La supervivencia física es el objetivo fundamental de la conducta biológica.
Cada organismo aprende a gestionar los recursos de protección-evitación con los que viene a este mundo.
Se trata de evitar con sensatez. Evitar todo, por si acaso, no es una buena estrategia. No queda más remedio que explorar, arriesgar en la incertidumbre.
También es aconsejable explorar con sensatez. Explorar todo, probar todo, arriesgar siempre, previsiblemente trae consecuencias negativas.
Somos una especie social y nos beneficiamos de esa condición. Disponemos de exploradores-investigadores que nos dicen lo que debemos evitar. No hay mas que hacerles caso. Obedecer. ¡Que exploren ellos!
La dependencia de exploradores-investigadores también tiene sus riesgos. No todo lo que nos cuentan es cierto. Muchas veces sólo hay negocio.
Dicen que los que nacen con la condición de evitadores de daño están más expuestos s sufrir dolor, en ausencia de daño que lo explique y justifique. Su organismo aprende a temer en exceso.
El individuo que habita un organismo evitador, evita a su vez aquellas conductas que puedan afectar a la estima del grupo. Evita el daño social. Quiere que su conducta sea apreciada, perfecta.
El individuo evitador explora las ofertas de los exploradores-investigadores en busca de explicaciones y soluciones. Visita el mercadillo con frecuencia. Es un buen paciente.
En realidad explora poco… por sí mismo. No arriesga.
Los alumnos de nuestros cursos han explorado todo lo que ofertan los exploradores expertos. Por eso acaban teniendo noticia de nuestras propuestas. Han conocido todos los fármacos, la acupuntura, la homeopatía, el yoga y las dietas. Han evitado lo evitable y sufren las consecuencias de lo que no pueden evitar, que el tiempo y las hormonas cambien, el estrés, los fines de semana…
En el curso intentamos recuperar la dinámica exploratoria propia, el juego del aprendizaje, desde la convicción que es inofensivo y de que no necesitan tutela experta.
Hacemos ver que la evitación del dolor es imposible si no se desactiva previamente toda esa trama de evitación generalizada tejida por la cultura del miedo a todo.
La dinámica evitadora facilita las respuestas condicionadas. Todo puede avivar el miedo del organismo.
El organismo se asusta con todo y el dolor emerge actuando como un refuerzo que ratifica lo temido.
La información experta prepara el terreno para el aprendizaje reflejo.
El viento Sur… se condiciona, como la campana del perro de Pavlov.
El dolor refuerza ese condicionamiento que ha facilitado la información previa.
El explorador-investigador sanciona el proceso.
– Los cambios meteorológicos pueden desencadenas la crisis, efectivamente. Cada uno tiene los suyos.
¿La solución?
Tratar de evitar que el organismo refuerce con el dolor el despropósito del miedo condicionado a minucias irrelevantes.
¿Herramientas?
El conocimiento y la exposición a lo temido. Teoría y práctica.
Hola Arturo. Soy un enfermero de Atención Primaria. No sufro migrañas, pero me gusta mucho su blog, su humor y manera de explicarse. Entro prácticamente todos los días. No sé si tendrá mucho que ver pero he visto esto por la red y quería ponerlo aquí por si puede ayudar a alguien:
http://pijamasurf.com/2017/09/como_los_pensamientos_se_convierten_en_la_quimica_que_determina_lo_que_vivimos/
Un saludo