Existen amenazas potenciales, internas y externas. No hace falta que sean reales, basta que sean evaluadas como tales amenazas. Lo teóricamente posible, aunque sea altamente improbable, puede activar recursos de protección. Caemos fácilmente en la estructura de las fobias.
El organismo aprende a evaluar amenazas, sin ninguna garantía de que sus evaluaciones sean razonables, sensatas.
Ante una evaluación de amenaza se preparan los recursos que protegerían los tejidos de una amenaza consumada. El cerebro no es sólo reactivo a lo imprevisto. También responde a lo que teme que suceda. Es proactivo.
En una crisis de migraña, se activan recursos defensivos que se expresan en la conciencia como dolor, nauseas e intolerancia sensorial y, a la vez, se liberan mensajeros que preparan la zona supuestamente amenazada para una eventual reparación del daño temido.
En la crisis se integran respuestas de protección preventiva: se libera CGRP y sustancia P (que producen extravasación de proteínas plasmáticas), se activan las plaquetas, se segrega serotonina, se activa la sintasa endotelial de óxido nítrico, se libera BDNF. Todo ello sería conveniente en el caso de que, realmente, se fuera a producir el temido daño. Mucho ruido y ninguna nuez.
La investigación de la biología molecular de la crisis detectará la presencia de estos mensajeros liberados y, en mi opinión, tomará los efectos como la causa.
Los síntomas son la expresión en la conciencia del estado de alarma injustificada. No se producen por la CGRP, sustancia P ni los demás mensajeros, sino por el estado evaluativo. Hay consecuencias en los tejidos y en la conciencia.
¿Qué se puede y debe hacer?
Tratar de disipar los estados de ansiedad anticipatoria del organismo. No limitarse, sin éxito, a neutralizar los síntomas o los mensajeros de los tejidos.
En los cursos explicamos el proceso y animamos a los alumnos a interiorizar el concepto de falsa alarma. Desde la convicción de que nada sucede ni va a suceder, se puede tratar de desviar la atención hacia las cuestiones de organismo y centrarla en lo que en cada escenario nos interesa como individuos.
Intente imaginar una situación de ansiedad absurda, anticipada, en la vida diaria, por ejemplo: mi casa puede derrumbarse… Una crisis es igual.
Migraña. ¿Se nace? Se aprende?
¿Qué hacemos?
¿Terapias?
¿Educación?
Yo no tengo dudas.
Comprendo la actitud de esperar una terapia resolutiva pero, sinceramente, creo que no es el camino.
Claro… clarísimo!!! Es difícil de llevar a la práctica pero lo expone usted tan bien que entran muchas ganas de intentarlo cada día.
Para mi el problema es el subconsciente que nos traiciona y dominarle resulta complicado.
Creo en lo que escribe y creo en que es una realidad por mucho que se empeñen en lo contrario. Lo conseguiremos … agradezco sus artículos.
Lo fácil a veces es lo menos sencillo.
Agustín: el proceso que da lugar al SFC es, en mi opinión, el mismo que ocasiona el resto de cuadros englobados como “Síndromes de Sernsibilización Central”, es decir: el error evaluativo neuroinmune: el organismo activa recursos de protección sin ninguna situación que lo justifique. Los síntomas son absolutamente reales y más incapacitantes que si se diera una enfermedad que los produjera. Te recomiendo que veas este testimonio de una paciente: https://www.youtube.com/watch?v=PCsgBMXyotk&t=98s.
Tengo poca experiencia con pacientes y, por eso, no hablo de este síndrome en el blog.
Las herramientas que utilizamos en estos casos es la explicación del proceso desde la perspectiva del error neuroimune y la reexposición gradual a la actividad normal
Cada comentario es,para mí, una joya.Desde que empecé a leer lo que publica el dolor no me importa,no he vuelto a tomar analgésicos y la migraña casi no se presenta(cuando lo hace es mas leve y dura mucho menos).
Es una manera de entender el dolor que me ha empoderado.
Gracias Arturo Goicoetxea.
Belinda: gracias por tu testimonio