A – (Arturo) ¿Qué explicación dais para el efecto placebo? Una proporción variable de pacientes responde al placebo, tanto para calmar la crisis como para prevenirla. La expectativa-creencia de un efecto se basta para disolver todo el tinglado bioquímico migrañoso.
N – (Neurólogo) Es cierto. No voy a negar que los factores psicológicos juegan su papel. Las emociones, el estrés, la ansiedad, pueden favorecer la aparición y mantenimiento de la crisis. Si las controlamos con una expectativa positiva puede que baste para que el estado de hiperexcitabilidad se normalice.
A – En los cursos trabajamos las creencias y expectativas de los pacientes y les animamos a recuperar una vida normal, sin miedo, sin privaciones. Se produce cerca de un 70% de reducción del número de crisis, desaparece prácticamente el consumo de fármacos y vuelven a retomar sus hábitos prohibidos. Nos limitamos a explicarles la base del Sistema Neuroinmune de defensa, la Biología de la red neuronal defensiva, el proceso del aprendizaje. Les animamos a quitarse el estigma “migraña” y sustituirlo por la conciencia de un error evaluativo neuroinmune, similar a la alergia o las enfermedades autoinmunes.
N – La propuesta oficial está apoyada en multitud de estudios que certifican lo que decimos. Toda la comunidad neurológica los acepta. El CGRP está aumentado. Los anticuerpos monoclonales contra su receptor mejoran la condición migrañosa. Sólo hay Química, moléculas. Ciencia.
A – Por supuesto, pero es una Química que genera productos psicológicos, estados. El todo es más que la suma de las partes. Gracias a esa Química tenemos memoria, nuestro cerebro extrae patrones de comportamiento de la realidad, aprendemos a ver, oir. hablar, mantener el equilibrio, pensar… y, también, la red neuronal construye una idea de lo que puede ser amenazante o no. Habitúa y sensibiliza, predice, comete errores, que, a veces detecta y corrige y otras entra en los sesgos de confirmación, en las falacias cognitivas. Todo es Química… al servicio de una historia. Cada organismo va tejiendo una narrativa a lo largo de su interacción con el entorno. Habitamos en ese organismo histórico, en sus realidades, mitos y relatos. Hay algo más que alimentos, estreses, condiciones meteorológicas u hormonales y genes. Está la cultura de organismo, la cultura de la migraña, gestionada por los expertos, en este caso, los neurólogos. ¿Cómo explicas la elevada incidencia de migraña en los colegas neurólogos o la elevada y creciente proporción de ciudadanos afectados?
N – Puede que tengamos la misma incidencia, pero nos diagnosticamos mejor. Los pacientes no consultan al neurólogo, se automedican… el estilo de vida moderno… Puede que la profesión de neurólogo sea especialmente estresante o la empatía, el contacto con los pacientes migrañosos nos haga más vulnerables
A – Los pacientes de nuestros cursos han visitado al neurólogo en su mayoría. Probablemente acuden aquellos a los que les ha ido mal, a pesar de haberlo probado todo, lo oficial y lo alternativo. Son náufragos. Conforman, por tanto, un grupo sesgado. Muchos pacientes se conforman con la atención prestada en Neurología. Sobrellevan la situación y no buscan más, por temor a la charlatanería, a la psuedociencia. ¿Pîensas que nuestra propuesta no tiene fundamento científico, que no es más que eso… un timo?
N – No lo sé. No conozco bien lo que propones. Sólo me fío de lo que dicen las revistas especializadas. Si no lo leo no lo creo.
A – Todo lo que exponemos a los pacientes también está escrito en revistas de Neurociencia y dolor. La propuesta oficial contiene errores básicos. Por ejemplo, que el dolor se genera en las terminales meníngeas del trigémino, que el cerebro no duele… que el dolor es pulsátil. Ignora conceptos básicos, como el aprendizaje, el sistema motivacional de recompensa, el carácter predictivo de la actividad cerebral… Ignora, en defininitiva, el cerebro. Sólo se refiere a él para afirmar que contiene unos supuestos “generadores de migraña”, sin entrar a considerar cómo se generan esos estados de alerta-protección, mortificadores, innecesarios, erróneos, autoalimentados…
Creo que esta semana de la migraña en el blog no habrá servido para mucho. No tengo la oportunidad de debatir mi propuesta con neurólogos reales y he tenido que recurrir a este encuentro virtual con un neurólogo imaginario.
La semana de la migraña real seguirá predicando las mismas propuestas de siempre, de la mano de una firma farmacéutica, la Asociación de pacientes y la de Neurólogos.
No tengo ningún problema para compartir convicciones con el colectivo de Fisioterapeutas. Defendemos y difundimos las mismas creencias. ¿Están equivocados? ¿Por qué los neurólogos no se incorporan a la corriente del cambio de paradigmas impuesto por la irrupción de la Neurociencia?
Hay una práctica basada en la evidencia estadística de los datos investigados. Los resultados deben verificarse y respetarse. Si el CGRP está alto, lo está. Si hay algunas correlaciones entre genética y migraña, las hay, pero no debe omitirse ningún dato, ninguna variable, especialmente si tiene sentido biológico, evolutivo.
La cultura, las creencias y expectativas que alimenta, es un poderoso factor a considerar, en mi opinión. Es urgente la revisión, aunque ello suponga modificar el marco teórico vigente y la práctica clínica.
Los Fisios están en ello. ¿Por qué no los neurólogos?
Si no lo leo (en mis revistas) no lo creo. (N)
Si no lo crees tampoco lo vas a leer (A)
placebo:
https://www.dailymotion.com/video/x6vbq52
Esto dices, Arturo: “Creo que esta semana de la migraña en el blog no habrá servido para mucho”. Yo te digo: ya puedes creer que sí. Que los que queremos leer, lo hacemos. Que los que creemos, leemos. Yo, personalmente, te doy las gracias por tus artículos debatiendo con un neurólogo virtual. Me ha parecido una genial idea. Estoy tan de acuerdo en lo que dices, que me cabrea que los neurólogos cerrados de mente no te quieran creer. Yo me siento muy afortunada porque vivo en mis propias carnes los beneficios de tu teoría. Espero que ellos también puedan hacerlo, quizá es que lo primero que tienen que hacer es aprender que en la vida se puede seguir aprendiendo.
Gracias, Laura.