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Los motivos de la desmotivación

A Susana. Me sobran motivos.

Todo tiene un motivo, incluso la desmotivación.

La depresión es un estado subjetivo de desánimo, de falta de motivos para afrontar la realidad.

Hace mal tiempo dentro y fuera de uno mismo y lo que procede es desactivarse, matar las ganas de bregar con la vida. No merece la pena esforzarse. El coste supera al beneficio. No habrá estima propia o ajena de nuestro esfuerzo.

Los expertos distinguen entre desmotivación «exógena», explicada y justificada por un escenario que sólo ofrece perjuicio o fracaso a pesar de los esfuerzos, y la «endógena», la que aparece en un escenario potencialmente estimulante.

– No tengo motivos para estar desmotivado. Tengo trabajo, pareja, dinero, amigos, reconocimiento social, pero algo que desconozco me ha dejado sin motivos para disfrutarlo.

La falta de motivo para estar desmotivado aumenta el sentimiento de desmotivación, genera rumiación improductiva, tratando inútilmente de dar con la causa que genera la falta de ganas.

Los expertos consideran que lo «endógeno» es en sí mismo una enfermedad. Es el organismo el que no está a la altura de lo que corresponde. No produce suficiente serotonina o BDNF o está de baja la neurogénesis hipocampal, vaya usted a saber. Se intenta compensar el déficit con fármacos y psicoterapias y si el paciente, a pesar de ello, se hunde en el marasmo de la desmotivación, se resetean los circuitos del ánimo perdido aplicando un calambrazo contundente, tratando de reanimarlos, como se hace con los corazones parados.

Con el dolor y otros síntomas negativos sucede lo mismo. Habría dolores «exógenos», justificados y explicados por una condición de daño por enfermedad o lesión, y dolores «endógenos», presentes en la pantalla de la conciencia sin que se dé ninguna condición de nocividad consumada o inminente. Habría también cansancio «exógeno», justificado por un esfuerzo sostenido y cansancio «endógeno», sentido sin esfuerzo previo. Picores «exógenos» por parásitos, y «endógenos», sin motivo cutáneo que justifique el rascado exigido. Hambres «exógenas» por no haber probado bocado en unos días o «endógenas», las que aparecen a pesar de pasarse el día comiendo.

Los síntomas «endógenos», desprovistos de justificación por un escenario desfavorable interno o externo: el dolor sin daño, el cansancio sin esfuerzo, el hambre sin hambruna, la sed sin falta de agua, la desmotivación sin motivo, la alerta y la protección sin amenaza, la cárcel sin delito previo… no son enfermedades sino narrativas, juicios, peritajes y atribuciones disfuncionales. A lo largo de los años, el organismo ha tejido una historia de su interacción con el entorno físico y social, los costes, beneficios, aprecios y desprecios, noticias veraces y falsas, informes de expertos del buen y mal vivir… y todo ello se expresa en la conciencia como ánimo o desánimo, como sentimiento de bien-estar o mal-estar.

Lo que debe hacerse es retirar el estigma de enfermedad, de «endógeno», auditar la narrativa para dar con lo que pudo ser un germen de la distorsión histórica.

– Mi abuela y mi madre eran migrañosas. Yo también he salido migrañosa. Ya me han dicho que es algo endógeno, nuclear: he heredado los genes de la migraña. No me voy a morir por eso pero me va a mortificar de por vida.

Los genes de la depresión, del dolor crónico, de todo lo endógeno.

Los padecientes de lo endógeno preferirían ser víctimas de algo «exógeno» que explicara la condición padecida.

La narrativa disfuncional, errónea, pudiera ser la explicación, el motivo, pero se antoja como algo complejo, difícilmente manejable.

Uno no puede dar órdenes a su organismo:

«Tienes que animarme, darme motivos, ganas de vivir, moverme»

«No me tengas en vilo todo el día. No me protejas innecesariamente. Déjame hacer lo que quiero»

«No me obligues a comer más. Quiero perder peso»

«No quiero rascarme más»

«Quítame esos ruidos de la cabeza»

La narrativa es algo complejo, pero no inabordable. No se trata de rebuscar en los sótanos del alma. No es el individuo, su peripecia vital, sino el organismo, el que debe analizarse: en busca de algo exógeno por si existe o reconstruyendo la narrativa, cuando aparentemente todo está en orden.

Lo «endógeno» marea la perdiz de la búsqueda inútil de algo exógeno» que llevarse a la mente.

Mata la búsqueda y ponte las pilas. ¡!Hala, a la calle a vivir…!

– No puedo. Me han confinado.

Desconozco cómo afecta el disponer de un motivo exógeno para justificar a la narrativa disfuncional endógena.

Imagino que cada caso, como en todo, es único.

– Todos los fines de semana tenía una crisis de migraña. El confinamiento ha eliminado los findes. Ya no tengo un motivo

Sería interesante conocer cómo afecta la novedad exógena del confinamiento a lo endógeno…

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3 comentarios en «Los motivos de la desmotivación»

  1. Arturo, sin palabras me quedo al leerte…
    Tengo «motivos» para decir que has bordado totalmente cada una de tus palabras…
    Recuerdo que al leer tu libro Migraña, pesadilla cerebral empecé a hacer similitudes con el hambre.. de cómo a veces tienes «hambre» injustificada que te «obliga» a comer por aburrimiento (en mi caso no me hace mucho efecto, no engordo un gramo.. pero esto es otro tema…), y empecé a reflexionar lo idiota que es comer ansiosamente cuando tienes la tripa llena y tener migraña cuando en mi cabeza no hay ninguna lesión…. Ahí empecé a «ver la luz»…. Con esta motivadora entrada (que voy a releer unas cuantas veces) , me aportas la pista más importante: lo endógeno y lo exógeno, palabros que padecientes «pacientes» de larga carrera como la mía tenemos muy escuchados. Excelente la frase «Todos los fines de semana tenía una crisis de migraña. El confinamiento ha eliminado los findes. Ya no tengo un motivo».
    Tengo «motivos» para valorar este confinamiento global y entiendo que necesario como algo productivo. Para ver lo estúpido que ha sido mi cerebro equivocado «confinando-me» sin ningún motivo, viendo leones dónde hay gatos, oyendo bombas donde solo hay fuegos artificiales y sintiendo la muerte donde solo hay vida….. «Mata la búsqueda y ponte las pilas. ¡!Hala, a la calle a vivir…!»
    Tengo «motivos» para agradecerte la «motivación» con la que vives y con la que nos enseñas a vivir.
    Gracias infinitas,
    Un abrazo

  2. Arturo, Susana, que bien escribís y os expresais, habéis calcado lo que yo siento.
    Gracias por esta rendija de luz que espero que sea cada vez más grande.
    Un abrazo virtual enorme.

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