Está muy extendida y arraigada la idea de que “la espalda” es una parte del organismo especialmente castigada por la brega del curro, por los pesos y las malas posturas.
Pasar del apoyo de cuatro a dos patas o a las nalgas, nos ha pasado factura en forma de dolor crónico.
La espalda ha pagado el pato de los hábitos poco saludables. El aparato locomotor no resiste el estrés mecánico de una carga excesiva.
¿Solución?
Si se acepta el dogma del estrés mecánico acumulado, lo que debe hacerse es minimizar el impacto de esa carga, para frenar el deterioro progresivo de huesos y articulaciones, a la vez que se refuerzan las diversas fajas musculares que protegen esa columna degenerada y, por tanto, vulnerable.
Puede que algunos vengan al mundo, además, con defectos añadidos, asimetrías, curvas raquídeas excesivas. Necesitarán más cuidados para minimizar el impacto negativo de la actividad.
Higiene postural. Sentarse bien. Espalda recta. Mobiliario ergonómico.
Coger pesos de forma adecuada, según se indica en los posters educativos colgados profusamente por todos los centros sanitarios.
Musculación. Buena faja abdominal. Buen suelo pélvico.
Relajación. Especialmente imprescindible para “las cervicales”.
La prevención es esencial. Programas de espaldas saludables en colegios y centros de trabajo.
Si a pesar de las prevenciones, duele: antinflamatorios, ejercicios y terapia manual y, ¿por qué no?, recolocación de estructuras desalineadas por manos expertas.
No se hacen ascos a acupunturas y otras prácticas alternativas.
La propuesta biomecánica cuenta con el beneplácito de gestores de Sanidad y la ciudadanía. No hay nada como ponerse en las buenas manos de un fisio que sabrá detectar y corregir todo tipo de estados anómalos. Un buen masaje periódico restaurará el delicado equilibrio de la bioquímica muscular; eliminará tóxicos acumulados.
¿Realmente es así? ¿Cual´es la evidencia?
No todo el mundo comparte el modelo. Un porcentaje minoritario pero creciente de Fisioterapèutas considera que no sólo el modelo no aporta beneficio sino que puede generar, a través de las expectativas y creencias de vulnerabilidad que genera, un claro perjuicio.
Muévase con cuidado, de modo controlado y adecuado porque es usted frágil (primera opción) versus (segunda) haga lo que le apetezca hacer, sin miedo, confiado en la robustez de su aparato locomotor. Siéntese y siéntase cómodo y coja pesos de la forma más variada posible. Confíe en su organismo.
Los gestores sanitarios deben decidir qué modelo aceptan y aplican.
Me temo que se optará por el primero, el de más aceptación social (profesionales y ciudadanos), a pesar de la creciente y fundada evidencia de que ello potencia un estilo vigilante-alarmista del cerebro, que hará emerger el sentimiento de dolor en la conciencia y protegerá innecesariamente el aparato locomotor.-
Proteger la estructura o facilitar el aprendizaje.
Miguel Angel Galan y Federico Montero son dos fisios que han puesto en marcha en la provincia de Valladolid, con la venia y apoyo de la Consejería de Sanidad de Castilla y León, un programa grupal de educación en Biología del dolor y movimiento, junto a actividades lúdicas en las que los pacientes recuperan la alegría de moverse sin miedo y, por tanto, sin dolor.
Paula Areso es una fisio que ha puesto en marcha, también con la venia de los gestores sanitarios, un programa similar en Burgos.
Han optado por el segundo modelo. Un ejemplo a seguir.
El dilema está ahí. ¿Espaldarazo a las escuelas de espalda o darles la espalda?
¿Evidencias?
Cada uno, las suyas.
Somos bastante perfectos……..que daño hace el miedo.
Gracias,
“Optar por un modelo” (el segundo o el primero)… Ahí está el problema. El efecto moda impide recibir la complejidad del sujeto. Los fisios, en búsqueda de identidad (no digo que está mal), a menudo con una formación inicial insuficiente (está mejorando en algunos lugares) hacen zapping conceptual… Se borran sistemáticamente de las reflexiones las evidencias que van en contra de la opinión, se guardan y amplifican las que la confirman. El “dolor de espalda inespecífico” se piensa como una entidad congruente (magia de las estadísticas, pesadilla epistemológica). Mientras, gente que disfrutaba su actividad física se lastimó, ya no puede seguir, y se les dice que tienen que la solución es… Tener una actividad que disfrutan. Y ese tipo de cosas. Veremos dentro de unos años si era tan coherente decir a toda la gente que puede hacer lo que sea con su espalda (suerte, crossfiteros tan numerosos…).
Hola Arturo,
He leído con atención tu artículo porque me interesa mucho el tema de la escuela de espalda y me interesa saber si puedo estar enfocándolo de manera no adecuada. Tras lo que comentas te dejo mi opinión.
