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Dolor y teoría de control

El objetivo biológico (evolutivo) del dolor es la preservación de la integridad física de los tejidos.

El organismo es un sistema complejo, sometido a múltiples tensiones que pudieran comprometer su supervivencia física.

A lo largo de la evolución cada especie memoriza en el genoma los recursos que han demostrado ser suficientemente útiles para seguir vivos.

Estos recursos permiten conocer las consecuencias de la interacción con el entorno y anticipar, preventivamente, recursos de evitación así como reaccionar a eventos imprevistos con la mayor celeridad posible.

El sistema neuroinmune vigila, detecta la presencia de agentes y estados nocivos, biológicos y físicoquímicos, y reacciona activando recursos de neutralización.

El dolor forma parte de dichos recursos. Es un contenido de conciencia que expresa la respuesta del organismo a la detección de un peligro y obliga al individuo a reaccionar, modificar su conducta, adaptándola al objetivo del sistema defensivo.

El sistema neuroinmune no se limita a detectar daño consumado o inminente y reaccionar para recuperar el equilibrio perdido o amenazado. Puede anticiparse a los hechos y presionar al individuo para que se conduzca de modo coherente con la presunción de amenaza que el sistema evalúa en cada escenario.

El sistema neuroinmune es, además de reactivo, proactivo. Se retroalimenta cuando sucede algo nocivo y también previene, prealimenta.

– Me duele. Me he pillado el dedo con la puerta. Dolor reactivo.

– Me duele. Me dicen que no tengo nada. Dolor proactivo.

Realmente el dolor proactivo, anticipado a los posibles acontecimientos, es un problema. Expresa una patología del control.

No tiene sentido que la sirena de un dispositivo de seguridad se active para advertirnos de un posible robo, preventivamente, a no ser que lo haga cuando su previsión es altamente probable y anticipe un robo inmediato.

Menos sentido tiene el dolor cuando se activa para notificar la presencia de agentes y estados absolutamente inofensivos, irrelevantes respecto al objetivo biológico de la integridad física, a corto plazo, de los tejidos. Tal es el caso de la humedad, los cambios hormonales, alimentos, estreses varios. la artrosis…

El organismo dispone de complejos recursos de pre y retroalimentación que permitirían optimizar el control de la integridad física frente a todos los diversos escenarios del día a día.

La cultura, la información, el conocimiento, prealimenta el sistema neuroinmune y condiciona el que la pre y la retroalimentación establezcan un bucle que aboca a la hipersensibilidad improductiva.

El dolor puede ser el exponente de este bucle descontrolado. Parece confirmar lo que el sistema anticipa (sesgo de confirmación) pero esa confirmación es un error no contemplado en la información que lo prealimenta.

Dolor músculoesquelético, analgésicos, artrosis, estrés, hormonas, alimentos, genes, contracturas…

¿Qué sucede con el sistema de control, con su pre y retroalimentación?

¿El sistema neuroinmune es inmune a las dinámicas de los sistemas de control?

– Vengo del médico. Me ha dicho que mi sistema neuroinmune está descontrolado.

– Ya.

No estaría de más que empecemos a considerar cuestiones de poderoso calado biológico, como los problemas que puede acarrear la prealimentación y retroalimentación del sistema neuroinmune, si le obligamos a aprender,actualizarse, en ese universo informativo que no hace sino sensibilizar… sin control, sin racionalidad.

Tengo una limitadísima idea de Teoría de control. La suficiente para ser consciente de que algo pinta la información, la cultura, en todo esto.