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El organismo es un mal pensado

Las neuronas son entes físicos, pero generan productos psicológicos. Memorizan datos de la interacción del organismo con el entorno, externo e interno; intercambian información sobre esos datos; establecen correlaciones temporo-espaciales y tratan de generar información que prediga el comportamiento de ese entorno externo e interno en respuesta a las acciones del individuo.

El organismo se piensa a sí mismo, sin reposo, a todas horas, en cada uno se los escenarios. El pensamiento recorre el pasado, presente y futuro y valora consecuencias posibles, incluida la del “qué dirán” si hago o digo esto o lo otro. Sueña imposibles escenarios del pasado: “si hubiera hecho esto (lo contrario) en vez de aquello, otro gallo cantaría”, e inciertos del futuro, impulsado por las emociones, síntesis de lo aprendido y vivido, intuiciones que integran todo el proceso de construcción de creencias y expectativas de cada cual.

En ocasiones el organismo está razonablemente sano pero incita al individuo a actuar como si estuviera tocado por una enfermedad. Los sentimientos de enfermedad afloran en la conciencia presionando a conducirse como enfermo, lesionado, vulnerable…

– Me duele. Me dicen que no tengo nada…

El organismo se interpone entre el individuo y la vida que quiere vivir, haciendo de esa vida un sinvivir, un secuestro.

– ¿Por qué me hace eso mi propio organismo? Mi organismo soy YO… ¿o no?

Pues va a ser que no.

El YO consciente es sólo la expresión de ese pensamiento continuo, inevitable, que refleja el sueño de ese organismo en el que uno reside.

Siempre oscilamos entre los buenos y malos pensamientos, entre el pesimismo y el optimismo, entre la baja y la alta auto y heteroestima.

El organismo propone: ten cuidado conmigo. Estoy enfermo-lesionado-degenerado. No te muevas demasiado y hazlo con precaución, despacito, estando atento a mis temores.

El individuo recibe sentimientos de dolor, debilidad, cansancio, agarrotamiento.

– Algo no va bien en mi organismo, en mis huesos, articulaciones y músculos.

Los sentimientos conscientes re-entran hacia el ámbito del que emergieron. Todo en biología re-entra a donde acaba de salir. Los procesos intracelulares expresan moléculas que informan a la célula de lo que está haciendo.

La conciencia informa al organismo del resultado integrado de sus cábalas continuas.

Es el momento clave: el individuo aparece e interviene en el curso del pensamiento, en el devenir del bucle.

El organismo teme. Aparece el dolor y el individuo evalúa, bien en la misma dirección de la propuesta de su organismo (enfermedad-lesión) o en la contraria (estoy sano, ¡carajo!).

El acuerdo entre el organismo malpensante y el individuo consciente genera el bucle en espiral. Los síntomas se consolidan. Se impone la consulta a los expertos:

– Tiene usted mucho desgaste, fibromialgia, o cualquier otra etiqueta-humo.

Los bucles del sufrimiento e invalidez quedan cerrados. Sólo queda aceptarlo y desear que la Ciencia vaya más allá de lo que aparenta y ofrezca, ya de una vez, una terapia decente.

Cuidese de su organismo. Puede pecar de obra, pero también de pensamiento, de puro miedo y deseo de que las cosas no sean lo que son sino lo que se piensa de ellas.

– ¿Por qué me duele si no tengo nada?

– Su organismo es un mal pensado.

– Y eso ¿qué solución tiene?

– Usted misma. Utilice el espacio consciente. Puéblelo de buenos pensamientos. Vacíelo de temores y convicciones infundadas. Desactive la historia en la que su organismo le obliga a residir. Haga lo que le venga en gana. No espere a la autorización. No acepte las penalizaciones.

– ¿Cómo se hace eso?

– Comprendiendo el proceso e invirtiendo su papel en el bucle, en la re-entrada.

– No me da una solución

– Pues no. Es sólo un camino, un escenario, un guión que puede usted re-escribir.


Este blog es solo la punta del iceberg, se puede hacer mucho más.


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    1 comentario en «El organismo es un mal pensado»

    1. Hola, Arturo! Soy Lidia de nuevo, de Sevilla. Solo decirle que me encantan sus artículos o entradas, que no deje de escribirlos, y que ayudan muchísimo a comprender mejor todos los conceptos que expone en su libro “migraña, una pesadilla cerebral”. Cuanto más leo artículos suyos, mejor comprendo cómo ponerlo todo en práctica, pues al principio (o por lo menos en mi caso) cuesta entenderlo un poco. Ah!!! Por favor, le ruego que alguna vez baje al sur a dar alguna charla o conferencia. Sé que va a Madrid pero a ver si algún día se atreve a venir por aquí abajo, que ya no hace tanta calor, jejeje. Y seríamos tantos los agradecidos… ahí dejo la proposición! Gracias y saludos!

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