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Léxico muscular. Tenemos problemas (al menos yo)

En torno al denominado “dolor músculoesquelético” tenemos serios problemas. Al menos yo.

Ya el término “dolor músculoesquelético” resulta confuso:

El paciente relata dolor en una zona en la que hay músculos, huesos y articulaciones y supone que se trata de un dolor “muscular”. Puede que el profesional así lo corrobore, pero, realmente, ¿qué queremos decir?

Presumiblemente algo está dañado o no funciona adecuadamente, pero podría ser que en los tejidos de la zona dolorida no exista patología ni disfunción objetiva, sino simplemente el dolor expresa un estado de alerta-protección no justificado.

En mi opinión, “dolor músculoesquelético” es un término inadecuado. En su lugar, podríamos limitarnos a describir: dolor sentido en la zona del hombro, lumbar, cervical, cabeza, abdominal, rodilla… y proceder a averiguar la causa. Añadir “músculoesquelético” presupone un juicio precipitado y, en muchos casos, erróneo.

Seguimos con más problemas

Dando por sentado que el dolor es “musculoesquelético” y habiendo descartado previamente lesiones músculoesqueléticas, recurrimos a términos como sobrecarga, distensión, rigidez, contractura, nudos, acortamiento o dureza.

Sinceramente, no soy capaz de hacerme una idea de lo que quieren expresar, respecto al estado estructural o funcional de los músculos.

La rigidez es un concepto subjetivo del paciente, igual que dolor.

Los demás son conceptos subjetivos por parte del profesional, apreciaciones de la exploración (contractura, nudo, acortamiento, dureza) o conjeturas sobre el origen (sobrecarga, distensión).

Suponiendo que la apreciación subjetiva de la exploración pueda objetivarse (por ejemplo la dureza), no se puede atribuir una causalidad respecto al dolor. Un músculo duro puede ser indoloro y uno blando, doloroso a la palpación.

Cuando duele en el contexto del movimiento o postura, tendemos a dar por sentado que el origen es músculoesquelético y utilizamos términos como los descritos para despachar la compleja cuestión del origen.

Quizás, el término más utilizado entre todos ellos es contractura. Sinceramente, no soy capaz de imaginar a qué estado fisiopatológico puede corresponder. En cualquier caso, quien lo utiliza debería matizar y concretar a qué disfunción muscular se refiere.

La biomecánica muscular es tremendamente compleja. El músculo no sólo contiene fibras musculares (el elemento contráctil). Un complejo andamiaje de tejido conjuntivo envuelve las fibrillas musculares. Factores viscoelásticos, de la propia fibra muscular, y de los componentes del tejido conjuntivo, y el que exista en ese momento una orden neuronal, pueden influir en el rango de movimiento en una articulación, pero su responsabilidad en la proyección de dolor a la conciencia es, al menos, cuestionable.

En ausencia de daño-inflamación de los tejidos del músculo o de estrés metabólico, la actividad muscular es inofensiva y, por tanto no debería resultar dolorosa.

Desde mi punto de vista, previsiblemente expuesto al sesgo como neurólogo, si el movimiento o la postura es dolorosa y no existe daño real o potencial en los componentes tisulares del músculo, deberíamos plantear el origen evaluativo erróneo, al menos como una hipótesis plausible, y no precipitarnos a utilizar términos de confusa significación.

Cada vez que escribo sobre cuestiones músculoesqueléticas busco en pubmed información para opinar con fundamento, pero compruebo que otros también comparten mis objecciones.

– Tiene usted una contractura. Por eso duele.

¿Qué quiere decir?

¿Se ha quedado el sarcómero congelado en la fase de contracción, como si se tratara de una “miotonía”?

¿Es un calambre muscular?

¿Hipertonía?

¿Músculo poco relajado?

¿Los tejidos blandos no musculares limitan la excursión articular?

Los interesados en esta objección pueden acceder al estupendo blog de Paul Ingraham.

Puede que sean cosas mías, “fuegos de artificio” como me dice alguien en Twitter.

Me encantaría que cada profesional o paciente que utilice el término “contractura” me explicase lo que quiere decir, desde el punto de vista fisiopatológico.

En los cursos a Fisioterapeutas lo solicito y, hasta ahora, sólo encuentro el silencio.

No hay que perder la esperanza.

El músculo es más complejo de lo que podemos imaginar. Hay muchas cosas que ignoro y, quizás, mi ignorancia me impide comprender el significado meridiano que para otros tiene.



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2 comentarios en «Léxico muscular. Tenemos problemas (al menos yo)»

  1. Buenas noches Arturo… quería decirte que es un artículo muy bueno y los anteriores también…yo estoy encantada con la teoría y me parece cierta pero a veces me planteo algunas preguntas como por ejemplo… si tienes un dolor en una zona en la que no hay daño potencial ni daño consumado y haces todo lo posible para que se vaya ese dolor … aplicando la teoría…y lo consigues porque sabes hacerlo , entonces has disuelto el estado evaluativo erróneo…y mi pregunta es que… si cuando tenemos daño real y no lo sabemos y hacemos todo lo posible para que se vaya … el cerebro también aceptaría y no nos dolería o es imposible que no nos duela…? porque en este caso si dejaría de doler sería contraproducente para el cuerpo ya que nos moveríamos en un contexto en el que no nos tendríamos que mover…
    Espero haberme explicado…
    Gracias por la respuesta…!

  2. Eva: siempre hay una cuota de incertidumbre. Se trata de minimizar esa inseguridad. Los estornudos pueden ser debidos a un catarro o una reacción alérgica. Son indistinguibles, pero aprendemos a diferenciarlos con el tiempo. Lo que no debe suceder es desconocer que existen las alergias , los errores evaluativos del sistema neuroinmune. El dolor es como el estornudo. A veces hay daño y otras muchas no. Además del dolor hay otros síntomas y otros datos para descartar si una crisis de dolor y vómitos es una crisis de migraña o una meningitis.

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