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Educación patógena en Neurociencia del dolor

Ha cogido fuerza en los últimos años la Educación terapéutica en Neurociencia del dolor. Se explica a los pacientes cuestiones básicas sobre neurofisiología del dolor, haciéndoles saber que dolor no es igual a daño, que moverse no es perjudicial sino todo lo contrario y que deben aplicar lo que han aprendido para perder el miedo y comprobar que el conocimiento es terapéutico: alivia el dolor.

Lo que se les explica en la terapia educacional es contrario a lo que en general les han contado los profesionales previamente. Su problema es que habían recibido una Educación patógena en Neurociencia del dolor.

Los recién nacidos vienen al mundo con una Educación terapéutica en Neurociencia de muchas cosas. Está escrita en los circuitos que permiten al bebé succionar con rara habilidad el pezón de la madre, coger los objetos que se ponen en la palma de la mano, berrear si hay algo que les perturba y, sobre todo, desarrollar a través del aprendizaje, habilidades complejas como ver, oir, oler, caminar, hablar … sentir dolor …

El término terapia proviene de una palabra griega que significa cuidado, atención, protección. El terapeuta es quien facilita cuidados. El sistema neuroinmune es el terapeuta del organismo. Nos cuida y protege sin descanso aunque no seamos conscientes de su actividad. Tampoco somos conscientes del filtrado glomerular renal, la producción de hematíes y lecucocitos, la muerte y nacimiento programados de las células o cualquier otro proceso biológico.

El terapeuta interno no necesita en general terapeutas externos para cumplir con sus tareas. De cuando en cuando aparece una situación comprometida: una quemadura, una fractura, una infección, algo que destruye un área corporal. El terapeuta interno se encarga de regenerar la zona. La inflamación es la respuesta inicial a la que seguirá la proliferación de nuevo tejido y su remodelación. En general hace bien su trabajo y no necesita la ayuda externa, aunque no está de más su asistencia prudente.

El dolor expresa en la conciencia que la zona en la que lo sentimos se encuentra en estado de alerta-protección. Como se trata de una experiencia desagradable solicitamos al terapeuta externo que haga algo para librarnos de él. Puede que aparezca el alivio y que la reparación del tejido dañado sea exitosa (a pesar de los antinflamatorios externos) y que todo vuelva a la normalidad.

El problema surge cuando en la conciencia aparece el dolor y no hay ningún daño que lo explique y justifique. El sistema neuroinmune, el terapeuta interno, está en modo alerta-protección sin necesidad, generando además de la experiencia desagradable del dolor un estres a los tejidos de la zona doliente. La información que está operando en el sistema neuroinmune no es correcta. Es una información patógena.

¿De dónde ha surgido esa información. ¿Cómo se ha generado esa educación patógena en neurociencia del dolor?

La respuesta es clara: la información sobre organismo la recibe el sistema neuroinmune de los profesionales. Es una extraña educación. No tiene en cuenta que el dolor es una cuestión de neuronas y no es consciente de que estas son muy sensibles a lo que se les informe sobre dolor, su significado.

El organismo está medicalizado en exceso. Se le aplican múltiples etiquetas diagnósticas aun cuando esté razonablemente sano y se proponen no menos terapias para resolver los errores de evaluación de amenaza que genera la educación patógena en neurociencia del dolor.

Nunca me ha gustado el término terapia acoplado a la información, pero es lo que se lleva ahora.

El paciente acude al profesional solicitando ayuda externa para el sistema neuroinmune, aunque no sea consciente de ello. Esa ayuda en el dolor kafkiano puede hacerlo todavía más kafkiano, añadiendo más educación patógena en neurociencia del dolor o puede iniciar el proceso de desenmarañar la compleja trama neuroinmune educativa que lo generó.

– Tiene usted un clavo en el zapato. Hay que operar (el zapato).

La ayuda externa soluciona el problema con una mínima intervención educativa en neurociencia del dolor.

– Tiene usted un clavo en el talón. Hay que operar (un “espolón” interno).

La ayuda externa puede añadir más gasolina al fuego. Puede ser una intervención educativa patógena en Neurociencia del dolor.

Hay intervenciones terapéuticas que ocultan el componente educativo patógeno en neurociencia del dolor.

Necesitan una terapia de signo contrario, centrada en desactivar una trama enredada de creencias, expectativas, emociones y desamparo social.

Si se quiere llamar terapia a una intervención informativa, que se llame, pero es una redundancia.

– ¿Qué le dijeron? ¿Qué piensa usted?

Con la narrativa del paciente encima de la mesa lo que procede es aplicar los cuidados oportunos: desbaratar esa narrativa.

– ¿Sólo hablando? ¿Sin terapias?

Información basada en biología neuroinmune. Es lo que el terapeuta interno, el sistema neuroinmune, necesita para hacer bien su trabajo y salir del bucle kafkiano en el que le ha metido la intervención educativa patógena en neurociencia neuroinmune del dolor.

Know pain, no pain.


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2 comentarios en «Educación patógena en Neurociencia del dolor»

  1. Querido Arturo, excelente analogía sobre terapeuta interno y externo (que es lo mismo que ser libre y esclavo de cualquier cosa externa). Mil gracias por estar ahí enseñándonos y persistiendo en dar lo mejor de tu sabiduría en tus escritos… aunque los comentarios de los lectores brillan por su ausencia…. El confinamiento y el pánico ambiental (por otro lado razonable) parece provocar un enmudecimiento colectivo preocupante.
    De nuevo, mil gracias y un fuerte abrazo

  2. Susana: es comprensible. La ciudadanía está a otra cosa. Veremos cómo queda reseteado el bolo con este virus viral. Nosotros a los nuestro. Divulgar información por si alguien está por la labor. Sí resulta curioso observar la evolución de los comentarios en el blog desde el 2009 hasta ahora. Hemos pasado de 40 o 50 y además extensos a 0-5 y breves. Supongo que es ley de vida de los blogs. No me parece mal.
    Un abrazo.

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