El organismo es una sociedad celular en la que se integran múltiples y complejos procesos fisiológicos, de los que no nos percatamos ni somos informados.
Sólo disponemos del ámbito de la consciencia, un escenario en el que se proyecta, de modo integrado, fundido, lo que el organismo evalúa como relevante, y que demanda la atención del individuo para que se implique en ese estado evaluativo.
El organismo conciencia al individuo, o, al menos, lo pretende.
No sabemos cómo se generan los contenidos de la conciencia. Al parecer, para generar conciencia, la red neuronal aumenta el grado de integración de la información pertinente a cada escenario, interno y/o externo.
Los contenidos de la conciencia tienen una estabilidad variable. Pueden ser evanescentes, fugaces, o consolidarse, exigiendo con apremio la atención del individuo.
Ayer, al salir a la calle, noté un dolor bastante intenso en el maléolo externo del pie derecho. Le presté atención para negársela. Seguí andando, interiorizando la convicción (deseo) de que no sucedía nada relevante. En menos de un minuto el dolor se fue. Al cabo de un rato sentí un dolor parecido en el maléolo interno del pie izquierdo. Hice lo mismo y lo mismo sucedió.
No tengo una explicación para explicar qué pasaba en los maléolos. Nada relevante.
Puede que si hubiera prestado una atención angustiada al dolor, este se consolidara. Pudiera ser.
Muchos contenidos de conciencia no se correlacionan con nada relevante. El dolor, y otras percepciones somáticas, amagan, avisan, consultan, prueban al individuo.
La voluntad, el libre albedrío, sea lo que sea, nos permite dialogar con las propuestas del organismo en el ámbito de la conciencia. Podemos, hasta cierto punto, des-apreciar lo que aparece en la pantalla consciente.
En los llamados síndromes de sensibilización central, el organismo evalúa erróneamente amenazas varias que se hacen conciencia, en forma de síntomas.
En ocasiones el individuo atiende y comparte la propuesta inicial y el síntoma se consolida e intensifica.
Los expertos contribuyen con sus propuestas a la consolidación de los síntomas. Las etiquetas (migraña, fibromialgia…) contienen una interpretación de organismo enfermo en vez de una convicción razonable de salud.
El individuo puede y debe negarse a la propuesta de concienciación de enfermedad cuando no la hay
– Debe concienciarse de que padece una enfermedad…
De eso nada.
A la concienciación de enfermedad cuando no la hay, al enemigo, ni agua.
Concienciar es sensibilizar, implicar en una propuesta.
Si la propuesta de organismo es errónea, debemos negarnos a la concienciación, al engatusamiento somático.
Hay que recuperar la inconsciencia, apagar el ronroneo de los temores infundados del organismo.
– Soy un inconsciente. Lo sé. No ha sido fácil, pero merece la pena.
De acuerdo en general con que hay “síntomas” sin lesión que si los ignoramos desaparecen. Pero que se puede hacer ante el aura migrañosa, como evitarla?
Marian: el aura es la expresión del estado de alerta, al igual que los pródromos. La expectativa de que desaparezca es la misma que la del dolor. Si aparece hay que ser consciente de que se trata de un fenómeno pasajero, inofensivo.