La vida es un juego, una interacción del organismo con diversos escenarios, con la intención de conseguir un objetivo, a veces con éxito, a veces con fracaso.
El juego exige evaluar pros y contras, costes y beneficios y, en nuestra especie, lo que dirán los espectadores. El objetivo incluye el beneplácito social.
Para jugar hay que moverse física, emocional y cognitivamente. Hay que explorar, probar estrategias, detectar y corregir errores, mantener siempre la convicción de que la partida no ha acabado, seguir motivado.
Por supuesto hay que respetar las reglas del juego, no sobrepasar los límites del terreno, si queremos evitar la penalización o la expulsión.
El dolor, el cansancio, el desánimo, invitan a renunciar a jugar.
El organismo no quiere que el individuo juegue… viva. No asume riesgos físicos, despilfarros de energía ni se expone a hacer el ridículo ante el público.
La columna está hecha un asco, los músculos débiles. Los nervios pinzados. Las articulaciones rozan. Demasiado peligro. No merece la pena consumir energía. No más intentos. Mejor quedarse en casa. En todo caso, si el individuo se empeña en jugar, que lo haga con el corsé muscular, con la contracción de los músculos que columnizan el eje vertebrado, impidiendo flexiones y giros peligrosos.
¡Hay que hacer ejercicio!
El individuo no puede con su cuerpo ni con su alma. Lo intenta pero resulta heroico y desalentador. Saltar al terreno dolorido, desanimado y sin energía, sabiendo además que espera el ridículo. No mola.
¿Por qué no juegas?
Me encantaría hacerlo.
¿Qué lo impide?
El dolor, el cansancio, la convicción de que no voy a poder hacerlo. Mi columna no está para esos trotes. Tengo depresión. Me siento como si estuviera enfermo. Puede que tenga alguna de esas enfermedades misteriosas que no dan la cara…
Puede ser, pero podría ser todo una equivocación. Quizás tu aparato locomotor sea normal, pueda soportar la carga física de la actividad. El movimiento, el juego es vida. Sin él todo se apelmaza: los tejidos pierden calidad, la mente se embota y no hace más que rumiar catástrofes, la estima se va al suelo…
Puede que ese organismo siga teniendo opciones de jugar, pero el cerebro, el entrenador-tutor, necesite creer en esa capacidad. Puede que valore mal la situación. Puede que lo que le han informado los expertos no sea cierto. Puede que otros jugadores tengan una columna parecida y, sin embargo, saltan al terreno de juego como si nada.
Habría que hablar con tu cerebro para que te dé una opción. Tiene que volver a creer en tu capacidad. El organismo no puede seguir en el banquillo o en la camilla.
!Hala¡ Cámbiate y a jugar…
joe Arturo… qué artículo más bueno!!! Es como una filosofía de vida… Leer esto por la mañana.. es un regalo! play!
Mil gracias por sus comentarios casi diarios. Cuando ya no puedo más, voy y lo leo otra vez, y sigo adelante. De corazón mil gracias doctor
Muy bueno, me ha encantado
Arturo, que hacemos cuando hay un daño real? Tengo los meniscos rotos y desgaste de rótula. La cadera también tocada. Esperando resonancia. Llevo rodilleras pero me dice el trauma que no las lleve porque se atrofia la musculatura. Si no las llevo a la medía hora de andar se me carga tanto la rodilla que aparece el dolor. Y no puedo más. Me vengo abajo y con la tristeza aparece la migraña. Con todo esto tengo que luchar a diario. Algún consejo doctor?
Angelica: creo que te vendría bien la ayuda de un fisioterapeuta versado en estas propuestas que defiendo en el blog. Además del conocimiento general a veces necesitamos la atención individualizada. No siempre los hallazgos de imagen son significativos. Puede haber ciudadanos con las mismas “lesiones” y “degeneraciones” del aparato locomotor que no tienen dolor.
Saludos
Arturo, te daría las gracias mañana, tarde y noche, cada día, los 365 del año por estas entradas tan geniales y esclarecedoras. No me da la vida en leer, re-leer, estudiar, reflexionar (y por supuesto) integrar todo lo que enseñas. Fantástico el concepto de cerebro-tutor/entrenador. En los últimos meses (y solo leyendo y repasando lo que explicas), he conseguido volver a moverme con mayor fuerza y facilidad. He vuelto a hacer gimnasia, comprobando que, efectivamente, mis músculos y tejidos están en buenas condiciones y que es mi cerebro miedica el carcelero de mi vida. Sé que me queda camino, pero estoy caminando YA. GRACIAS, GRACIAS Y MIL GRACIAS Arturo.
Como siempre una entrada genial, Arturo. Yo ya vuelvo a jugar desde hace tiempo! Mil gracias