Si padeces dolor u otros síntomas podemos ayudarte en GoiGroup, la nueva plataforma que hemos creado con Arturo Goicoechea dedicada a pacientes y profesionales.


¡Exijo una explicación!

¡Exijo una explicación!

Anne Carson es una escritora canadiense que ha recibido este año el premio Princesa de Asturias de las Letras.

De ella es la frase: “El dolor es algo que exige una explicación”.

“Yo como alcalde del pueblo os debo una explicación y esa explicación os la voy a dar”, prometía y no cumplía Pepe Isbert en la memorable arenga de “Bienvenido Mister Marshall”.

El dolor exige una explicación y hay muchas en el mercadillo de las explicaciones. Al paciente le interesan las explicaciones, pero no las exigen demasiado. Se conforman con recibir una solución, sin importar cuál sea, siempre que les resulte conocida, políticamente correcta.

En la consulta dedicaba mucho tiempo a explicar el complejo origen del dolor. Una mayoría de pacientes (en torno al 70% de migraña y 50% de fibromialgia o dolor crónico) las aceptaba o, al menos, les prestaba atención. El resto no volvía a la revisión concertada.

En algún caso, observando la expresión de desencanto del paciente tras la perorata, preguntaba:

– ¿Qué, no le convence?

– Pues, no. No me da ninguna solución.

– ¿Hemos perdido el tiempo?

– Pues sí, la verdad.

Los pacientes de dolor deberían exigir una explicación. Antes que nada, saber si el dolor es debido a una enfermedad-lesión que lo explique y justifique desde criterios biológicos.

– Es todo normal. No tiene nada.

– Entonces, por qué me duele. Exijo una explicación.

– Yo, como médico suyo que soy, le debo una explicación y esa explicación se la voy a dar…

Afirma la IASP que el dolor es una “experiencia distresante asociada a daño real o potencial y que contiene componentes sensoriales, cognitivos, emocionales y sociales”.

El no “tener nada” quiere decir que el componente sensorial no pinta nada y que la explicación de ese dolor sin daño está en el resto de los componentes: cognitivos, emocionales y sociales. Hay que tomarse bastante tiempo para explicar al paciente de qué va eso.

Yo les explicaba una base conceptual, les facilitaba unos folios sobre “dolor y cerebro” y concertábamos la primera revisión para comentar su contenido.

La consulta duraba en torno a una hora y las revisiones también. Exigí a la dirección del Centro disponer de ese tiempo en la programación. Jamás tuve problemas de demora. En realidad, si dedicas el tiempo necesario al inicio del proceso no pierdes el tiempo, sino que lo ganas. La inversión en una buena explicación es rentable desde todos los puntos de vista.

Una vez jubilado, a instancias del Dr Aguirrezábal, colaboré en los grupos de pacientes de migraña, en el Centro de atención primaria de San Martín, de Vitoria y, más adelante pusimos en marcha los cursos intensivos en la Clínica de mi hija y yerno (Maite y Asier), actualmente “GoiGroup”.

Me ofrecieron dar cursos sobre dolor y movimiento y acepté encantado la propuesta.

Escribí unos libros, edité el blog (2009) y recientemente con Goigroup los cursos online para migraña y dolor en general.

Los pacientes están adoctrinados en la búsqueda de etiquetas diagnósticas y terapias. Las consumen todas y una vez consumidas, en muchos casos se encuentran en el modo “náufrago” sin saber ya a dónde recurrir.

Algunos de ellos dan con nuestra oferta o la de otras similares y deciden probar.

Son minoría, pero los resultados son buenos.

Anne Carson tiene razón. La explicación sobre dolor es exigible.

Dice la OMS que el paciente tiene derecho a que los profesionales hagan todo lo que está en sus manos para mitigar el sufrimiento.

Eso exigiría no una explicación cualquiera, sino la que contenga la mejor evidencia científica, y eso lleva tiempo.

– Buenos días. Tengo dolor y exijo una explicación. Tómese todo el tiempo que quiera, pero necesito saber, a Ciencia cierta, por qué me duele si no tengo nada.

– Le explico el proceso. Necesito su tiempo y su atención. Lea esto. Quedamos para dentro de una semana.

No me lo explico. Por qué los pacientes no exigen esa información tan consustancial al dolor (componentes cognitivos, emocionales y sociales), se conforman con las habituales, y rechazan la oferta pedagógica de la biología, simplemente por resultar desconocida y contraria a las creencias y expectativas archiconocidas.

No pierda más tiempo. Inviértalo en conocer la trama biológica del dolor. No deje que su sistema neuroinmune trabaje en la incertidumbre, en el miedo.

Know pain, no pain.


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