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Despreciable placebo

Siempre me sorprendió el efecto placebo.

Dejó de sorprenderme cuando tuve conocimiento de que existía la cognición como un producto biológico a considerar. Un artículo de Wessely sobre modificación de cogniciones y Síndrome de fatiga crónica me abrió los ojos. El drama de la mortificación e invalidez del Síndrome de fatiga crónica (o “encefalitis miálgica”, si se prefiere) podía disolverse en bastantes casos desvelando y modificando creencias.

Me centré en informar a los pacientes de la importancia de sus creencias y expectativas y a cuidar lo que yo les daba como información a ser tenida en cuenta.

Daniel E,. Moerman escribió un libro: “Meaning, Medicine and the placebo effect“.

La tecnología de neuroimagen no dejaba lugar a dudas: el efecto placebo era algo tangible. Una información verbal modificaba sustancialmente la conectividad de la red neuronal, la circulación de opiáceos endógenos y la modulación inhibitoria descendente.

Una crisis de migraña, es decir, un dolor insoportable, con vómitos e intolerancia sensorial, puede disolverse con nada sustancial, material: una información engañosa: “le hemos dado un potente analgésico” (je, je).

Un tratamiento preventivo sin-sustancial (placebo) puede disminuir significativamente los días de migraña.

Los estudios de eficacia de nuevos fármacos tienen que aceptar la comparación con el grupo placebo.

Si el grupo que ha recibido el fármaco obtiene mejor resultado que el engañado, se concluye que el fármaco es superior a la nada y que por tanto está justificado el uso.

Sorprende en las discusiones de los artículos que no se reflexione seriamente sobre el efecto de la expectativa:

Sin hacer nada sustancial obtenemos un efecto sustancial.

Doramos la píldora y la crisis se va en un porcentaje de casos a considerar.

¿Qué sucede ahí arriba?

¿Cómo puede ser que un engaño acabe con esa situación infernal?

¿Es todo psicológico? Ya estamos con lo mismo…

Nosotros en los cursos explicamos la trama biológica del sistema neuroinmune, el aprendizaje, sus limitaciones y riesgos. Podría interpretarse que estamos haciendo más de lo mismo: engañamos al cerebro con falsas promesas… Introducimos falsas creencias y expectativas…

Pues no.

Nos limitamos a aportar información.

“No es cierto que el dolor surge de unas meninges inflamadas…”

“No es cierto que el cerebro no duele” y otras descalificaciones.

“Aunque no lo sepa, la crisis expresa en la conciencia un estado de alerta-protección injustificado”

“En la cabeza no está sucediendo nada amenazante”

“Usted no tiene que registrarse y menos aún, culpabilizarse”

“Tenemos que trabajar las creencias y expectativas del sistema”

No se trata de ofrecer terapias, sino información y el modo de aplicarla.

Lo que hacemos no es optimizar el placebo, utilizando el engaño, sino tratar de neutralizar el efecto nocivo de creencias aprendidas, es decir, el nocebo.

Primum non noce(be)re.

Hay mejores y peores técnicas de hacerlo, pero no podemos, por cuestiones éticas, ignorar lo fundamental: puede que los profesionales estemos alimentando falsas creencias y expectativas y ello nos obliga a denunciarlo.

No parece ético sostener la industria del tabaco y ofrecer en el mismo establecimiento terapias exitosas para dejar de fumar.

– Buenos días. Un paquete de cigarrillos.

– Tendría que dejar de fumar. El tabaco es un tóxico adictivo que perjudica seriamente su salud. El tabaco mata. Lo pone en la cajetilla.

Al parecer, la advertencia de la calavera aumenta la ansiedad y el consumo. Incita a encender el cigarrillo.

– Lo único que me quita las ganas de fumar es el tabaco. Déme un tabaco bueno. Usted sabrá.

– El que usted prefiera. Hay una escala de marcas de menos a más.

– Los bajos en nicotina no me hacen nada. Necesito algo más fuerte…

– Lea este folleto sobre tabaco y sistema neuroinmune. Quizás le ayude a afrontar lo de las ganas de encender cigarrillos desde otra perspectiva.

– No me interesa. Déme una marca buena, más fuerte.

Las metáforas son sólo metáforas. El cerebro las adora. El problema es que están muy disputadas. Cada uno selecciona la que más conviene, la que mejor se adapta a sus creencias.

– Déme un buen placebo, por favor. No quiero seguir fumando.

– ¿Qué quiere que le diga?

Efecto placebo. Efecto creencia.

Know pain, no pain.

Biología.

No vendemos tabaco (humo).