He leído un libro que no tiene desperdicio. No contiene mierda, sino todo lo contrario, aunque trate sobre ella: ¿Por qué creemos en mierdas? (y aquí el libro, de Ramón Nogueras).
Una parte sustancial de la población padece dolor y otros síntomas sin que nada patológico, aparentemente, explique y justifique sus dolencias. He dedicado la mayor parte de mi vida profesional a tratar de comprender por qué. De esa indagación surgió mi hipótesis del “Error evaluativo neuroinmune”.
Error evaluativo neuroinmune
No hay que desvelar ninguna patología: el organismo es normal. Tampoco es necesario que el individuo más o menos consciente tenga desviaciones psicológicas. Un tipo razonablemente normal.
Simplemente, el organismo es idiota. Tal como propone Ramón Nogueras: creemos en mierdas. Todos incurrimos en esa coprofilia cognitiva. La lucha por la supervivencia, la dependencia de la información de expertos o iluminados, la exigencia del amparo social y la necesidad de mantener una coherencia en la narrativa que habitamos, nos lleva a esa lamentable situación.
El sistema neuroinmune es el encargado de construir esa narrativa y exigirnos la conducta que más se adapte a lo que cree, aunque sea una mierda.
La evaluación de cuanto hacemos o pensamos hacer o dejar de hacerlo, es un proceso continuo, básicamente inconsciente, predictivo, que se proyecta en la misteriosa pantalla de la conciencia en forma de percepciones, pensamientos, deseos, temores, intenciones, acciones, valoraciones… que damos por sentado las hemos construido nosotros, voluntariamente (el mito del YO).
En los cursos, explicamos la hipótesis del error evaluativo. Hablamos del cerebro idiota, la disonancia cognitiva (Ramón lo explica perfectamente, ved el vídeo y leed el libro), la socialización de lo que damos por cierto como creencia y adecuado como conducta (Vicente va donde va la gente).
El cerebro no está enfermo. La red defensiva no ha sufrido un proceso de “sensibilización central”. El individuo es majo. No hay que sacar sus trapos sucios ni sus supuestas carencias o excesos. El cerebro no nos engaña. No es un cachondo.
El cáncer, la alergia y las enfermedades autoinmunes son la consecuencia de un error evaluativo del sistema inmune. No aprecia peligro en la proliferación descontrolada de unas células corruptas, o decide exterminar células sanas o protegernos de un aire inofensivo primaveral. Todo ello porque ha construído unas creencias de mierda que no reconoce ni corrige, sino todo lo contrario: las refuerza (sesgo de confirmación). No hay engaño ni cachondeo. Sólo mierda evaluativa.
La migraña, fibromialgia, dolor crónico y una interminable lista de etiquetas también proceden de un conjunto de creencias y expectativas que el sistema nervioso mantiene a capa y espada.
Todos tenemos mierda en nuestros credos, profesionales y padecientes. Todos somos víctimas de sesgos de confirmación. El mandato biológico de la supervivencia impone una cuota variable de mierda cognitiva y conductual.
Lo menos que podemos hacer como profesionales es divulgar esa mierda, aunque al hacerlo nuestro organismo y su ego no acepte que se diga lo contrario (disonancia cognitiva).
El proceso evaluativo contiene errores. Hay que detectarlos y librarse de ellos.
De otro modo incurriremos en el “error evacuativo”.
Seguiremos padeciendo la misma mierda.
Know pain, no pain.
Know shit, no shit.
No la cagues…
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B R A V O
No hay más mierda que añadir, su señoría….
Un fuerte abrazo,