Estoy de acuerdo que el modelo 1 es un error de enfoque. “Minimizar” el impacto es un objetivo error, porque sabemos que a penas tener impacto es tan dañino como maximizarlo. Que el problema no es la cantidad de carga sino la adaptación a la misma. Se baja la carga a la espalda, por tanto se fragiliza, a parte del impacto general de la falta de movimiento y actividad en una persona.
Pero por otra parte, creo que el modelo 2 es otro extremo. Haga lo que te apetezca hacer confiado en la robustez de su aparato locomotor de la forma mas variada posible. Muévase. Muy correcto, pero creo que hay que mezclas ambos.
Ni enfocarse en estructuras, en músculos, fascias o visceras, ni ponerse un cojín para no levantarse de la silla en ocho horas, ni enseñar coger pesos haciendo cuclillas (por cierto, posters educativos basados en una biomécanica totalmente errónea), ni iatrogenizar buscando asimetrías que no podemos asegurar que sean relevantes, muchísimo menos, que un buen masaje le ayudará a poner hielo en esa espalda que está todo el día en el fuego, que es un mensaje muy popular de los fisioterapeutas que de verdad hace pensar que tenemos muchas cosas que replantearnos cuando nosotros mismos le vendemos eso a la gente. Y si enseñarle al paciente a no acercarse al fuego, pero no sólo con la variación de actividad, sino con buena cualidad de movimiento, enseñando a coger peso con un movimiento en las caderas y otras estructuras biomecanicamente diseñadas para ello aunque tengan mas gasto energético. Sin pasar tampoco de la carga y de la calidad del movimiento.
Ambos se pueden integrar, con una buena actualización biomecánica del 1 por supuesto, y de manera crítica incluyendo la educación al paciente del 2 y enseñando lo que es el dolor.
Un saludo y muchas gracias por compartir!
Sufrí un dolor en la cadera durante ocho años después de los cuales me diagnosticaron un osteoma en la cresta iliaca superior derecha. Me lo estrajeron. Sin embargo el dolor se ha mantuvo 16 años más, especialmente estando sentada o despues de realizar un esfuerzo o movimiento “raro”. He asistido a clínicas del dolor, ortopedistas, neurocirujanos, acupunturistas, etc. Me han realizado TACs, resonancias y todo tipo de exámenes y remedios tanto en España como fuera de España. No encontraban una causa evidente, se me sugirió fibromialgia, sacroileitis, inflamación crónica, alguna de las ochenta enfermedades autoinmunes etc. . Estar sentada era un martirio. Fuí disminuyendo el tiempo sentada, trabajo físico, natación y cualquier actividad que supuestamente podría aumentar o desencadenar dolor. Usé todo tipo de asientos, cojines y otros utensilios . Esas medidas tuvieron poco o ningún efecto, mas bien me volví mas débil físicamente, obsesionada, limitada y preocupada por evitar ese dolor. Busqué y leí muchas publicaciones científicas y divulgativas buscando alguna luz sobre las causas y remedios de mi dolor. Soy bióloga, epidemióloga y dediqué mi vida profesional a la investigación científica. Actualmente estoy pensionada, interesada en los avances que van logrando las neurociencias. Llegué a convencerme que tendría que aceptar y aprender a vivir el resto de mi vida con ese dolor. En junio 2018 tuve una crisis de lumbalgia y una jóven fisioterapista, de Palencia, me cuestionó mi manera de enfocar mi dolor de cadera, me dió una visión novedosa y me sugirió leer a los escritos de Arturo Goicochea. En un principio estuve escéptica pero intrigada y cuestionada por los planteamientos racionales que presentaba. Leí, releí, estudié, reflexioné los escritos de Goicochea, y otras fuentes que trataban el tema. Decidí explorar y experimentar en mi la hipótesis que presenta Goicochea. Manifiesto que he mejorado notablemente. He logrado, en pocos meses, avances insospechados. Entre otras mejoras, recientemente he podido realizar un viaje de 11 horas en avión y no he sentido dolor, hacía muchos años que no lograba viajar sin dolor. La próxima semana regreso a la piscina, seguiré trabajando, reflexionando, estudiando y prácticando. Tengo esperanza de que podré seguir entrenándome y liberarme definitivamente de los miedos, de la dictadura y condicionamientos que me han conducido a ese sentimiento de dolor en la cadera. Gracias Arturo por tus planteamientos y tu tenacidad en defenderlos.
Ana: suena razonable lo que propones. Mi intención con la entrada es criticar el modelo “biomecánico”, básicamente porque ignora los conceptos básicos de la gestión neuronal del movimiento y potencia la fobia a la actividad. Creo que se debe alfabetizar a los ciudadanos en el concepto actual de la complejidad del dolor y el movimiento y la trascendencia del aprendizaje alarmista basado en una idea de estructura vulnerables que necesita todo tipo de correcciones. En cada caso el profesional debe analizar y corregir todo lo que deba ser corregico. Muchos patrones de movimiento son disfuncionales porque corresponden a patrones de protección, automatizados, innecesarios. Eliminando cogniciones catastrofistas y explicando el dolor permite empezar a deshacer los nudos construidos.
Saludos
Rafaela: gracias por el testimonio.
Saludos