Si padeces dolor u otros síntomas podemos ayudarte en GoiGroup, la nueva plataforma que hemos creado con Arturo Goicoechea dedicada a pacientes y profesionales.


Síndromes irritantes

Las células son entes excitables e irritables. Detectan y evalúan (perjuicio-beneficio) los estímulos y responden de modo que puedan seguir vivas.

Un organismo es una sociedad de individuos celulares autóctonos (células provenientes del genoma propio) y migrados (diversas floras bacterianas y órganos transplantados). Mantiene también la propiedad de la excitabilidad y la irritabilidad, referida al interés colectivo.

El sistema neuroinmune está constituído por estirpes celulares que se especializaron en la excitabilidad e irritabilidad, individual y colectiva (sistémica). Ello les permitió hacerse con el poder, el gobierno, la gestión de la libertad de cada individuo celular y del colectivo (organismo).

La conciencia es esa pantalla misteriosa en la que el sistema neuroinmune (excitable e irritable) expresa sus estados de excitación e irritación al individuo, haciéndole propuestas conductuales “que no podrá rechazar” (El Padrino. F. F. Coppola). Con el picor el sistema neuoinmune hace al individuo la propuesta de rascarse, una propuesta difícilmente rechazable.

El individuo también es excitable e irritable y cada recado neuroinmune es recibido con más o menos irritación, de signo positivo o negativo.

El dolor contiene un respuesta irritativa de signo negativo. Contraría los planes del individuo. A veces con motivo y otras sin él.

Cuando se ha producido un daño (quemadura, infección, herida) lo que irrita al individuo no es el dolor sino el daño. El sistema neuroinmune consigue con el dolor que el individuo acepte esa “propuesta que no podrá rechazar”y no utilizará la zona inflamada (en reparación) hasta que las altas esferas lo autoricen.

Lo mismo pasaría con el picor si hubiera un parásito o una molécula evaluada como nociva por la piel. El sistema neuroinmune le haría esa propuesta conductual difícilmente rechazable del rascado.

Como sucede con el poder de gobernar, existe siempre la tentación de ejercerlo a base de restringir la libertad de acción del gobernado, en aras de la seguridad.

El gobierno de un sistema biológico complejo adaptativo como es una sociedad de células o de individuos no es tarea fácil. No se trata de responder adecuadamente a lo que sucede, sino de anticiparse a los posibles sucesos, pre-venir.

El sistema neuroinmune dispone de un conocimiento validado por unos pocos miles de millones de años de evolución de la vida (materia excitable e irritable, capaz de extraer y retener información, es decir predicción y actuar de modo adaptativo). Ejerce el poder desde un conocimiento fiable. Sus evaluaciones y propuestas conductuales no pueden ni deben rechazarse porque proceden de un conjunto de creencias y expectativas consolidadas evolutivamente y que compartimos con muchas otras especies.

La fiabilidad del gobierno neuroinmune es cuestionable para el componente adquirido, es decir, para la información adquirida a lo largo del aprendizaje.

Esa información está contenida en la interacción de cada organismo con cada entorno y el sistema neuroinmune irá extrayéndola a base de error-ensayo-error. No siempre consigue acertar en sus evaluaciones de amenaza.

Pueden crecer en el interior colonias de células delincuentes, asociales, que consiguen burlar los servicios de seguridad neuroinmune y recibir, incluso, un trato de favor. Hablamos del cáncer, un falso negativo.

Por el contrario puede evaluarse como una amenaza la actividad de células sanas e inofensivas del organismo y decidir su eliminación (enfermedades autoinmunes) o apreciar peligro en el aire que se respira o contacta con las mucosas de ojos y narices o en lo que el individuo come, y dar lugar a propuestas conductuales que el individuo no podrá rechazar, como estornudar o frotarse los ojos, o sufrir las consecuencias de quedarse sin riñones, por ejemplo.

El subsistema neuronal del gobierno neuroinmune es el responsable de que padezcamos, innecesariamente, dolores y otros síntomas desagradables que nos excitan e irritan. Cuando no hay motivo biológico que los justifique debiéramos ofendernos e indignarnos con el gobierno neuronal, pero eso no nos llevaría mas que a un desahogo improductivo.

Lo que procede es investigar la información que maneja el subsistema neuronal.

Todos los poderes saben apreciar el poder de la información para hacerse con la facultad de dictar e imponer leyes, normas de conducta, cuyo incumplimiento genera penalidades, padecimiento.

Una información es como un ser vivo que compite con otras de signo contrario. Se producen asociaciones de datos, teorías, marcos complejos de atribución de significado a lo que el individuo hace o deja de hacer. En la red neuronal sucede lo mismo que en las redes sociales. Abundan las noticias falsas mal o bienintencionadas, que se benefician del éxito conseguido aun cuando impliquen perjuicio para el individuo. Hay informaciones que sufren bullying. Son sometidas al aislamiento. Se tergiversan, son objeto de calumnias … Hay trolls …

Puede que en el gobierno neuronal operen mafias cognitivas que se disputan la validación de la información.

Puede que el sistema neuroinmune acabe actuando como un matón de barrio o como un sistema policial que no deja llevar una vida normal y exige adquirir todo tipo de salvoconductos para poder salir a la calle.

– ¿Ya te has tomado el ibuprofeno?

Todo esto no es más que una metáfora. Todos tenemos metáforas para todo. Cuide las suyas. Procure que sean válidas.

En general los padecientes no tienen metáforas biológicas para el subsistema neuronal. Han normalizado el gobierno aunque sea un régimen que penaliza el ejercicio libre de los derechos del individuo.

“Le haré una oferta que no podrá rechazar” (El Padrino F.F.Coppola)

Las mafias también son excitables e irritables.

Así es el sistema neuroinmune adquirido (aprendido) en muchas ocasiones.

Saber que es así puede que no sirva para librarse de él, pero es una condición necesaria para empezar a espabilarse.

Know pain, no pain