Ya a mediados del siglo pasado se vio que el dolor no era la expresión en la conciencia de un daño en la zona dolorida. Había grandes heridas indoloras y pequeñas, muy dolorosas. Incluso se podía sentir mucho dolor en zonas absolutamente normales. El daño de los tejidos era sólo una parte del problema.
The tissue is not the issue , se sentenció, de modo radical. No es una cuestión de tejidos. Quizás hubiera sido más prudente afirmar que no es sólo ni siempre una cuestión de tejidos.
No brain, no pain. Sin cerebro no hay dolor. Sólo allí se construye, misteriosamente, el sentimiento de dolor y cualquier otro contenido de conciencia. Ya lo dijo Hipócrates, aunque Aristóteles no estuviera de acuerdo.
La década de los 90, la “década del cerebro” marcó el inicio de la eclosión de nuevas tecnologías que aportaron una cantidad ingente de conocimiento sobre el cerebro. Gracias a esas tecnologías estamos ahora en condiciones de afirmar (IASP-Asociación Internacional para el estudio del dolor) que “el dolor representa una experiencia distresante asociada a daño real o potencial, con componentes sensoriales, emocionales, cognitivos y sociales“.
Es decir, el dolor integra de modo variable en cada caso, componentes de señales de daño (the tissue is the issue) con los aportados por las áreas evaluativas o de procesamiento (No brain, no pain).
A veces hay daño en los tejidos, pero en un contexto determinado (huir de un peligro), el cerebro bloquea la transmisión de las señales de daño a las áreas emocionales que generaría el componente de sufrimiento, y uno no siente dolor… hasta que esté a salvo del león.
A veces no hay daño ni peligro de que lo haya ( the tissue is not the issue) ni se da un contexto de peligro que justifique la lucha-huída, pero duele y mucho (The brain is the issue). Factores emocionales, cognitivos y sociales. De cajón.
Esto es así para todos los dolores, incluído, por supuesto, el de la migraña.
Es evidente que no hay daño real ni potencial en las meninges (infección, hemorragia, hipo o hipertensión endocraneal), pero el cerebro está en alerta, a veces hasta el extremo de superar los mecanismos de control de la química perisináptica (Aura) y acaba imponiéndose en la red (circuito córticotalámico) la evaluación que activa el estado de protección, es decir, dolor, intolerancia sensorial y vómitos, aunque nada amenazante suceda ni vaya a suceder.
Estaríamos ante una situación en la que, a falta de daño real o potencial (the tissue is not the issue), serían los factores emocionales, cognitivos y sociales (Brain, circuito córticotalámico) los que establecieran el estado de alerta-protección que se expresa en la conciencia como una crisis.
El circuito córtico-talámico integra información de tejidos en tiempo real con el proceso imaginativo-evaluativo continuo, en este caso sobre amenaza a la integridad física.
El circuito evaluativo no es infalible. Puede equivocarse y, lo peor, puede no detectar el error como tal error y entrar en un bucle de retroalimentación positiva (sesgo de confirmación).
El Sistema motivacional expresará en la conciencia la motivación, las ganas (Wanting) de ejecutar una conducta de protección. Cuarto oscuro, evitación de estímulos, toma de calmante, a la vez que el proceso evaluativo ronronea sus creencias y expectativas.
La cultura oficial alimenta tanto el proceso evaluativo córtico-talámico como la propuesta conductual del sistema motivacional.
N – Enfermedad cerebral genética, misteriosa e irreversible. Calmante precoz. Cuarto oscuro. Vida ordenada. Identificar el desencadenante para evitarlo. Tendremos un nuevo tratamiento…
A – Error evaluativo no detectado ni corregido, inducido por la cultura. Silenciar la propuesta evaluativa córtico-talámica. Seguir con la actividad programada. Centrar la atención en lo que queremos hacer.
Tenemos la conciencia, el espacio de interacción del organismo con el individuo.
Podemos reforzar lo que la red neuronal evalúa y propone o iniciar un proceso de cambio radical.
Podemos desaprender.
Es más fácil aprender. El cerebro de un 12% de la población lo ha conseguido.
Un 70% de los que siguen nuestros cursos consiguen desaprender en una proporción variable, los errores evaluativos de su cerebro y desatender y desobedecer las ganas del Sistema motivacional (Recompensa-castigo)
Know pain, no pain. Es el nuevo paradigma.
También en la migraña.
más de lo mismo:
https://www.lavanguardia.com/vida/20191031/471297654333/migrana-graves-farmacos-pos-dolor.html
Miquel: es tremendo. El CGRP no es un neurotransmisor del dolor, sino del inicio de la respuesta inflamatoria. Es necesario para poner en marcha la reparación de un tejido dañado, p, ejemplo un infarto. En la migraña puede estar elevado dado que existe un estado de alerta-protección y la red defensiva neuronal dispone la química necesaria para abordar un daño anticipado… erróneamente. No tiene sentido bloquear el receptor a la vez que se alimenta el estado de alerta, la dependencia de una acción externa (terapia). Nuestros resultados son mejores. No sé lo que pasa con el CGRP en la saliva, el líquido cefaloraquídeo o la sangre de nuestros alumnos, una vez se ha modificado el pool de creencias y expectativas. No creo que haya interés en investigarlo, pero no estaría mal.