El músculo se ha convertido en el chivo expiatorio del dolor crónico y en la diana terapéutica de muchos profesionales.
Nuestros músculos, al parecer, se contracturan, acortan y duelen con rara facilidad. Necesitan ser masajeados, estirados y relajados constantemente. De otro modo, “duelen”.
Los músculos no duelen
Realmente los músculos no duelen. Como cualquier otro tejido, están sometidos a estreses, a condiciones de actividad en el límite o novedosas. En ocasiones, ese límite se supera y la zona muscular a la que no llega el aporte sanguíneo necesario muere, se necrosa, se infarta.
– Siento un dolor intenso en el tórax.
– Tiene usted un infarto. Una zona del músculo cardíaco se ha muerto, necrosado, infartado, pues se ha taponado (trombosis) una de sus arterias coronarias.
En la zona del infarto no hay dolor. Sólo cadáveres celulares. Los ramos sanos de las terminales neuronales de zonas sanas vecinas detectan señales moleculares de muerte celular (DAMPs-Damage Associated Molecular Patterns) y mandan señales codificadas a los centros locales y generales que se encargan de activar la respuesta apropiada, es decir, la inflamación (local) y el dolor (general).
El dolor es un contenido de conciencia que resulta exclusivamente de la activación conjunta sincronizada de múltiples áreas cerebrales (“Neuromatriz del dolor”) cuando les llega la noticia del incidente letal del músculo cardíaco.
El único que tiene noticia del dolor es el individuo consciente. Ni los cadáveres celulares ni las terminales sanas vecinas ni las neuronas que conducen la noticia sienten dolor, porque este no existe hasta que se produce la respuesta global de las áreas de procesamiento de la noticia. El individuo es el único lector de su periódico exclusivo. Los demás sabrán si le duele o no (si no miente) preguntándole al padeciente.
Estrés
En ocasiones no se llega a la muerte. Sólo al estrés.
Sigamos con el músculo cardíaco. Puede que las coronarias provean la suficiente energía (sangre) al corazón para que el músculo bombee sin problemas… en reposo. Basta que el individuo se ponga a caminar para que al cabo de unos metros aparezca el dolor torácico que va en aumento y le obliga a pararse.
– Me duele el tórax cuando camino. Si me paro, se me va el dolor.
– Tiene usted una coronaria estrechada. Cuando camina, el músculo no dispone de suficiente energía (sangre), se estresa. Necesitaría más glucosa, más oxígeno… pero la coronaria no deja pasar más sangre que la que deja pasar. Si se para usted, el músculo deja de estar estresado. Es una angina de pecho, una insuficiencia coronaria.
Las terminales sanas de las neuronas que vigilan la zona, sana pero con problemas, estresada, detectan señales de estrés metabólico cuando el individuo camina. Codifican esas señales de estrés del músculo en peligro y transmiten la información que llega hasta la red cerebral que las procesa, e interpreta como señales de estrés. La conectividad de esa red alertada por las noticias provenientes del músculo, se expresa en la conciencia como “dolor”.
El individuo se para. Las señales desaparecen. El dolor se va. No hay peligro… estando quieto.
El músculo no duele. Pasa apuros y a veces se producen bajas de miocitos.
Los músculos se estresan (angina) o se mueren, necrosan (infarto), pero no duelen.
El músculo de Homo sapiens (ma non troppo) no es tan chapucero como nos lo han pintado.
La cultura de los profesionales sanitarios sobre el músculo quizás sea chapucera. En todo caso, un músculo es algo más que unas células (miocitos) cuyas fibras se contraen y relajan en un patrón complejo de reclutamiento, seleccionado para acometer todo tipo de tareas cotidianas sin problemas.
Además de miocitos, hay envolturas del tejido conjuntivo, sensores de elongación, sensores de tensión, sensores de estímulos mecánicos inofensivos, arteriolas, venas, capilares, células vigilantes del Sistema Inmune, células madre… y, por supuesto, neuronas de todo tipo que vigilan sensiblemente por si hay problemas de aporte de energía. Las neuronas están conectadas a una red central que regula el patrón espacio-temporal de reclutamiento de unidades motoras para cada tarea. Lo puede hacer desde un exquisito cálculo de costes y beneficios.
