Un organismo es un Sistema, es decir, un conjunto de componentes altamente integrados. Además es un Sistema biológico: tiene un objetivo, la supervivencia, y capacidad adaptativa para conseguirlo.
En los Sistemas no hay jerarquía central. El poder, la “decisión”, es algo que emerge en cada momento, en función de la información que fluye bidireccionalmente entre los componentes del Sistema. La propuesta ganadora “se queda con todo” y se expresa como un estado, que contiene una intencionalidad, un propósito y un valor biológico.
El dolor corresponde a la proyección como conciencia de un estado de alerta-protección.
En el Sistema ha emergido ese estado. Podemos considerar los factores que pueden haber influido, pero no tendremos nunca la seguridad de dar con la hipótesis absolutamente correcta.
La Biología es compleja, sistémica, pero nos gusta hacerla lineal, simple, predecible y manejable a nuestra voluntad.
Los expertos dicen que la migraña es una enfermedad (necesariamente existe un componente patológico). Hay que identificarlo. Parece que los indicios apuntan a un supuesto “generador”, un conjunto de neuronas de condición genética hiperexcitable que se activan y ponen en marcha el proceso. El componente responsable es el gen. Así de simple.
¿Cómo surge el dolor?
También simple: el generador sensibiliza las terminales vasculomeníngeas del trigémino.
¿Cómo?
Más simple imposible: liberando CGRP.
¿Cómo corregimos el problema?
Perogrullo en estado puro: bloqueando los receptores de CGRP. Silicona en la cerradura.
El todo no es más que un ensamblaje de piezas, como la mecánica de los coches.
¿Algo no funciona?
Se analizan los componentes hasta dar con el desviado. Se investigan fármacos y se neutraliza el fallo puntual.
El todo queda normalizado al neutralizar el componente vicioso.
Los Sistemas biológicos contienen múltiples subsistemas. Todos ellos están “anidados”, como capas de cebolla, comunicadas bidireccionalmente, de complejidad y abstracción creciente.
La capa más abstracta y potente del Sistema de defensa del organismo, en ausencia de sucesos reales de necrosis (muerte celular violenta) que impongan su jerarquía, es la que contiene la información publicitada por la cultura experta.
A falta de información de daño en tiempo real, la capa predictiva puede animar el foro de los subsistemas y hacer que emerja el estado de alerta-protección. A poco que coja fuerza, apoyado en la retroalimentación positiva (característica de las respuestas defensivas) irá generando contenidos conscientes, cognitivos, emocionales, conductuales… Estados de alerta que serán sentidos por el individuo como algo que se está cociendo. Si el bucle se anima acabarán apareciendo el dolor, los vómitos y la intolerancia sensorial. El individuo consciente se habrá añadido al debate sistémico y aportará más gasolina al fuego.
No hay problema. El ibuprofeno o un triptán precoces acabarán con la complejidad de la trama biológica del Sistema, sugieren los expertos.
Así de simple.
En los cursos tratamos de explicar la complejidad del Sistema de defensa Neuroinmune. Los alumnos, náufragos del enfoque simplista de la teoría del componente patológico que lo explica todo, comprenden generalmente el embrollo y se ponen las pilas. Hacen el trabajo de optimizar su participación, como una pieza más del Sistema.
A veces el estado de alerta-protección pierde fuelle. La información alarmista no gana la partida. Otras, desgraciadamente, sigue imperando la hipótesis de la patología necesaria y la terapia soñada.
El problema de la migraña es sencillo: hay que comprender su complejidad sistémica.
La cultura experta es una capa fundamental del proceso.
Know pain, no pain.