesamiento, responde también a la información tisular, pero lo hace contextualizando los datos y modulando las respuestas de los niveles previos.
En una situación de peligro (león, fuego, lucha…) impondrá su evaluación y su jerarquía. Además no esperará a que lleguen datos de consumación de daño o presencia de energía peligrosa físico-química-térmica o biológica (germen patógeno). Aplicará su momento evaluativo aunque no haya informes de daño real o potencial.
Si la acción preventiva recibe el placet del circuito evaluativo córticotalámico, el subsistema neuronal tenderá a automatizarse y actuar de modo reflejo ante la presencia de una variable o escenario que está codificado como amenazante, aunque no lo sea.
Si un día lluvioso o un fin de semana desencadena una crisis de migraña y el circuito córticotalámico (“cerebro”) evalúa todo el episodio como correcto, liberará un chorro de dopamina que inducirá el mismo error. La toma de decisión pasará a niveles de rango inferior, más automatizados, subcorticales.
El cerebro es una parte del todo neuroinmune, pero también tiene sus partes (reflexivas, explícitas, lentas… versus automatizadas, implícitas, rápidas…).
El cerebro construye la narrativa de la interacción compleja del organismo con el entorno. Esa narrativa incluye datos de los tejidos, respuestas previas neuroinmunes, previsiblemente automatizadas.
El individuo consciente es también una parte del todo y actuará de modo automático, inducido por la cultura experta.
En definitiva, todo es muy complejo, constituido por partes complejas, integradas en niveles sometidos a la jerarquía de cada escenario. El peso de la información fluctúa entre los tejidos y los centros que evalúan esa información en tiempo real, pero desde la perspectiva contextual e histórica.
No identifico “corazón” con “aparato circulatorio”.
Simplemente prefiero reflexionar sobre “aparato circulatorio” y no limitarme a “corazón” y, ya puestos, prefiero utilizar el término “neurocirculatorio” que “circulatorio”.
La razón es sencilla.
Todo es muy complejo, sistémico.
Know neuroimmune system.
Estoy leyendo desaprender la migraña.. Voy por la mitad y todo me hace mucho sentido. Quería saber sus comentarios acerca de la disautonomia?
Rocío: el Sistema Nervioso autónomo puede funcionar mal por enfermedades que lo afectan (diabetes, polineuropatías hereditarias, fármacos) pero también puede generar respuestas inadecuadas, excesivas, estando sano. Por ejemplo al ponernos de pie hay una respuesta autonómica que trata de compensar el efecto de la gravedad: aumenta la frecuencia cardíaca y se produce una vasoconstricción con aumento de la presión arterial. Gracias a ello no perdemos el conocimiento al incorporarnos. Esa respuesta fisiológica puede exagerarse en estados de alerta e inducir taquicardia exagerada, hipotensión e incluso pérdida de conciencia. En mi opinión lo que procede es desactivar la vigilancia y desviar la atención hacia las tareas en curso.