Si padeces dolor u otros síntomas podemos ayudarte en GoiGroup, la nueva plataforma que hemos creado con Arturo Goicoechea dedicada a pacientes y profesionales.


Dolor justificado

El dolor es una percepción aversiva que contiene implícitamente una evaluación de amenaza de daño tisular, consumada o inminente.

Si duele, puede que en la zona doliente haya tejido dañado o en apuros o, tal como sugiere la definición de la IASP, exista sólo una “vivencia o percepción de daño”.

El padeciente se plantea primero la cuestión del origen: “¿tendré algo?” y, una vez aclarada la causa, se formula el deseo de que el dolor se vaya, con o sin ayuda.

No siempre las explicaciones que se dan para solventar la cuestión del origen son convincentes.

Se recurre con frecuencia a términos discutibles: artrosis, contractura, distensión, sobrecarga, estrés, tensión nerviosa… o etiquetas que no aclaran nada: migraña, fibromialgia, colon irritable…

Desde la Biología, sólo se justifica el dolor por la existencia de un daño consumado reciente o peligro inminente de daño. Existen unas neuronas especializadas en la detección de nocividad (“Noci-ceptores”), que disponen en la membrana de sus terminales de sensores, tanto de daño consumado, es decir, necrosis (muerte celular violenta) (“necrosensores”) como inminente (“nocisensores” térmicos, mecánicos o químicos). Tanto los necrosensores como los nocisensores activados envian señales electroquímicas a diversos centros de procesamiento que disparan respuestas motoras de complejidad creciente, según se asciende hacia el cerebro. El dolor sería la percepción que incita a la respuesta motora de mayor complejidad, la conducta individual.

Duele.

¿Hay activación de necroceptores o nocisensores? ¿Hay destrucción de tejido? ¿Hay amenaza de destrucción inminente? ¿Hay algo que comprime o tira con una intensidad cercana al daño? ¿Hay una condición de estrés metabólico en el músculo, que si no se corrige de inmediato, acabará en un infarto?

Desde el punto de vista biológico esa es la exigencia: daño consumado o inminente. Todo lo demás son narrativas, cuentos, evaluaciones alarmistas, sensibilizadas, erróneas, del Sistema Neuroinmune.

En ocasiones no hay daño consumado ni inminente y basta un estímulo inofensivo para que aparezca dolor en la conciencia. Es así porque hay un estado de alerta. La red de sensores y las áreas de procesamiento de señal están sensibilizadas, de abajo arriba y de arriba abajo, bidireccionalmente.

El receptor de dolor, es decir, el individuo consciente, también está sensibilizado y devuelve hacia el sistema su cuota evaluativa, más o menos consciente.

En ausencia de daño consumado o inminente lo que procede es enfriar el estado evaluativo erróneo, de dentro afuera, del organismo hacia el individuo, y de fuera adentro, del individuo hacia el organismo.

Hay que educar al organismo y al receptor, al individuo. Este tiene que interiorizar el proceso desde la nueva óptica, y disentir con su organismo, una vez descartado el daño y, por tanto, desvelado el error evaluativo.

Lo que toca a los profesionales es explicar y utilizar con rigor los términos “inflamado”, contractura, sobrecarga, tensional… y las etiquetas (migraña, fibromialgia…).

Hay que instruir a profesionales y padecientes en la perspectiva biológica de los síntomas, su sentido evolutivo.

Hay que concienciar sobre la función evaluativa, su prestación, su cuota de error, el peligro de que cometa errores y no los detecte como tales sino los refuerce (sesgo de confirmación).

Hay que evitar que las palabras oculten la realidad.

Hay que evitar la normalización de los errores.

Al menos, en el plano de las teorías, las hipótesis, debe primar la visión biológica-evolutiva del dolor. Desde ese marco teórico riguroso el profesional debe co-jugar (explorar) con el padeciente para optimizar la vuelta a la actividad normal.

Al menos hay que intentarlo.


Si te ha gustado la entrada, puedes retuitear el hilo aquí:


Este blog es solo la punta del iceberg, se puede hacer mucho más.

En GoiGroup (el equipo de Arturo Goicoechea) enviamos consejos de lunes a viernes para desactivar los síntomas desde la raíz.

Además, al seguirnos recibes un audio de 10 minutos que para muchos de nuestros pacientes supuso un gran alivio.

Si esto te interesa, nos sigues aquí abajo con un click. Si cambias de opinión, dejas de seguirnos con otro click. Así de fácil:

Información Básica sobre Protección de Datos (GoiGroup)

Responsable: GOIGROUP SC. Finalidad: enviarte newsletter informativa con contenidos relacionados con la salud y promociones comerciales personalizadas automáticas. Derechos: Podrás ejercer tus derechos de acceso, rectificación, limitación y suprimir los datos, así como el derecho a presentar una reclamación ante una autoridad de control. Información adicional: En la Política de Privacidad de Goigroup.org


3 comentarios en «Dolor justificado»

  1. Hola Arturo,
    El paciente con dolor crónico lumbar confirmado con RMN / TAC de artrosis, hernias discales o incluso “signos de necrosis discal” ya tiene implícita esa percepción de amenaza.
    ¿Seria plausible justificar que su dolor no es de causa “orgánica” pues no hay daño tisular consumado o inminente sino es el resultado de un proceso degenerativo?
    Un saludo,
    Julián

  2. Hola Goigroup,

    El hecho de que los nociceptores térmicos, mecánicos y químicos sean una forma de mostrar que hay un daño inminente, ¿podria decirse que cuando nos encontramos ante una persona que siente dolor en una zona específica pero que no va acompañado de falta de funcionalidad y no le encontramos explicación,, sería totalmente desaconsejable pedir pruebas (radiológicas, ecografías o RM) ? ¿Mejor continuar con el proceso de exploración de la persona en base a lo que nos cuenta?
    Quizás no encontraríamos nada y sólo estaríamos alertando más a la persona.

    Muchas gracias,
    Marta

Los comentarios están cerrados.