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Educación en Biología del Sistema Neuroinmune

El organismo se defiende. El Sistema Neuroinmune se encarga de ello. Detecta amenazas físico-químicas y biológicas y responde con recursos que minimizan el daño consumado o inminente.

El dolor es sólo una muestra de esa activación defensiva. También son recursos el cansancio, la desmotivación, la programación motriz protectora, el mareo, la rumiación cognitiva catastrofista, el insommio, el secuestro atencional hacia cuestiones somáticas, el instinto de pertenencia al grupo… y un largo etcétera.

El Sistema Neuroinmune tiene un componente congénito, seleccionado a lo largo de la evolución. Gracias a él, las células vigilantes del Sistema Inmune y Nervioso (nociceptores inmunes y neuronales), detectan gérmenes y estados de energía peligrosa, activándose rápidamente los recursos correspondientes de protección: sensibilización-activación neuroinmune, inflamación, respuestas motoras de evitación, hipertermia, adinamia, bloqueo de interacción social…

Este componente congénito se complementa con el adquirido (aprendido, adaptativo). De la interacción con el entorno el Sistema Neuroinmune aprende a detectar amenazas no catalogadas en el componente congénito y completa así la dotación de vigilancia y respuesta frente a amenazas con el criterio de sus propias evaluaciones.

El dolor es uno de los mensajes (síntomas) que aparecen en la pantalla de la conciencia, para implicar al individuo, quien, con sus decisiones (más o menos libres) cierra el círculo conductual defensivo.

El componente congénito es fiable, porque ha consolidado el aprendizaje evolutivo de cada especie a lo largo de muchas generaciones, a través del error-ensayo-error.

El componente adquirido ya es una cuestión de cada individuo. Los resultados son inciertos. Se catalogarán como peligrosos agentes y estados que no lo son y se colará el peligro sin que las células vigilantes neuroinmunes se enteren.

En muchos casos, la activación-sensibilización neuroinmune será mortificadora e invalidante, sin justificación: fibromialgia, migraña, dolor crónico…

¿Qué facilita el error evaluativo?

Cada escuela tiene sus propuestas pero hay consenso en cuestiones básicas. Hay que educar al paciente en los procesos básicos que generan dolor sin motivo, sin beneficio.

La Educación en Neurofisiología del dolor se está afianzando como una poderosa herramienta de afrontamiento. El paciente aprende que: el dolor es algo complejo, contiene componentes sensoriales, emocionales, cognitivos y conductuales; no hay correlación entre dolor y daño; sólo el cerebro puede construirlo; tendremos más o menos dolor en función de factores individuales psicosociales y del contexto en el que encada momento se mueve el individuo.

A través de la educación el individuo descubrirá que estaba equivocado en cuestiones fundamentales y que, desde el conocimiento adquirido, podrá librarse de miedos sin fundamento, que facilitaban el dolor e impedían una actividad normal.

Para algunos, hay enfermedades misteriosas, de origen desconocido (etiquetas diagnósticas como la migraña, la fibromialgia) que se expresan a través del dolor. Sin entrar en el origen (desconocido) se intenta evitar la amplificación del sufrimiento e invalidez que los factores psicosociales individuales generan a través del catastrofismo, inducido muchas veces por mensajes de profesionales.

El error se facilitaría y consolidaría por una genética sensibilizante, a partir de eventos traumáticos, físicos o emocionales, por impacto de un entorno tóxico, por infecciones ocultas, o por la interacción de todos ellos.

En mi opinión, todo ello influye o puede influir, pero lo fundamental es el proceso inconsciente de aprendizaje, tutelado, necesariamente, por instrucción experta.

El organismo es opaco para el individuo. Sólo conocemos sus mensajes. Los expertos modelan el proceso evaluativo de amenaza. La red neuronal es muy sensible a lo que los expertos dicen y los colectivos aceptan.

No hace falta que se den los factores desencadenantes. Puede no haber antecedentes de traumas físicos o psicoemocionales. Podría no haber infecciones ocultas o ser la toxicidad potencial del entorno accesible a la tolerancia.

Podría haber sólo cultura de organismo, nocebo.

La eficacia de una intervención educativa depende de muchas variables. Puede que cada individuo necesite un traje a su medida.

¿Qué evidencias tenemos?

Por un lado está la evidencia de los conceptos: evidencia basada en la Ciencia.

Por otro, la evidencia clínica rigurosa de que la intervención ha resultado exitosa.

¿Hay que sacrificar la pureza conceptual a la eficacia?

¿Hay que optimizar el placebo o minimizarlo, sustituyéndolo por una instrucción anti-nocebo?

Cada uno propone lo suyo.

Yo creo que lo correcto es exponer al paciente todo lo que sabemos. Tiene derecho a conocerlo.

Lo fundamental es que el paciente conozca la Biología, en su sentido más amplio. No sólo pautas para minimizar el dolor.

El dolor es sólo la punta de un iceberg más complicado.

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2 comentarios en «Educación en Biología del Sistema Neuroinmune»

  1. Acabo de descubrir que no le entendía, aunque lleva tantos años repitiendo machaconamente la misma idea, porque utiliza el vocablo «Cerebro » para reducirlo a la conciencia y así recaiga el peso de la culpa en el sujeto. Tal y como venían haciendo las religiones de diverso pelaje.
    Me imagino que se sentirá perplejo ante aquellos que asumimos nuestra situación de enfermos y doloridos como un orgulloso estandarte contra esa normalidad que pregona.

  2. Usaola: me temo que sigue malentendiendo . Cerebro no es reducible a conciencia. La conciencia es una capa del procesamiento complejo, básicamente inconsciente, de la red neuronal, integrada en el organismo, que sintetiza toda la historia del organismo interactuando con el entorno. También me malinterpreta juzgándome en mi comprensión de los pacientes.

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