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Certezas

 

Nacemos con bastante sabido. El genoma permite la expresión de estados de conectividad (“programas”), necesarios para iniciar la andadura por el incierto mundo, bajo la protección de los cuidadores-instructores. Disponemos de instintos apetitivos y aversivos.

Hay mucho aprendido en el genoma pero queda mucho por aprender. El aprendizaje evolutivo de la especie debe complementarse con el aprendizaje del individuo.

Los genes contienen el instinto de aprender, con pulsiones para explorar el mundo en busca de lo novedoso y las contrarias: quedarse en casa para evitar contratiempos.

Cada cual va haciéndose con un conjunto de certezas, aplicado a cada escenario. Podemos ser atrevidos en unos contextos y miedosos en otros.

Las certezas se construyen a golpe de experiencia propia en quienes optan por la exploración con cierto riesgo o siguiendo las guías y consejos de los expertos en los precavidos.

Ver para creer versus creer para ver.

En cualquier momento irrumpe el dolor. A veces explicado y justificado por un evento nocivo, y en muchas otras, sin nada que suponga una mínima amenaza.

¿Por qué duele si no hay nada? La incertidumbre exige con apremio alguna certeza, aunque sea provisional. El error-ensayo-error irá haciendo su trabajo hasta dar con la clave aparente: ¡funciona!

– En mi caso son los genes. Mi abuela y mi madre padecían migrañas. Mi hija también las padece.

La certeza de los expertos se confirma.

– Por fin han dado con la causa: tengo fibromialgia. De momento no se conoce el origen ni se dispone de remedio.

La certeza se consolida.

Una certeza es un estado de conectividad estable y robusto que se expresa en la conciencia como un conjunto de percepciones, emociones, cogniciones y conductas.

Los circuitos neuronales están tocados por la pulsión a la estabilidad y por la disposición al cambio. Lo deseable sería disponer de un campamento base de certezas ciertas, desde el que pudiéramos aventurarnos a seguir explorando el mundo para rellenar huecos.

En el blog cuento mis certezas y mis incertidumbres.

Respecto al dolor, en ausencia de eventos que lo expliquen y justifiquen, tengo la certeza de que los circuitos neuronales operan desde un conjunto de creencias y expectativas definido por la evaluación errónea de amenaza. Esa es mi hipótesis más plausible. Sigo abierto a la entrada de datos. Leo, reflexiono. A veces corrijo algún matiz de lo que creo pero sigo manteniendo un conjunto estable de certezas:

El dolor es un contenido de la conciencia, que emerge de estados evaluativos de la red neuronal.

Una vez descartada una causa que lo explique y justifique, tengo la obligación de explicar lo que doy por cierto a los pacientes.

Muchos pacientes comprenden, aceptan y aplican lo que les explicamos.

Muchos de estos pacientes mejoran sustancialmente.

El estado de conectividad de sus circuitos se ha modificado.

No podemos saber si el cambio de estado será completo y definitivo.

El aprendizaje es una función continua, insoslayable.

Los humanos dependemos de lo que la cultura propone.

No siempre lo que nos proponen y proponemos contiene certezas… ciertas.

El dolor se nutre de incertidumbres sostenidas y de certezas falsas.

Cada uno creemos estar en lo cierto.

Necesitamos que sea así.

– Lo comprendo, lo acepto y lo intento aplicar pero no funciona. ¿Qué estoy haciendo mal?

– No lo sé.

Es otra certeza. No tengo pautas ni fórmulas para modificar a voluntad estados de conectividad.

No hay culpa. Sólo incertidumbre, falta de garantía.

Lo cierto es que siempre aprendemos pero en ocasiones el objetivo se resiste.

– En mi caso no funciona. Tengo mis dudas.

No sé qué más ofrecerle.

Los alumnos que obtienen buenos resultados tampoco pueden ofrecer otras claves que no sean ya conocidas:

– Pienso en lo que he aprendido, hablo con mi cerebro, y trato de centrar la atención en lo que me ocupa como individuo.

Eso es todo lo que se nos ocurre.


Este blog es solo la punta del iceberg, se puede hacer mucho más.

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1 comentario en «Certezas»

  1. Hola Doctor Goicochea, excelente artículo.. y es verdad que no sabemos cuando el cerebro desiste de la “enfermedad” y en otras no. Yo sigo cada paso para desactivar las alarmas de la SQM y fibromialgia.. a veces consigo que bajen otras no.. pero sigo intentando porque como dice, es lo que hay. Tengo hipertiroidismo y tiroiditis de Hashimoto además.. y muchos de los síntomas se parecen/traslapan.. me queda claro que para que haya dolor/síntoma tiene que haber daño consumado en los tejidos para que se activen los sensores de daño y eso me digo al tocar cualquier cosa y me produce síntomas (yo tengo síntomas SQM más por tocar plásticos, metales, papel, etc).. digo es irracional me duela por todos lados por tocar algo.. pero en el caso del hipertiroidismo por qué me dolía tanto la cabeza y tenía visión doble cuando tenía muy elevada la TSH y T4? allí había daño consumado? . Entiendo que la red neuronal está presente en todas las funciones del organismo, pero quiero entender como diferenciar un síntoma de otro respecto a enfermedades reales… en decir, el el exceso de hormona tiroides produce algún daño real a la cabeza, visión, corazón?

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