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Presunción de enfermedad

En el ámbito de la Justicia, ante la duda se aplica la presunción de inocencia. Nadie es culpable si no se demuestra de modo fehaciente su culpabilidad.

En Medicina sucede lo contrario.

Ante la duda, funciona el principio contrario: mientras no se demuestre lo contrario, hay culpabilidad.

¿Cuál es el delito juzgado?

La presencia de síntomas.

— Me duele. Tiene que ser por algo… alguna enfermedad.

— Tiene usted razón. Padece migraña, fibromialgia, dolor crónico… etc.

Sin embargo, hay un error en esta cuestión. No existe delito. No ha habido robo. Sólo un estado de previsión-temor al robo, que ha hecho saltar las alarmas (dolor y otros síntomas).

Las etiquetas diagnósticas (migraña, fibromialgia… sensibilización central…) se aplican a ese tipo de situaciones. No hay evidencia de daño, pero se ha activado el estado de alerta-protección, como si hubiera o fuera a haber daño. No hay delito pero se actúa como si fuera a haberlo.

Lógicamente se buscan culpables.

A veces el inculpado es el inquilino. No hay indicios de delito y se sospecha que el paciente-inquilino se inventa lo de las alarmas (dolor).

Otras, la culpa recae en el propio sistema de seguridad: es hipersensible de fábrica (genes) y salta con todo tipo de estímulos banales.

Finalmente, todo puede explicarse por un conjunto de factores que incluyen defectos de fábrica, robos del pasado, problemas que acucian al inquilino (emociones), desgaste (edad) del edificio, malas condiciones ambientales…

¿Solución?

No hay. Sólo cabe la resignación. Hay que aceptar y sobrellevar con dignidad y con actitud positiva la residencia en ese edificio. Relajación, fármacos anti ansiedad y antidepresión, terapias… y, sobre todo, actuar en la casa como si esa casa fuera normal (ejercicio), aunque eso implique la activación de ese sonido insoportable (dolor).

O el individuo o el edificio son culpables, aunque no se encuentren pruebas que los impliquen.

Puede que haya una salida a esta situación surrealista. Aunque sólo sea una hipótesis:

El sistema de seguridad (Neuroinmune) puede evaluar la peligrosidad de modo erróneo. Es hipersensible de fábrica y puede activar al principio la alarma sin necesidad, pero los expertos en sistemas de seguridad detectan el error y van minimizando los fallos.

Así debería ser, pero sucede lo contrario. En vez de catalogar el error como tal error, inculpan al inquilino, al sistema, a factores externos o al conjunto de todos ellos. El error ni se detecta ni corrige, sino que sale reforzado (sesgo de confirmación).

El resultado: cada vez salta la alarma con más frecuencia, intensidad y persistencia, a pesar de que el individuo intenta relajarse, animarse y llevar una vida normal en la casa.

Los expertos en sistemas de seguridad ignoran o actúan como si lo ignorasen, que los edificios llevan un módulo predictivo que hace que salte la alarma no sólo en respuesta a lo que sucede, sino también por predicciones alimentadas por lo que ellos proclaman (miedos) y dictaminan (algo o alguien está mal) sin analizar críticamente su responsabilidad.

El sistema de seguridad del organismo humano, el sistema neuroinmune, debe aprender a evaluar amenazas y no puede evitar la tutoría de los expertos en cuestiones de peligro. Es un aprendizaje condicionado a lo que los expertos proclaman y dictaminan. No es probable que se lo hagan saber:

— Su organismo es normal. Haga vida normal. Sólo así, con su convicción de normalidad y su actitud tranquila en el día a día, conseguirá que el sistema de seguridad (neuroinmune) aprenda a vigilar y proteger la integridad física de modo sensato, inteligente. Ni sus genes, hábitos, emociones, problemas ni las condiciones ambientales justifican la activación del estado de alerta-protección (síntomas), un sistema que la evolución seleccionó para detectar, evitar y reparar eventos de daño pero ha acabado convirtiéndose en un sistema que le alerta-protege innecesariamente frente a todas las variables inofensivas del día a día. Hoy en día sabemos que esto es así, que es un sistema predictivo que puede construir falsas evaluaciones de amenaza y que se puede corregir esa dinámica, al menos en el componente neuronal, «reprogramándolo» desde la convicción de que es un sistema normal que comete errores.

No siempre resulta fácil convencer a los pacientes-inquilinos que su organismo está razonablemente sano y que no sólo no sucede nada si se intenta darle una actividad normal sino que la necesita para mantenerse sano. El sistema está instruido en la presunción de enfermedad o mala gestión y rechaza la implicación de los tutores del período de aprendizaje.

Mal asunto si los inductores del problema son los encargados de dictar sentencia.

— Considerando que… bla, bla, bla… fallamos y condenamos …

No lo admita. Búsquese otros jueces. Recurra hasta la última instancia, a la de la biología, al conocimiento de las pegas del sistema neuroinmune, del aprendizaje tutelado por los que luego le han juzgado y condenado.

Know pain, no pain

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1 comentario en «Presunción de enfermedad»

  1. Hola Arturo!!! Quería preguntarle sobre las fasciculaciones… Siempre las he sentido en las piernas… Hace mas o menos 2 semanas tuve unas en el labio superior derecho en el área de la barbilla… Duro unas horas y se fue.. Ahora llevo casi 8 días con latido pero de el lado izquierdo… A que se puede deber? Puede ser algo grave?

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