El cuerpo está representado, mapeado, en el cerebro. No sólo el cuerpo sino el espacio externo por el que se mueve o va a moverse, especialmente si ese espacio es cercano a la superficie corporal (espacio peripersonal) y si contiene estímulos potencialmente nocivos.
Cada lugar corporal tiene su historia, sus sucesos, sus temores y deseos, sus estados de alerta, en relación a lo ya vivido o por vivir.
No está representada (evaluada) del mismo modo la cabeza que el tronco, la columna vertebral, el abdomen, el hombro, la cadera o la rodilla. Tampoco tiene la misma representación (evaluación) el hemicuerpo izquierdo que el derecho.
Las creencias y expectativas no son homogéneas. Cada rincón corporal tiene las suyas, su historia, sus predicciones, sus estados de vigilancia.
El efecto nocebo y placebo modifican las expectativas y creencias de modo diverso, según el lugar corporal al que se refieren.
Por empatía hay quien puede sentir dolor en la misma zona de la imagen de un daño violento, simplemente observado.
El daño consumado centra la atención (dolor) sobre la zona corporal afecta. Lo mismo sucede con el daño inminente. En la conciencia aparecerá el sentimiento doloroso proyectado sobre el lugar dañado o amenazado, con una precisión variable, según se trate de amenazas superficiales o internas.
El daño imaginado también se proyecta sobre la zona evaluada como amenazada. Cuando la carga de validación de tal amenaza supera el umbral de acceso a la conciencia, aparecerá el sentimiento doloroso proyectado sobre la zona corporal a la que se refiere dicha evaluación.
Una vez que aparece el dolor en la conciencia, el individuo participa en el curso de la evaluación, potenciándola, reverberando los circuitos que la han ocasionando… o, haciendo uso de su aparente voluntad, desviando la atención hacia la actividad y rememorando el conocimiento racional que puede disolver el error evaluativo.
En el curso del desarrollo-aprendizaje de la función evaluativa de amenaza se pueden producir excesos evaluativos que se expresarán en la conciencia con, por ejemplo, dolor. En los niños es común que sean las tripas las primeras pero también puede ser una extremidad (“dolores de crecimiento”) o media cabeza o todo el cuerpo.
Los profesionales pondrán sus etiquetas: equivalentes migrañosos, migraña, colon irritable, fibromialgia, dolor músculoesquelético, sensibilización central… y propondrán hipótesis causales diversas sobre cada ubicación: unas para la columna lumbar, otras para la cervical, para el hombro, la cadera, la rodilla, el dolor generalizado, la media cabeza o la entera…
Luego vendrán los consejos sobre lo que es bueno o malo
Cada lugar del organismo tendrá su historia, con una proporción variable de veracidad y de imaginación.
La función evaluativa tiene somatotopía, la propiedad que hace que cada lugar corporal sea atendido con cierta especificidad.
La información experta potencia la somatotopía del cuerpo imaginado conuna cultura también somatotopizada.
El dolor es psico, perdón, neurosomatotópico.
La migraña, la lumbalgia, el hombro doloroso y un largo etcétera de dolencias pueden ser, simplemente, la expresión de esa neurosomatotopía atencional, vigilante, equivocada.