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No brain, no pain

 

Hasta finales del siglo pasado no sabíamos mucho sobre neuronas.

Ahora sabemos algo y, sobre todo, sabemos que sabemos menos de lo que pensábamos que sabíamos.

Al cerebro se le concedía poca o ninguna importancia en la cuestión del dolor.

Cualquier tejido podía ser responsable. El cerebro, no. Si se le molestaba con estímulos que al resto del organismo le producía dolor, ni se inmutaba.

A un paciente despierto, con la tapa de los sesos al descubierto, se le podía pinchar:

– ¿Le duele aquí? ¿y aquí? ¿y aquí?

– No. Tampoco. Tampoco.

Conclusión : el cerebro no duele. Un dogma.

Ahora sabemos que el dogma es falso. Si se estimula el lugar adecuado: una zona concreta (ínsula posterior-opérculo) o un conjunto de áreas distribuidas por la superficie del cerebro (“neuromatriz del dolor”) la respuesta será afirmativa.

– Ahí sí. Ahora sí.

Es más, a través de la imaginación, por sugestión, u observando una escena de daño ajeno, es decir, activando sólo tejido cerebral… duele.

Evidentemente, la forma más segura de que el cerebro duela es generar daño agudo en el resto de los tejidos. Podemos golpear con un martillo, aplicar algo extremadamente caliente o frío, ácidos..

– ¿Le duele?

– ¡Claro!

Realmente no hemos estimulado los tejidos. Los hemos dañado. Las neuronas vigilantes de la zona dañada detectarán las señales del daño y, a través de un código de señales elecgtroquímicas, notificarán al tejido cerebral la mala noticia.

La noticia, el estímulo nocivo, generará el sentimiento doloroso en la conciencia.

El cerebro duele. Lamenta el suceso y trata de implicar al individuo consciente en la reparación del daño. Esa es la función del dolor: informar  y generar una conducta de protección.

No brain, no pain. Sin cerebro no hay dolor posible.

Es el nuevo paradigma. El tejido cerebral es el único que puede responder con dolor a lo que sucede.

– ¿O sea que el dolor es psicológico?

– Por supuesto. Todo lo que sentimos lo es. La conciencia, con sus contenidos, es un estado psicológico.

Todos los dolores son la consecuencia de la activación de una red neuronal distribuida por el cerebro y conectada con neuronas vigilantes, avecinadas en todos los rincones del organismo, cuya función es la de tomar buena nota de lo que sucede.

Hay dolores psicológicos justificados:

– Me he roto una pierna. Me duele

Hay otros, tan psicológicos como el anterior, injustificados, innecesarios, improductivos.

– Me duele todo. Migraña, fibromialgia…

No tendría que activarse el estado de conectividad cerebral que genera el sentimiento de dolor. No sucede nada en los tejidos de la zona dolorida. Las neuronas vigilantes no han detectado peligro.

– ¿Quiere decir que me duele porque pienso que me va a doler? ¿Es mi imaginación?

– No exactamente. Usted puede que piense que le va a doler porque conoce bien su dolor, pero no lo construye. Lo recibe y puede anticipar lo que va a suceder… a fuerza de experimentarlo.

El dolor injustificado es una noticia falsa. No hay daño, luego no se tendría que activar el dolor.

El ciudadano debiera saber que todos los dolores son psicológicos y que lo importante es saber si están o no justificados por un escenario de daño relevante, que explica y, sobre todo, valida la alarma de los tejidos cerebrales.

– Me duele. Estoy contento de que así sea pues me ha dado un infarto de miocardio, aunque me preocupa cómo evolucione…

Hay infartos sin dolor, Tienen peor pronóstico. No activan la atención urgente.

– Me duele. Estoy preocupado porque no tiene sentido ese dolor. Tendría que hacer algo para que mi cerebro no active la alarma. Debo modificar sus creencias y expectativas.

Los sucesos de nocividad consumada y/o inminente en los tejidos son memorizados en el cerebro. Lo que sucede en el cuerpo influye en esos estados psicológicos de dolor. El cerebro necesita sucesos de nocividad en el organismo para aprender a activar dolor.

En nuestra especie hay otras fuentes importantes: la observación y contagio de lo que les sucede a otros y la instrucción de expertos.

No sólo es el cerebro propio el que influye sino también los ajenos.

No brain, no pain. Cierto. Pero el cerebro no es un órgano desconectado del resto del organismo. Los tejidos influyen. No duelen pero ocupan y preocupan.

Siempre cerebro, pero no sólo el propio.

Siempre cerebro, pero no sólo cerebro.

Todos los dolores son físicos. La conciencia es un estado psicológico, pero el soporte es físico. Lo psicológico es físico.

Materia, energía e información; historia, narrativa, predicción, error…

Así es la vida.

 


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    1 comentario en «No brain, no pain»

    1. muy interesante y efectivamente es asi aveces tenemos dolores que se hacen más grandes de lo que verdaderamente son porque nuestro cerebro piensa mil cosas y hay que aprender a detenerlo aunq no es sencillo debemos aprender a quitar esos dolores infundados por otras causas y que realmente dañan porque pensar de esa forma solo provoca más dolor y se vuelve un circulo vicioso

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