Contextos de trabajo de los músculos
Hay varios contextos de trabajo de los músculos:
1) Sin problemas de aporte de energía ni riesgos de lesión, ni predicción imaginada de riesgo.
Previsiblemente, no hay dolor en la zona de trabajo de esos músculos.
2) Problemas de aporte de energía si se estresa al músculo, si se le pide más de lo que puede hacer sin riesgo con la sangre que recibe.
Previsiblemente, dolor, si la actividad requerida genera peligro. Angina muscular.
3) Se ha interrumpido el aporte de energía. Ni gota. Muerte. Infarto.
Previsiblemente dolor, aunque hay infartos indoloros, por razones que sólo conoce la red de neuronas que ha evaluado la información del evento letal, que ha llegado perfectamente.
4) Aun no habiendo condiciones de incertidumbre sobre el aporte de energía ni estados o agentes potencialmente letales (elongaciones, compresiones, tensiones, temperaturas extremas, gérmenes…) la red evaluativa aprecia peligro en la actividad que el individuo va a desarrollar.
Previsiblemente, dolor en la zona que debe ejecutar la acción evaluada como peligrosa.
Puede que el mal llamado “dolor muscular” corresponda en muchos casos a este último contexto.
¿Solución?
Para unos, hay que trabajar el músculo. Favorecer “la circulación” con masajes. Reordenar los fascículos, liberar fascias que oprimen, relajar, calor, frío, agujas…
Para otros, hay que disipar el miedo de la red neuronal evaluativa. Hay que recuperar la confianza en el denostado músculo.
Escuelas de salud evaluativa…
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Estimado Arturo
Entre los sanitarios es habitual usar la puncion seca. Pero hasta ahora no hay ninguno de mis colegas rehabilitadores me ha explicado un mecanismo plausible para los casos exitosos…
¿ Como lo veis?
Tambien se parte de la base de la ” contractura”…
Gracias
Pep: en mi opinión los puntos gatillo son la expresión de un estado de alerta-protección en las placas motoras. Hay rezumamiento de acetilcolina y mensajeros “proinflamatorios”. No le veo sentido a destruir con una aguja las placas alertadas-preparadas.
Y que sucede en las contracturas que son claramente objetivas?No.puede producir disminución del aporte del.oxigeno y con el la consiguiente muerte celular y dolor?
La contracción muscular incluye también la decontracción. Las fibras musculares no se quedan “contraídas” salvo en el “rigor mortis”. Si hay problemas de aporte de energía se desactiva la unidad motora. No se queda en estado contraído.
Estimado Arturo, vaya por delante mi aprecio y admiración.
Dice más arriba: ‘en mi opinión los puntos gatillo son la expresión de un estado de alerta-protección en las placas motoras’. Reconozco que se trata de una opinión curiosa e interesante y le agradecería su pudiera proporcionarme alguna referencia bibliográfica en la que se apoye dicha opinión.
También le agradecería si pudiera explicar a qué se refiere con ‘rezumamiento de acetilcolina’ y, sobre todo, que aclarara qué quiere decir con la expresión ‘placas alertadas-preparadas’. ¿Se está refiriendo a algún tipo de disfunción de las placas motoras?
Orlando: soy un desastre a la hora de archivar referencias bibliográficas, pero en la placa motora no sólo se libera acetilcolina cuando llega un potencial de acción a la terminal dando lugar al potencial motor de esa unidad motora, sino que se registran minipotenciales de placa espontáneos (“ruido de placa”) especialmente en puntos gatillo. La alerta podría facilitar ese rezumamiento. También la neurona motora puede liberar mensajeros “proinflamatorios” como el CGRP, tal como sucede en los nociceptores meníngeos en la migraña. La ideación motora central genera activación de unidades motoras que ejecutarán la acción, aunque no se ejecute. Esta preparación anticipada de la acción podría explicar las condiciones de excitabilidad-sensibilidad de la placa. Es una hipótesis.