A la hora de informar a pacientes y profesionales del nuevo paradigma del dolor (no se origina en los tejidos de la zona doliente sino en el cerebro) utilizamos metáforas para hacer comprensible algo tan complejo.
Cualquier proceso biológico es tremendamente complejo pero disponemos de metáforas correctas y aceptadas.
“Un corazón es una bomba que impulsa la sangre”
“El riñon es un filtro depurador”
“Las hormonas son mensajeros”
¿Qué es el dolor desde la nueva perspectiva del origen cerebral?
“Es el equivalente al sonido desgradable y apremiante de un sistema de alarma”… por ejemplo.
“El cerebro decide cuándo debe activarlo, en función de la evaluación de amenaza que atribuye a cada escenario” La central ejecutiva.
Hasta aquí las metáforas son tan válidas como las que se refieren a otros órganos o funciones. El cerebro gestiona la activación de la alarma y lo hace según evalúe peligro.
A la metáfora de la alarma le falta algo fundamental:
¿Por qué el cerebro activa la alarma si no sucede nada peligroso?
¿Por qué permanece activada de modo crónico?
¿Por qué no detecta el error y lo corrige?
Hay explicaciones:
“El sistema está sensibilizado”
“Las emociones, lo biopsicoemocional, facilitan la activación”
“El individuo tiene miedo de que salte la alarma y por eso salta”
Otras: “la alimentación… los cambios… el medio ambiente… algo sistémico… no se sabe…”
La referencia al Sistema INmune ayuda a comprender-aceptar la situación. El Sistema Inmune, tal como sucede con las reacciones alérgicas y las enfermedades autoinmunes, activa recursos de protección (inflamación, muerte programada) cuando así lo decide, en base a sus evaluaciones. La red neuronal defensiva actúa del mismo modo: se proyectan en la conciencia percepciones de amenaza cuando el cerebro aprecia que la hay.
El Sistema neuroinmune es algo absolutamente integrado y no hay problema en reconocer el error evaluativo en cualquiera de sus dos subsistemas (inmune y neuronal).
Es algo más que una metáfora. Es una realidad.
Sin embargo queda en el aire la cuestión fundamental:
¿Por qué si ambos subsistemas se equivocan, no detectan el error y lo corrigen?
Algunos proponen a los genes o lo “multifactorial” como responsables del error continuado. El sistema ha nacido así o la vida lo ha vuelto así. Hay aprendizaje en un entorno molecular artificial proclive al error.
Los errores evaluativos inmunes generan enfermedades potencialmente letales, por exceso (autoinmunes) o por defecto (cáncer). Se hacen esfuerzos de investigación para conocer mejor la trama del error y corregirlo (Inmunoterapia). La Educación inmunológica, los cursos a los linfocitos, no parecen plausibles.
Los errores evaluativos neuronales generan mortificación e invalidez. En mi opinión es plausible proponer la hipótesis del aprendizaje guiado por la cultura experta y también es plausible la propuesta de detectar los errores y corregirlos con esa misma instrucción, pero de signo contrario.
Volviendo a las metáforas. El Sistema de alarma del organismo-casa aprende al compás de lo que le cuentan de los peligros. Cada vez que salta la alarma el sistema refuerza sus convicciones aun cuando sean erróneas.
“Si ha saltado la alarma es porque ha habido un peligro real” El escenario activador sale reforzado.
El escenario debe evitarse. La fobia está servida.
Debe utilizarse cualquier terapia que consiga silenciar la alarma. Si lo consigue debe reutilizarse en el escenario codificado como amenazante.
No existe en la vida real un dispositivo de seguridad que trabaje desde esas premisas. Sería totalmente absurdo. La residencia en ese edificio sería imposible.
Ese es el problema con las metáforas. Sólo aquellas que contengan el absurdo del dolor, en ausencia de peligro real, son válidas.
Sólo aquellas que contengan el sesgo de confirmación son plausibles.
– Si me muevo me duele. Tengo mal la columna. Algo roza, pinza o se mueve…
Sesgo de confirmación. No hay salida. Terapias. Dependencias múltiples.
– Si me muevo me duele. Mi cerebro sigue apreciando erróneamente peligro.
Detección de error. Puede corregirse. Re-exposición a la actividad normal.
Arturo
una pregunta a tu magnifico post seria :
¿por que unos pacientes sensibilizan dolor ante un mismo trauma físico o emocional y otros no?
porque si hay una vinculación entre dolor agudo y contexto de ese dolor + biografia previa o posterior + educación previa o posterior +instrucción experta pre-post etc
¿podremos afirmar que siempre o muy probablemente habrá dolor crónico?
La pregunta es pragmática en el sentido de averiguar a que individuos podemos dirigir nuestro foco terapéutico en dolor agudo especialmente para prevenir dolor crónico , puesto que se sabe que una gran parte de dolor crónico algún dia fue agudo…
Tengo muchos latigazos cervicales que acaban en dolor cervical crónico pero hay tantos casos como individuos y además depende de si el accidente (contexto traumatico emocional) fue grave o no…pero ante el mismo contexto , también he comprobado que 2 individuos no siguen la misma trayectoria hacia dolor crónico
Ademas es curioso ver como los que ya estaban sensibilizados por otros dolor añaden a su desagradable “colección” otros como éste …
Un abrazo
Pep
Pep: no tengo esas respuestas. Hay estudios que analizan perfiles de catastrofización previos, imágenes de resonancia magnética funcional… Yo creo que no tenemos más noticia de lo que sucede en la red que lo que aparece en la conciencia. Lo que podemos y debemos hacer es descartar daño relevante y proceder a educar y recuperar la actividad perdida en todos los casos en los que no haya ese daño.
Gracias por tu estimulación intelectual
Y por tu long term potentiation…
a mi me esta calando….