La IASP (Asociación internacional para el estudio del dolor) se ha puesto seria en la dramática cuestión de la epidemia creciente de dolor y ha declarado el 2020 como el año de la prevención del dolor.
Para no tener dolor improductivo, (en ausencia de daño) lo que debe hacer el ciudadano es seguir unos pocos consejos:
- mantener una dieta sana y controlar el peso
- hacer ejercicio con regularidad
- eliminar el alcohol y el tabaco
- trabajar y descansar en posturas sanas
- controlar el estrés
- consultar cuando se necesite
El dolor, al parecer, es una cuestión de hábitos saludables.
Los tópicos siguen vivos.
La culpa es del individuo. Ni asomo de una referencia al aprendizaje guiado por la cultura experta. Mientras la ciudadanía coma y beba sin medida, se apoltrone en los sofás y no gestione bien su ajetreo emocional, el dolor seguirá siendo un problema incontrolable a pesar de los esfuerzos de los profesionales.
La perspectiva se me antoja sombría. Todo seguirá igual con estos mimbres.
Define la IASP el dolor como “una experiencia distresante, asociada a daño real o potencial, con componentes sensoriales, cognitivos, emocionales y sociales”. Cuando no existe un daño que explica y justifica biológicamente el dolor (“componentes sensoriales”) nos queda el mundillo de las creencias, emociones y sanción social. El cuerpo está sano, a pesar de los kilos y las juergas, pero lo psicosocial se cobra la factura con el dolor.
¿Qué es lo psicosocial para la IASP?
No tengo ni idea pues no da explicaciones, pero parece entenderse que es un universo que se construye el individuo él solito a golpe de hábitos poco saludables.
El dolor sería, por tanto, según la estrategia preventiva de la IASP, un indicador ético de la calidad individual, no de lo que sucede en los tejidos y mucho menos de lo que el cerebro imagina que pudiera estar sucediendo, en base a lo que los expertos dicen, por ejemplo.
– Me duele.
– Tiene que perder peso, dejar de fumar, relajarse e ir al gimnasio o a natación. Es usted un pecador.
No cabe duda que todos esos consejos son saludables y si volviéramos al paleolítico estarían de más pues entonces no había tabaco, alcohol ni supermercados y había que cazar (hacer ejercicio) para probar bocado. Tampoco había cultura experta sobre organismo. Los sapiens de entonces no sabían nada de artrosis, desgastes, estreses, contracturas, estiramientos, masajes ni dietas saludables. Previsiblemente no había nutricionistas, psicólogos, farmacias ni fisios. Sólo el alivio engañoso de algunas plantas “medicinales” y el despioje grupal.
Pues eso. Es lo que la IASP sugiere.
Hoy se ha inaugurado en Zaragoza el V Congreso de la Sociedad española de fisioterapia y dolor (SEFID).
Su presidente, Rafa Torres, lo ve de otra manera:
¿”Cómo paliar esta epidemia de dolor que existe en España? Con educación a toda la población, empezando por los profesionales sanitarios”
Educación, no para machacarlos con los habituales consejos de vida saludable sino para que los nuevos paradigmas del dolor lleguen de una vez a profesionales y ciudadanos.
¿Vida saludable? Por supuesto.
¿Información saludable?
Know pain, no pain