El paciente de dolor crónico plantea dos cuestiones: 1) por qué me duele? y 2) qué puedo hacer para que no me duela?
Nos centraremos sólo en la primera cuestión.
Cada profesional responde de un modo distinto.
Algunos señalarán una patología allá donde duele y si no la hay echarán mano de factores psicológicos o darán por patológico lo que no es sino un cambio adaptativo (por ejemplo, la artrosis).
Otros sostendrán que el tema del dolor es complejo, dado que incluye componentes sensoriales, cognitivos y emocionales y todos deben ser analizados y evaluados.
En ambos casos fluirá la información entre paciente y profesional, aunque no haya intención de informar. En el primer caso, se reforzará la idea de daño-degeneración allá donde duele o el manido origen psicológico, y en el segundo se propondrá dedicar un tiempo a la exposición del complejo problema del dolor.
En el segundo caso se ofrecerá la “Educación en dolor”, una propuesta emergente que va sustituyendo a las terapias clásicas y que se fundamenta en el principio: conocer la trama del dolor ayuda a mitigarlo.
La Educación en dolor para algunos es una estrategia terapéutica: Educación terapéutica en Neurociencia del dolor. Se aplica y se comprueba si el dolor se mitiga. Se harán estudios para obtener las evidencias exigidas. La Educación funciona. Hay estudios que lo confirman.Otros la cuestionan como terapia eficiente.
En mi opinión, no se trata de ver si la Educación es terapéutica o no, sino si el contenido de lo que se explica se ajusta a lo que es válido en Ciencia.
No todos los educadores explicarán lo mismo. Habrá diversos planes de estudio, diversas materias.
Unos dirán que la Educación en dolor funciona y otros objetarán desde la falta de evidencias del efecto terapéutico.
Lo que importa, a mi modo de entender la cuestión, es si lo que se explica, la información, es científicamente correcta y si, además, contiene todos los factores que deben ser considerados, en el temario a explicar.
Puede que haya puntos, conceptos comunes a todos los programas, que conforman el núcleo básico de la propuesta educativa pero puede que haya otros que sean específicos de cada modelo. Si se juzga el totum revolutum educativo puede que estemos equivocándonos, mezclando churras y merinas.
La información es sólo información. Pretende actuar sobre un error evaluativo y lo que procede, teóricamente, es optimizar la capacidad de disolver el error, con explicaciones, metáforas, etcétera.
¿Qué sabemos sobre la conciencia del sentimiento doloroso?
¿Qué sabemos sobre la función evaluativa continua?
¿Qué sabemos sobre la génesis de los errores evaluativos?
Los ciudadanos tienen el derecho a exigir que los profesionales conozcan todo lo conocido sobre dolor y también tienen el derecho a recibir información sobre ello, especialmente si lo que se les ha informado previamente no se ajusta a lo que ahora, a Ciencia cierta, se sabe.
Ir a clase no es seguir una terapia.
Sólo información.
Queda la segunda cuestión: ¿cómo hacemos para mitigar el dolor?
Esa es otra cuestión.